5. Traslator

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TRASLADOR
  
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—Annie, querida. Es hora de despertar —la voz de la señora Weasley se hizo presente en la habitación. La castaña, con mucha dificultad, abrió los ojos y se encontró a Ginny y Hermione en proceso de levantarse.

Bostezó y se puso de pie, tomó sus cosas y fue directo al baño para darse una ducha y despabilarse.

Al salir, se colocó un overol, una blusa azul marino y sus tenis, dejando su cabello mojado.

Al dejar sus cosas en la habitación, observó a Hermione y Ginny medio dormidas mientras buscaban sus cosas, por lo que decidió bajar.

La señora Weasley removía el contenido de una olla puesta sobre el fuego, y el señor Weasley, sentado a la mesa, comprobaba un manojo de grandes entradas de pergamino.

—Buenos días —saludó Annie alegremente.

—Buenos días cielo. ¿Las chicas se despertaron?

—Sí. Estaban cambiándose cuando bajé.

La señora Weasley le sirvió gachas de avena en un pequeño cuenco.

Annie comenzó a comer, tenía bastante hambre. En eso escuchó pasos provenientes de la escalera, George, Fred, Ron y Harry hicieron su aparición, más dormidos que despiertos.

Fred y George le revolvieron el cabello con una mano, haciendo quejarse a Annie. Ron se tropezó con una silla así que pasó de largo. Harry se sentó a su lado, besando su mejilla.

—¿Dónde están Bill y Charlie y Pe... Pe... Percy? —preguntó George, sin
lograr reprimir un descomunal bostezo.

—Bueno, van a aparecerse, ¿no? —dijo la señora Weasley, cargando con la olla hasta la mesa y comenzando a servir las gachas de avena a los chicos en los cuencos con un cazo—, así que pueden dormir un poco más.

—O sea, que siguen en la cama... —dijo Fred de malhumor, acercándose su cuenco de gachas—. ¿Y por qué no podemos aparecernos nosotros también?

—Porque no tienen la edad y no han pasado el examen —contestó
bruscamente la señora Weasley—. ¿Y dónde se han metido esas chicas?

Salió de la cocina y la oyeron subir la escalera.

—¿Hay que pasar un examen para poder aparecerse? —preguntó Harry.

—¿Hay un examen? —preguntó Annie al mismo tiempo.

—Mira, George. Se leen la mente —dijo Fred fingiendo ternura.

Annie rodó los ojos pero sonrió.

—Desde luego —respondió el señor Weasley, poniendo a buen recaudo las entradas en el bolsillo trasero del pantalón—. El Departamento de Transportes Mágicos tuvo que multar el otro día a un par de personas por aparecerse sin tener el carné. La aparición no es fácil, y cuando no se hace como se debe puede traer complicaciones muy desagradables. Esos dos que les digo se escindieron.

Todos hicieron gestos de desagrado menos Harry y Annie.

—¿Se escindieron? —repitió Harry, desorientado.

—La mitad del cuerpo quedó atrás —explicó el señor Weasley, echándose con la cuchara un montón de melaza en su cuenco de gachas—. Y, por supuesto, estaban inmovilizados. No tenían ningún modo de moverse. Tuvieron que esperar a que llegara el Equipo de Reversión de Accidentes Mágicos y los recompusiera. Hubo que hacer un montón de papeleo, se los puedo asegurar, con tantos muggles que vieron los trozos que habían dejado atrás...

Annie y el Cáliz de FuegoWhere stories live. Discover now