Capítulo 14

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-A Valencia.- No existía adjetivo capaz de describir los sentimientos de Alba al descubrir cuál había sido su elección; la que precisamente representaba una pesadilla para ella y a la que no podía hacer frente. Internamente se maldijo una y otra vez, intentando disimular frente a Natalia las ganas que tenía de explotar

-Ah mira – Natalia, ajena al huracán desatado en el interior de la rubia, estaba bastante contenta con la elección-. Pues al final lo de Peñíscola no era tan de broma – soltó una leve carcajada que Alba no siguió, más preocupada por no entrar en estado de shock -. Alba, ¿estás bien?

-Sí, sí – trató de sonar convincente. No podía hablar de eso con ella. Ni con nadie. Sólo había una persona en el mundo que pudiese ayudarla a manejar la situación -. Voy…a llamar a Edu para decírselo si no te importa

-Claro – su tono aún era de entusiasmo -. Yo voy a llamar a mi madre para decirles que ya pueden volver

Alba tenía las pulsaciones por las nubes cuando se levantó del sofá, la cabeza le ardía y las manos le sudaban en exceso. Necesitaba hablar con él cuanto antes. Salió corriendo en dirección a la habitación sin importarle que pudiera levantar sospechas sobre que algo no iba bien. Cerró la puerta y alcanzó el móvil, buscando el número con manos temblorosas.

-Dime que me llamas para decirme que habéis arreglado lo de antes, porque si no voy a Coslada y te moñeo .- Tragó saliva antes de hablar

-Edu…a ver cómo te cuento yo esto – se sentó en la cama, apoyando la cabeza en la palma de la mano -. Con lo que está pasando, Martos y la inspectora Villar nos han recomendado que nos vayamos de vacaciones

-Pero nena, eso es genial – celebró

-No Edu, no lo es

-¿Qué tiene de malo irte con una tía guapísima, cañón y encantadora de vacaciones?

-Que vamos a Valencia.- Esas cuatro palabras bastaron para que cambiase de opinión por completo

-Vale, tiene mucho de malo. ¿Por qué no le dices que vayáis mejor a otro sitio? – era la opción más coherente, eso desde luego

-Porque me va a preguntar por qué, yo no le voy a dar explicaciones y acabaremos en una discusión monumental de la que, sinceramente, ahora mismo no tengo ganas

-Es comprensible.- Meditó durante unos segundos -. Pero míralo como una oportunidad

-¿Una oportunidad para qué? – Aunque su amigo no podía verle, abrió los ojos con énfasis como si le tuviera delante

-Para superar de una puñetera vez lo que pasó – lo dijo con ternura, tratando de convencerla para que lo viese como él lo hacía

-Edu, joder. No puedo – estaba muy cerca del ataque de ansiedad

-Alba por favor, que ya hemos hablado de esto – la quería mucho, y entendía los motivos por los que se encontraba en ese estado, pero en el fondo necesitaba que pasara página

-Mira…voy a… - Alba era incapaz de seguir hablando. Su respiración se había acelerado en exceso y sentía que le faltaba el aire. Su pecho subía y bajaba una y otra vez, totalmente fuera de control

-Alba, ¿estás bien? – No era capaz de responder, tratando de estabilizarse como consecuencia de la sensación de mareo. Tenía la sensación de que en cualquier momento acabaría dando de bruces contra el suelo -. ¡Alba! Voy a colgar ahora mismo y voy a llamar a Natalia. Mierda

El teléfono resbaló hasta caer en el colchón. Levantó la cabeza con demasiada rapidez, aumentando la inestabilidad. Reprodujo una y otra vez la imagen del papel con esas ocho letras escritas que para ella no eran otra cosa que una condena. Tal y como le había dicho a Eduardo, no podía enfrentarse a la realidad de volver a pisar la ciudad. Los recuerdos que la habían torturado durante tantas noches en forma de pesadillas ahora se clavaban en su pecho como balas.

A cualquier otra parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora