Wattpad Original
Te quedan 27 partes más de forma gratuita

62. Más cerca de ti

29.5K 3.5K 1.8K
                                    


Ejem, ejem... creo que les prometí un capítulo intenso.

Disfrútenlo.


***



—¿Qué... qué hace? —balbuceé atónita.

—¿No es evidente? —preguntó—. Me estoy quitando esto.

—Pero... pero...

Debajo de la primera capa de tela que retiró de su cuerpo, una pequeña porción de su piel se dejó ver en una pequeña línea.

—Habrá mucho frío afuera —agregó sin expresar nada. Perezosa, aparté la mirada―, sería mejor si usara mi túnica.

Sauto dejó la gruesa y acogedora tela sobre mis hombros, resguardándome del posible frío del exterior. No me sentí capaz de seguir mirando, aunque la diminuta parte de su piel expuesta incitaba que lo hiciera. Era como si íntimamente me gritara posar mis manos sobre ella, deslizar mis dedos bajo la única prenda que aún cubría el cuerpo fornido de Sauto. Sentía que mi corazón volvía a enloquecer, latiendo con frenesí ante su cercanía y mis imaginaciones descontroladas.

¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué tenías esas ideas libidinosas en la cabeza? ¿Por qué ahora me sentía tan atraída hacía él? ¿Por qué estos sentimientos se volvían cada más frenético?

Sacudí la cabeza con disimulo. Sauto posó sus manos sobre mis hombros luego de acomodar la prenda en mi figura.

―Puede que le quede un poco grande ―aclaró, riendo―, pero quiero que lo lleve puesto.

Asentí.

No me importaba. De hecho, la idea de usar algo suyo me emocionaba. Era alusión mía, pero, sentir la calidez de aquella prenda cubrir mi cuerpo, se sentía como si Sauto me abrazara por detrás, despacio, proporcionándome su calor corporal. Su aroma se percibía, me abrumaba los sentidos.

Solo deseaba que estos momentos pudieran ser eternos, que nada ni nadie pudiera arruinar lo que recién empezaba entre nosotros, fuese lo que fuese.

―Vamos ―indicó.

Tras notar que mi salud aún no mejoraba, Sauto me sostuvo a los lados mientras me guiaba fuera de la habitación, hacia el gran pasillo. Durante nuestra caminata lenta, ninguno habló ni pareció necesario hacerlo.

En el camino, nos encontramos a un grupo de mujeres. Noté que una de ellas llevaba en las manos un recipiente metálico lleno de agua; otra traía toallas blancas apiladas unas sobre otras; el resto que les seguían llevaban artículos de baño: canastos, vestidos y joyas. Tan pronto distinguieron nuestra presencia, la sorpresa en sus semblantes fue bastante evidente, pero recobraron la postura de inmediato, y agacharon la cabeza a modo de reverencia.

—Señor... —empezó a hablar una de ellas. Su voz translucía cierto temblor que solo podía deberse a la imponencia de Sauto y su innegable malhumor hacia todos los habitantes del pasillo. Como ya suponía, Sauto la ignoró.

Pasamos frente al grupo en silencio.

—Ella iba a decirle algo —intenté razonar con él—. ¿No la escuchará?

Elevé la mirada hacia su rostro, deseando que reaccionara de alguna forma; sin embargo, me sorprendió demasiado encontrarlo con el rostro girado en mi dirección, quizá observándome. Él se limitó a mirar a otro lado sin decir nada, encogiéndose de hombro, le restó importancia al asunto.

Princesa de un castillo de monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora