10. Scared

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ASUSTADOS
 

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Estaban todos los Weasley tomando una deliciosa taza de chocolate caliente dentro de la tienda.

El partido había sido asombroso. Una de las mejores experiencias de Annie.

—Harry.. —llamó Hermione— ¿Podemos hablar?

Este confundido asintió y siguió a Hermione hasta un lugar apartado.

—Harry.. no te afectaron las veelas —dijo emocionada.

—¿No me afectaron...?

—¿No te parecieron bonitas? —preguntó Hermione, expectante.

—Pues sí.. lo normal —se encogió de hombros.

—¿No te sentías como si quisieras ir con ellas... o con la mente en blanco?

—No..—respondió frunciendo el ceño— ¿para qué es todo esto?

Hermione suspiró intentando no explotar y gritar de la emoción.

—Verás Harry. Las veelas son criaturas semi humanas, que con su belleza, atraen a preferente mente los del sexo masculino, tienen el poder de atraerlos y atraparlos, haciendo que éstos hagan lo que les piden.

—¿Y..?

—Sólo un mago sumamente enamorado, pero de verdad enamorado, no cae en sus encantos —terminó expectante.

Harry frunció el ceño. Él no había caído en los encantos por lo que...

Abrió grandemente los ojos, poniéndose sumamente rojo.

—Y-yo... p-pues.. —tartamudeó pareciendo tomate.

—Estás irrevocablemente enamorado de Annie.. —murmuró Hermione con una enorme sonrisa.

Harry apenado, mostró una tímida sonrisa.

—Son tan lindos —chilló en voz baja. Suspiró intentando calmarse y no chillar de nuevo— creo que deberíamos volver.

Harry asintió y volvieron a donde estaban antes. El pelinegro tomó asiento junto a Annie, mientras ella le pasaba su taza de chocolate.

Harry se quedó pensando. ¿Estaba enamorado de Annie? Sí, completamente, pero no sabía que tanto.

Se recostó en su hombro y tomó su mano, sintiéndose feliz y dichoso de tenerla, y de haberse enamorado irrevocablemente de ella.

Siguieron charlando animadamente escuchando los cánticos de victoria de los irlandeses, hasta que Ginny se quedó dormida en la pequeña mesa, pues el señor Weasley los mandó a dormir.

Annie se acostó en su cama. Y repasó mentalmente todo el partido. Había sido una experiencia inolvidable.
 
 
 

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—¡ANNIE! ¡HERMIONE!, ¡GINNY! ¡Despierten! ¡Hay que irnos! —la castaña se levantó sobresaltada, pero tomó su varita y salió apresuradamente de la tienda.

La gente gritaba y corría despavorida en todas direcciones, por lo que Annie tomó su varita con más fuerza.

A la luz de los escasos fuegos que aún ardían, pudo ver a gente que corría hacia el bosque, huyendo de algo que se acercaba detrás, por el campo, algo que emitía extraños destellos de luz y hacía un ruido como de disparos de pistola. Llegaban hasta ellos abucheos escandalosos, carcajadas estridentes y gritos de borrachos. A continuación, apareció una fuerte luz de color verde que iluminó la escena.

Annie y el Cáliz de FuegoWhere stories live. Discover now