26. Accio Annie!

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ACCIO ANNIE!

Annie bajó a desayunar junto a Ginny y Hermione sin muchas ganas. La noche anterior había sido horrible; aún no podía creer que Ron pensara eso.

Se sirvió huevos revueltos y jugo de calabaza, al menos el hambre no se le había ido.

Harry llegó un rato después y se sentó junto a ellas, más no pudo desayunar mucho, estaba intranquilo.

Al terminar de comer, Harry propuso salir a dar un paseo con Annie y Hermione, pues quería contarle a su mejor amiga sobre las advertencias de Sirius.

Aunque muy asustada por las advertencias de Sirius sobre Karkarov, Hermione pensó que el problema más acuciante eran los dragones.

—Primero vamos a intentar que el martes por la tarde sigas vivo, y luego ya nos preocuparemos por Karkarov.

Dieron tres vueltas al lago pensando cuál sería el encantamiento con el que se podría someter a un dragón. Pero, como no se les ocurrió nada, fueron a la biblioteca.

—«Embrujos para cortarles las uñas... Cómo curar la podredumbre de las escamas...» Esto no nos sirve: es para chiflados como Hagrid que lo que quieren es cuidarlos...

—«Es extremadamente dificil matar a un dragón debido a la antigua magia que imbuye su gruesa piel, que nada excepto los encantamientos más fuertes puede penetrar...» —leyó Annie—. ¡Pero Sirius dijo que había uno sencillo que valdría!

—Busquemos pues en los libros de encantamientos sencillos... —dijo Harry, apartando a un lado el Libro del amante de los dragones. Volvió a la mesa con una pila de libros de hechizos y comenzó a hojearlos uno tras otro.

Estuvieron varias horas intentando encontrar algún hechizo útil, sin éxito.

—¡Oh, no!, aquí vuelve. ¿Por qué no puede leer en su barquito? —dijo Hermione irritada cuando Viktor Krum entró con su andar desgarbado, les dirigió una hosca mirada y se sentó en un distante rincón con una pila de libros—. Vamos, chicos, volvamos a la sala común... El club de fans llegará dentro de un momento y no pararán de cotorrear...

Y, efectivamente, en el momento en que salían de la biblioteca, entraba de puntillas un ruidoso grupo de chicas, una de ellas con una bufanda de Bulgaria atada a la cintura.

(...)

El lunes por la mañana después de haber desayunado, se dirigían a Herbología los tres.

—Nos vemos en el invernadero —comentó Harry de repente. Annie le dio una mirada confundida— ya las alcanzo.

—Llegarás tarde, Harry. Está a punto de sonar la campana.

—Las alcanzo  ahí, ¿si? —le dio un rápido beso a Annie y trotó en dirección contraria a ellas.

—¿Qué va a hacer? —preguntó Hermione.

—No lo sé.

Siguieron su camino a los invernaderos para no llegar más tarde de lo que ya iban.

Diez minutos después del timbre llegó Harry y se colocó al lado de ellas.

—Me tienen que ayudar —susurró.

—¿En qué? —preguntó Annie.

—¿Y qué hemos estado haciendo? —susurró Hermione.

—Tengo que aprender a hacer bien el encantamiento convocador antes de mañana por la tarde.

(...)

Annie y el Cáliz de FuegoWhere stories live. Discover now