Capítulo 8

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No quería levantarse. No estaba preparada para ello. Siempre había conseguido todo lo que había querido, así funcionaban las cosas en su mundo: Alba Reche quería algo y Alba Reche lo tenía. Pero no esta vez. No tenía del todo claro por qué había metido la pata (a fin de cuentas, iba demasiado borracha y colocada la noche anterior como para poder recordarlo todo con claridad), pero sabía perfectamente que se le había escapado la oportunidad de salvar el pellejo.

Se metió en la ducha resignada. Ni siquiera tenía la mente lo suficientemente despejada como para pensar una respuesta coherente que ofrecerle a C. Azul cuando se presentase allí en poco más de dos horas. Pensó en todas las opciones posibles, pero ninguna era lo suficientemente buena como para que fuese convincente. Al final, optó por lo único que le quedaba: contar la verdad. Que todo era mentira, que Natalia y ella no tenían nada. La editora-jefe de Vogue sacaría la entrevista el viernes, la machacaría en el artículo y su reputación caería en picado.

El café la ayudó a despejarse, pero también contribuyó a ponerla más nerviosa. Miró el móvil, recordando al instante que aún no tenía asistente. Tampoco importaba demasiado; no le iba a hacer falta. Comprobó que no tenía ningún mensaje de la morena, pero sí de su amigo.

[09:18] Edu: Nenaaaa qué tal anoche?

[10:24] Alba: Te llamo mejor

[10:25] Edu: Vale

Apretó el botón de llamada, resoplando varias veces.

-Nena, por fin – respondió al otro lado de la línea

-Edu, se acabó – anunció abatida

-¿Cómo que se acabó?

-Que se acabó. Anoche…no recuerdo qué pasó exactamente. Sólo sé que algo pasó, porque tu amiguita me trajo a casa y me dijo que no contase con ella para lo de hoy

-Me caigo muerta – soltó.- Algo hiciste para que te dijera eso, seguro

-¡Yo no hice nada! – se defendió

-No me grites que es muy temprano – pidió, tratando de calmarla.- A ver, ¿qué otras opciones tienes?

-Ninguna buena

-Pues no sé qué decirte

-Anda que eres de gran ayuda – bufó

-Mira cariño – la paciencia de su amigo estaba llegando al límite – yo no te he metido en esto, y Natalia tampoco. Si ella ha decidido dejarte colgada, por algo será. Yo hice mi parte convenciéndola ayer, pero está claro que tú no hiciste la tuya

-No te he llamado para que me tires mierda – Alba estaba comenzando a alterarse

-Ni yo para que me grites y me eches la culpa. Cuando estés más relajada me llamas si quieres

-Bien. Adiós

-Adiós

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-Son las siete de la mañana Nat, ¿qué haces levantada? – preguntó Santi con sorpresa al ver aparecer a su hermana

-No podía dormir – respondió, encogiéndose de hombros

-¿Café?

-Sí por favor.- Se frotó la cara varias veces, intentando ordenar las ideas que no paraban de rondarle la cabeza. En su mente se sucedían imágenes confusas: Alba preguntándole por su vida, clavando la miel de sus ojos en los de ella; luego, la escena del baño. Una y otra vez ambas dos, como si su subconsciente intentara decirle algo

-¿Noche difícil? – Santi colocó una taza de humeante café justo delante de ella, mirándola con cierta preocupación

-Algo así – esbozó una mueca torcida. Prefería no darle detalles

A cualquier otra parteWhere stories live. Discover now