Capítulo 7

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-Gracias por venir – Eduardo se adelantó, dándole dos besos e invitándola a pasar

-No hay de qué. Hola Alba – saludó de manera cortés

-Hola – correspondió, tratando de ser simpática

-Bueno Eduardo, ¿qué tenías que contarme?

-Ah eso. Quería enseñarte las fotos de ayer y – Alba lo miró, ladeando la cabeza ligeramente – y quería comentarte otra cosa, pero será mejor que te sientes.- Natalia estaba extrañada, sin entender nada de aquel secretismo que se traían los dos amigos. Poco convencida, dejó el casco encima de la mesa de trabajo del diseñador y se sentó

-Dispara

-A ver. Alba se ha metido en un pequeño lío y necesita tu ayuda. Pero es mejor que te lo cuente ella

-Natalia – la rubia se dirigió a ella, intentando encontrar las palabras adecuadas.– Nunca creí que diría esto, pero necesito tu ayuda. Ayer tuve una entrevista muy importante y me sacaron el tema de la noche de Fabrik. Además, alguien te vio ayer saliendo de aquí, y sabían que yo estaba también. El caso es – tragó saliva – que necesito que te hagas pasar por…mi…novia, pareja, lo que sea.- Natalia la miraba, pasando de ella a su amigo intermitentemente. Nadie era capaz de decir nada

-Tú estás loca. Yo me voy – se incorporó rápidamente para salir de allí, pero Alba la detuvo agarrándola del brazo

-Por favor – suplicó Eduardo – Alba podría quedarse sin trabajo

-Me ha tratado fatal, ¿por qué debería ayudarla?

-Alba, déjanos solos por favor

Resignada y derrotada, salió del local sin mediar palabra. No iba a protestar por mucho que le apeteciese. Necesitaba que Natalia aceptase, y Eduardo era el único capaz de convencerla. Por favor Edu, confío en ti. Natalia, di que sí.

Los minutos se le antojaron horas. El tiempo corría y ella seguía sin obtener respuesta. A través del cristal distinguió a duras penas a ambos; Natalia estaba cruzada de brazos, sentada en la silla; el otro, por su parte, gesticulaba expresivamente. Parecía que habían llegado a algún tipo de decisión, pues Natalia recogió el casco y caminó en dirección a la puerta. Alba tenía el corazón a mil por hora; sabía que de ella dependía todo, y temía que fuese a decir que no. No quería tener que depender de nadie. Lo odiaba profundamente, y mucho más viniendo de Natalia.

-Hemos llegado a un acuerdo – le dijo casi en un susurro, sin detenerse

-¿Y bien? – Alba la siguió en dirección a la moto

-Te ayudaré, pero con una condición – frunció el ceño, visiblemente contrariada – Feliz pero no mucho, ¿eh? – carcajeándose, se giró para mirarla a los ojos

-A ver. ¿Cuál es la condición? – suspiró. No necesitaba más complicaciones

-Ven a tomar algo conmigo

-¿Eso es todo? – no esperaba que fuera tan fácil

-Eso es todo – afirmó, dedicándole una amplia sonrisa antes de ponerse el casco

-¿Cuándo?

-Te recojo en hora y media

-¿Qué dices? Si son las ocho y media

-Por eso. Te escribiré para que me mandes la ubicación. No te arregles demasiado- Arrancó, perdiéndose entre el tráfico de última hora de la tarde. La rubia volvió dentro de la tienda, confusa e intentando asimilar los últimos acontecimientos

-Gracias – fue lo único que consiguió decir antes de abrazar a su amigo

-De nada – le dio un beso en la cabeza, intentando tranquilizarla

A cualquier otra parteWhere stories live. Discover now