Capítulo 10

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Natalia abrió la puerta, sujetándola para dejar pasar a Alba en primer lugar. Una camarera se acercó a ambas casi al instante.

-Buenas tardes

-Buenas tardes. Reserva a nombre de Natalia Lacunza – anunció la morena sin más. La chica consultó la PDA que guardaba en el bolsillo del mandil

-Aquí está. Seguidme, por favor - Se dirigió al fondo del local, indicándoles que podían tomar asiento en la mesa que quedaba a su derecha.- Enseguida os traigo la carta. ¿De beber qué os traigo?

-¿Alba? – Natalia dejó la elección a la rubia

-Una botella de vino

-Muy bien. Ahora vuelvo – Ambas asintieron, sonriendo

Aunque disimulase excesivamente bien, Natalia estaba nerviosa, y lo estaba por varios motivos. En primer lugar, porque temía que la prensa llegara hasta ellas. No es que a ella personalmente le importase; era por Alba. También le preocupaba que algo fuese a salir mal. Su buen presentimiento no quitaba que aquello pudiera irse al traste. Era bastante impulsiva y no tenía el mejor carácter del mundo, así que no tenía ni la más remota idea de por dónde podía salirle. Por último, era la primera vez que tenía una cita. ¿Esto es una cita? Negó enérgicamente en su interior. Para que lo sea, tendría que gustarme, y sólo me cae bien. Quizás no lo era, pero sí lo parecía. Además, tenía que parecerlo si se daba la ocasión. Cayó en la cuenta de que no habían hablado sobre cuánto más iba a durar la mentira para la prensa, pero tampoco es que le importara demasiado.

-Así que te apellidas Lacunza. No es de por aquí – apuntó, mirando la carta con aire despreocupado

-No lo es. Es pamplonica. ¿En qué momento han traído el vino y la carta?

-¿Eres de allí?

-Mis abuelos lo eran – Reparó en la repentina curiosidad de su acompañante. No terminaba de tener claro si de verdad le interesaba o sólo trataba de cumplir

-¿Y tú no?

-Sí, pero al poco de nacer mis padres se mudaron aquí. No tengo recuerdos de Pamplona. ¿Y tú?

-Yo sí soy de aquí, pero mis padres son de Elche. Y si no te importa, prefiero no hablar de ellos – Intentó sonar amable, a pesar de la incomodidad que le producía el tema

-Está bien. Nada de padres – le dedicó una sonrisa amable.- ¿Tienes hermanos?

-No. Soy hija única. Ya sé que tú tienes uno. Santi, ¿No?

-Sí – soltó una leve carcajada, sorprendida - Pero también está mi hermana Elena, aunque no la veo demasiado.- Dieron un sorbo a sus copas, intentando encontrar la forma de continuar la conversación

-¿Habéis decidido ya qué vais a comer? – la camarera de antes apareció por detrás de Alba. De nuevo, Natalia le cedió la palabra

-Pues…una ración de hummus, un wrap juerguista y una marchosa – La chica apuntó el pedido y se dio media vuelta, marchándose de nuevo.- ¿Por qué me dejas a mí decidirlo todo?

-Porque yo no he comido aquí en mi vida. Ni nada vegano o vegetariano, en general. Confío en tu criterio

-Y sin tener ni idea te la juegas trayéndome aquí. Interesante

-Tengo que confiar en mi nueva novia – la picó, guiñándole un ojo. Alba arqueó una ceja, tardando varios segundos en comprenderla

-Ah, sobre eso…no he pensado en –

-Alba, tranquila. No hace falta pensar en eso ahora. Céntrate en disfrutar de la comida

-Natalia, ¿por qué me has invitado a comer?

A cualquier otra parteWhere stories live. Discover now