Capítulo 20

7.5K 418 261
                                    

Observaba las luces de neón desvanecerse a su paso a través de la ventanilla del coche patrulla. Apoyó la cabeza en ésta con resignación una vez que habían dejado atrás el Capitol. Tanto el subinspector Amores como el agente que conducía guardaron el más absoluto silencio durante el trayecto, inclusive cuando les había preguntado por qué estaba allí. Suspiró, algo más calmada. Tendría que esperar hasta llegar a la comisaría para poder hablar con la inspectora. A pesar de la sorpresa inicial se recompuso enseguida. Sabía exactamente cómo salir de aquella situación.

El agente que conducía detuvo el vehículo frente a la comisaría veinte minutos después, haciéndola salir con cierta brusquedad. La guiaron hasta el interior, sentándola en una silla frente a la mesa del subteniente, quien se había mantenido a un par de metros por detrás de ella.

-¿Le han leído sus derechos? - preguntó el hombre con tono autoritario tras ocupar su asiento

-Sí

-¿Los ha entendido con claridad?

-Sí - repitió con calma

-Muy bien - carraspeó. Sus ojos se movían frenéticos, escrutando cada gesto y mueca que realizara -. Voy a tomarle personalmente las huellas dactilares. Luego podrá realizar una llamada para informar a un familiar o amigo de su detención. ¿De acuerdo? - Chistó a un agente que se encontraba a unos metros de su mesa, que se acercó a ella con presteza y semblante serio para quitarle las esposas. Se frotó las muñecas aliviada una vez que la inmovilización hubo cesado

Tal y como Amores le había informado, la hizo llenarse la yema de cada dedo de la mano de tinta, debiendo plasmar una a una cada huella en una hoja de papel que llevaba su nombre y apellido. Tras esto, puso a su disposición el teléfono de su propia mesa.

-¿Puedo llamar ya? - preguntó

-Tiene cinco minutos - espetó, dejándola a solas

Sin un ápice de duda, descolgó el aparato y marcó el número, esperando pacientemente una respuesta al otro lado de la línea.

-Oye, al final sí que me ha jodido Villar de verdad. Y Alba. Me ha denunciado y ahora estoy detenida en comisaría. En la de distrito Madrid-centro. Sí, en Leganitos. No pienso hablar hasta que llegues, no, no vaya a ser que la caguemos y me toque dormir esta noche en el calabozo

***

-Hizo bien en llamarme, señorita Reche - aclaró Villar al ver el gesto desencajado de la modelo -. Si se hubiera enfrentado usted misma a ella, quién sabe cómo podría haber reaccionado

-Lo sé, inspectora. Ahora sólo espero que diga la verdad y todo esto acabe cuanto antes. Es...una auténtica pesadilla

-Me imagino. Si me disculpa, debería ir ahora mismo a la comisaría para interrogarla. Además - consultó su reloj de pulsera - en breve van a enviarnos los vídeos de seguridad de esta mañana y también tengo que revisarlos

-Por supuesto

-Tenga cuidado y descanse. Lo peor ya ha pasado - intentó animarla -. Seguiremos en contacto

-Gracias por todo - pronunció con voz queda, dejando por fin que Villar se marchara

No fue hasta que escuchó el sonido de la puerta al cerrar que tomó plena consciencia de lo que había ocurrido. Todo había sido demasiado rápido hasta ese momento. Esas décimas de segundo bastaron para que el peso de los acontecimientos cayese por completo sobre ella. Y ahí, en medio del silencio que precede a la tormenta, se rompió. Se encontró sin un motivo lo suficientemente fuerte como para seguir manteniendo su vida. Había depositado su seguridad, su esperanza y sus ganas por ser mejor persona en alguien que no lo era; en alguien que había jugado con ella.

A cualquier otra parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora