Capítulo 3

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Alba se debatía entre continuar gritando a Natalia y mantener la compostura. Habitualmente no le era difícil ofrecer su mejor versión de cara al exterior, pero aquella chica había conseguido sacarla de sus casillas. Dándose cuenta de que si seguía chillando sólo conseguiría dar mala imagen, optó por salir de la sala con la mayor celeridad posible, siguiéndole Caprile el paso mientras negaba una y otra vez. Aquella camarera le había dando donde más le dolía, justo en el orgullo, aunque bien sabía que no iba a tardar en recuperarse del mismo. No estaba acostumbrada, en absoluto, a que la gente le hablara de esa forma ni tampoco que no la reconociesen. Era algo que raramente le ocurría y no le gustaba nada.

-Alba, espera – el diseñador trató de hacer que aminorase la marcha, sin éxito

-La quiero matar – apuntó la modelo cuando ya estuvo bastante lejos

-Ha sido un accidente. Tranquilízate

-¡¿Pero tú te puedes creer lo que  me ha dicho?! – Lejos de relajarse, el orgullo herido de Alba comenzaba a aflorar

-Alba, por favor – Lorenzo la alcanzó por fin, cogiéndola suavemente del brazo para obligarla a detenerse – relájate

-Alba, ¿qué ha pasado? – Eduardo apareció visiblemente exaltado

-Nada nada. Ya está todo solucionado - Caprile miró a su expupilo haciendo un leve gesto con la cabeza, indicándole que dejara el asunto estar

-Anda hija que vaya susto me has dado – dijo el chico entre risas – Oye, he hablado con Ago y Jedet para ir a Fabrik. ¿Te acompaño a casa a cambiarte y nos vamos para allá? Total, esto va a terminar ya mismo.- Alba sopesó la idea durante unos breves instantes. Era justo lo que necesitaba para que su rabia se disipara

-No te preocupes, voy yo sola. Nos vemos allí

Bajó las imponentes escaleras de mármol del edificio hasta el recibidor. Mientras recogía su bolso, escuchó con atención. El gentío congregado a las puertas del lugar hacía rato que debía haberse disipado, ya que del exterior sólo percibía el habitual ruido del tráfico nocturno. Por primera vez desde que saliera del evento, respiró con calma. La noche había empezado mal, pero no por ello debía terminar igual. Se relajó, con la mirada puesta en lo que la fiesta podría dar de sí. Sonrió y se encaminó a la puerta, buscando un taxi entre el bullicio de Gran Vía.

En la azotea del Círculo, Natalia cogía el mechero que le ofrecía África para encenderse el cigarro. Se pasó la mano por el pelo, ahora suelto, peinando su media melena con tiento.

-Vaya cagada- Se atrevió a romper el silencio que se había instaurado en las alturas desde su llegada.- Joder, se lo he tirado todo encima.- El evento había acabado hacía a penas unos minutos, y no había dudado en aprovechar la oportunidad de evadirse. Necesitaba soltar la tensión que llevaba acumulada desde el incidente

-Bueno, esas cosas pasan – respondió África con una pequeña carcajada – Tampoco era para ponerse como se ha puesto

-¿Verdad? – Natalia asintió, convencida – Es que no veas. Gritaba como si le hubiera tirado ácido a la cara o algo.- Esta vez rieron las dos

-Oye, esta noche vamos a salir unos cuantos de fiesta. ¿Quieres venirte?

-No sé Afri. ¿Te puedo llamar Afri? – la chica respondió con gesto afirmativo – Mañana trabajo y no debería. No sé

-Venga Nat – se refirió a ella con la misma confianza – va a estar bien. Va, anímate

-Está bien, iré – dio la última calada a su cigarro – Espero que la ropa que traía me sirva

A cualquier otra parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora