Capítulo 19

6.8K 392 270
                                    

A penas media hora la separaba de poder marcharse a casa. Había trabajado todo el día a destajo, encargándose no sólo del caso de Alba sino también de un par de ellos más, lo cual la tenía bastante saturada, pero no por ello iba a rendirse. Una llamada entrante la sacó de sus pensamientos.

-Soy la Inspectora Villar – respondió la mujer, sacando el teléfono de entre las montañas de papeles -. Sí, dígame – sostuvo el auricular con el hombro, tomando nota -. Entiendo. Muy bien – colgó eufórica, dando un salto del asiento para ponerse en pie -. ¡Pablo! – llamó al chico de la mesa que estaba frente a la suya – Nos vamos. Hay que emitir una orden de detención

10 horas antes…

-¿Natalia? ¿Señorita Reche? – La inspectora Villar llamaba a la puerta con insistencia y cierta preocupación

-¡Voy! – Natalia se apresuró a abrir la puerta. Alba permanecía en la misma posición al borde del ataque

-¿Qué ha ocurrido? – preguntó, entrando seguida de varios agentes

-No lo sé. Ella había subido a por la cartera. Yo la esperaba abajo hasta que me llamó a través del telefonillo. Subí corriendo y la encontré así. Le pregunté si quería que la llamara y asintió. Eso es todo

-Comprendo – arrugó la cara, confusa -. Señorita Reche, escúcheme – se había agachado junto a la joven – necesito que se ponga de pie y se tranquilice para que podamos hablar. ¿Me ha entendido? – Aguardaba con paciencia esperando la confirmación de Alba, que tardó apenas unos segundos en llegar. La propia inspectora y Natalia la ayudaron a levantarse, llevándola hasta una de las sillas de la barra de la cocina

-Albi, cariño – susurraba, ligeramente inclinada hacia ella buscando conectar con su mirada – respira, ¿vale? Hazlo conmigo.- Cogió aire con fuerza y Alba la imitó. Aguantó unos segundos, soltándolo; la rubia lo correspondió. Así sucesivas veces hasta que por fin su pecho volvía a moverse a un ritmo normal -. Muy bien cariño, eso es – le acariciaba la mejilla con suavidad, limpiando los estragos que las lágrimas habían causado a su paso, y que podrían tener nombre y apellido

-¿Mejor? – la inspectora se había mantenido al margen mientras Alba recuperaba el control

-Sí – musitó cabizbaja, tratando de poner en orden sus pensamientos

-¿Puede contarme qué ha pasado? – tomó asiento junto a ella, sacando el pequeño cuaderno que ambas chicas le habían visto en alguna otra ocasión

-Sí – repitió, ya mas rehecha -. Subí porque me había dejado la cartera, tal y como le ha explicado Natalia.– Esas siete letras le quemaron los labios. La duda se hallaba ahora en su interior y su nombre sabía diferente -. Entré, y a los pocos segundos alguien...me había inmovilizado, agarrándome del cuello – el relato le ponía los pelos de punta pero tenía que continuar. Las preguntas que la asaltaban lograban mantenerla más activa que compungida

-¿Le dijo algo? – Villar apuntaba cada palabra como si le fuera la vida en ello

-Sí

-¿Qué le dijo?

-Me amenazó. Me dijo que me mataría pronto – Natalia, que descansaba la espalda apoyada en la pared del fondo se encogió, llevándose una mano al pecho como si esa misma frase le hubiera arrancado el corazón de un solo movimiento

-¿Reconoció su voz?

-No. Estaba demasiado en shock. He intentado recordarlo con más claridad pero me es imposible – explicó

-¿Pudo verle?

-No inspectora. Como le he explicado, me había inmovilizado. Llevaba guantes. Me dijo que si me giraba mientras él se marchaba, me mataría aquí mismo. Como comprenderá, no pensaba comprobar si decía la verdad – su voz se había quebrado ligeramente

A cualquier otra parteWhere stories live. Discover now