Capítulo 15

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-¿Alicia? – su voz denotaba una mezcla de sorpresa y fastidio

-¿Te pillo en mal momento? – preguntó con inocencia

-Me pillas en muy mal momento.- Ladeó la cabeza en dirección a Alba, quien parecía esperarla impaciente -. ¿Te pasa algo?

-No, nada. Sólo quería…hablar – su tono se había vuelto seductor

-Pues de verdad que no es buen momento. Te escribo luego

-Te estaré esperando

Fue entonces cuando sintió todo su interior desmoronarse. Tomó consciencia de lo que había estado haciendo, y mucho peor, de lo que había estado a punto de hacer con Alba. Se llevó las manos a la cabeza, negando una y otra vez. Así no. Así no, Natalia. Tú no eres así. La rubia la observó esconderse, hacerse cada vez más pequeña en sí misma sin comprender por qué. Dudó entre quedarse donde estaba o acercarse, optando por la segunda opción al darse cuenta de que luchaba por contener las lágrimas. Gateó hasta quedar a su espalda, acariciándole ésta con dulzura.

-Natalia, ¿qué pasa? – estaba preocupada

-Alba, yo… - intentaba encontrar las palabras adecuadas – lo siento

-No te preocupes, podemos volver a… - dudó

-No Alba – respondió apresurada -. Yo no quería hacer esto. Yo no…

-Vale vale, tranquila. No tienes que contármelo.- Tiró de ella con suavidad hasta recostarla en su pecho. Se dio cuenta de que había metido la pata. De que acababa de ser una egocéntrica sin haber siquiera planteado que a Natalia podrían preocuparle otras cosas a parte de echar un polvo con ella. Y ese golpe de realidad (y no sería el único de los días que les quedaban) la hizo sentir repulsiva por primera vez desde que se conocieran

-Gracias – musitó, tratando de limpiar las lágrimas que aún le quedaban con torpeza

-No me las des. Tú nunca me fuerzas a contarte lo que me pasa. No sería justo que yo lo hiciera – admitió, dedicándole una pequeña sonrisa desde arriba

-Alba, es que – se forzó, intentando ser coherente

-Natalia, de verdad – la cortó -. No tienes que decírmelo. Relájate anda.- Se inclinó para poder darle un beso en la mejilla. Como de costumbre, éste hizo que sus comisuras se elevaran hasta el tope. Suerte que Alba no podía verla

-¿Nos quedamos esta noche aquí y vemos una peli? – propuso. Natalia asintió, aún escondida en su pecho -. Esta noche te abrazo yo
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Aún le duraba la resaca emocional de la tarde anterior. La noche había sido prácticamente idílica: habían pedido comida y visto pelis hasta que el agotamiento se lo permitió. Alba, tal y como le había prometido, la había acurrucado en su pecho hasta caer rendidas. Había sido un plácido sueño y un buen despertar, hasta que el recuerdo le asestó un duro golpe. Se tapó la cara por completo, avergonzada. ¿En qué momento se había dejado conquistar por ella? No iba a negarse que una parte de su interior se lo pedía a gritos; hacía tiempo que lo sabía, pero no entraba dentro de sus planes. No de esa forma, ni en aquel momento.

Lo positivo, por sacarle algo bueno, era de que aunque la llamada de Alicia la había cabreado de primeras, había conseguido frenar algo de lo que se iba a arrepentir de haber sucedido.  Y tan positiva como siempre, decidió quedarse con eso, agradeciendo que el día le regalaba una nueva oportunidad.

-Alba – llamó. Arrugó la nariz levemente. No parecía estar despierta -. Alba – probó de nuevo, sin éxito

Se elevó un poco hasta quedar a su altura. Dejó una ristra de besos por toda su cara, provocando que frunciera el ceño de una forma muy graciosa. Aun así seguía sin reaccionar del todo, por lo que decidió pasar a la acción haciéndole cosquillas.

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