Trapped like a mouse

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Aunque la paciencia no fuera algo característico de Mina, esta vez la pelinegra había hecho su mejor esfuerzo. Así que después de cuarenta y seis minutos sentada en la mesa de aquella lujosa terraza en la parte más costosa de Seúl, Mina agotó toda su paciencia y la batería de su iphone. Se levantó violentamente mientras despotricaba en voz baja sobre la poca puntualidad de sus amigas. En otra ocasión definitivamente no hubiera sido capaz de soportar tanto tiempo de solitaria espera, pero la promesa implícita de volver a ver a Chaeyoung en un ambiente controlado, fue lo que le dio la voluntad. Ahora se arrepentía de haber desperdiciado casi una hora de su vida y gran parte de sus ahorros, gracias a la innecesaria compra de aquel lindo vestido tubo color rojo con corte asimétrico, sin mangas que dejaba al descubierto un hombro y con el cual se veía irresistible. Se dirigió al único ascensor que, aparentemente, no estaba fuera de servicio y después de unos segundos entró en el.

Debía admitir que todo en aquel restaurante era como de otro mundo, los techos rasos, la decoración impecable, el diseño clásico pero moderno del sitio y la cantidad desorbitante de lujos la sorprendieron  a pesar de que sabía a qué atenerse desde unos días antes de venir.

Momo le había descrito muy entusiasmada el restaurant e incluso la obligó a visitar un par de páginas webs con reseñas de Le Meurice, el lugar más ostentoso de la ciudad desde hace seis años. Tanto entusiasmo de parte de Momo la contagió y juntas terminaron yendo de compras y divirtiéndose como hace tiempo que no lo hacían. El entusiasmo le duró poco. O al menos hasta que Momo le reveló por accidente que era Chaeyoung quien estaba orquestando esta salida.

Todo en su mente hizo click. Desde el por qué estudiantes de preparatoria normales como ellas podían permitirse comprar algo ahí, hasta cómo era posible que pudieran ir a su antojo a un sitio en el cual había que reservar con meses de anticipación una mesa. Indiscutiblemente obra de Chaeyoung. O al menos de su padre asquerosamente rico. Debió verlo venir. Lo que la pelinegra no vio venir fue lo que más le dolió, estaba relacionado con que Chaeyoung no tuviese la decencia de invitarla personalmente sino que utilizara a Momo como intermediario, un sentimiento que se vio obligada a olvidar. La castaña tenía más de una razón para justificarse.

Negó con la cabeza tratando de dejar de pensar en Son Chaeyoung y se concentró en el ascensor. Unos brillantes y finos acabados metálicos resaltaban, la cabina  tenía un aire clásico y entrar en ese ascensor debía sentirse como caminar por un ostentoso club parisino en los años veinte, o al menos eso le inspiraba. Ni hablar del tapete, incluso con aquellos odiosos tacones punta aguja de veinte centímetros que la estaban matando, literalmente, Mina podía percibir la suavidad pomposa de este. Además la incómoda música de ascensor era reemplazada por las cuatro estaciones de Vivaldi en allegro, y como si no fuera poco había agua mineral además de una buena variedad de bebidas en el ascensor. Si... ¡En el ascensor! Un panel de madera que se mezclaba a la perfección, dejaba ver unos sobrios estantes de metal en donde se encontraban ubicadas varias botellas rodeadas de hielo mientras que en la parte de abajo se veía una cristalera que tenía unas cinco o seis copas que probablemente costarían más de lo que la casa de sus padres podría valer.

Cuando su surrealista experiencia en el ascensor fue interrumpida por la voz sedosa pero robotizada de la cabina, que le informaba que faltaba un piso para llegar a su destino, Mina trató de recomponerse y respiró profundo. Al diablo con sus patosas e impuntuales amigas, al diablo con la gente estirada de ese lugar, pero principalmente al diablo con Son Chaeyoung y sus estúpidas cenas en restaurantes aterradoramente caros. Sí, eso era. Son Chaeyoung podía tomar sus lujos y meterselos por donde le cupieran. Son Chaeyoung podía irse a la mierda.

Sí, esa misma Son Chaeyoung que rondaba casi todos sus pensamientos. Son Chaeyoung quien se encontraba a menos de un metro cuando las puertas del ascensor se abrieron. La misma Son Chaeyoung que estaba vestida con una camisa de seda azul oscura, unos pantalones negros ceñidos al cuerpo, un gabán gris, unos botines negros y un ligero maquillaje que resaltaba sus ojos oscuros y el color de su piel.

➤Miénteme | 𝑴𝒊𝑪𝒉𝒂𝒆𝒏𝒈Where stories live. Discover now