022.

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Cinco

Muchos años en el futuro.

Muchos veranos e inviernos habían pasado ya, ahora no era simplemente un niño de 13 años, si no un hombre mayor, ni siquiera estoy seguro del tiempo que ha pasado, tengo barda demasiado larga para mi gusto y mi cabello cubierto de innumerables canas, me vestía con las ropas que encontraba en lugares abandonados, con mi siempre fiel compañera Dolores, quien ahora estaba sentada donde hace momentos la había dejado, para yo tomar asiento a su lado, en unos  bloques de una construcción incompleta.

---¿Recuerdas esa mansión antigua fuera de la ciudad?--- le pregunté a Dolores, mientras reía por sus comentarios.--- Bueno, resulta que la bodega estaba intacta. Traje un par de cajas de tu vino favorito.--- le confesé mientras tomaba un poco.--- No, estas exagerando, no bebo demasiado...sabes que trabajo todo el día.--- le recordé mientras me excusaba.--- ¿Por qué dices que...

Unos ruidos cerca nuestro llamaron mi atención, sin despegar mi mirada de Dolores y sin hacer algún movimiento brusco tome la escopeta que cargaba con nosotros para cualquier situación, para levantarme rápidamente y apuntar hacia donde provenía el ruido, para darme cuenta que a metros de nosotros se encontraba una mujer impecablemente vestida de negro mientra saludaba amigablemente. 

---¿¡Quién diablos eres!?--- le pregunté, sin dejarla de apuntar con mi arma.

---Vine a ayudarte.--- me comentó la mujer desconocida.

---Dime porque no debería dispararte en la cabeza ahora.

---Porque...---comentó la mujer mientras se iba acercando cada vez más.--- Si lo haces, no escucharas la oferta que estoy por hacerte. Lo que sería bastante trágico dada tu...actual circunstancia. 

Yo simplemente la miraba fijamente, mientras poco a poco, al ver que no era un peligro, fui bajando mi arma lentamente, para verla mejor y para que continuara hablando.

---Trabajo para una organización llamada La Comisión; nos encargamos de la preservación de la continuidad temporal mediante manipulación y eliminación.--- me informó la mujer. 

---No te entiendo.--- le aseguré.

---Las personas aveces toman decisiones que alteran el tiempo.--- comentó la mujer.--- Libre albedrío...no me hagas hablar. Cuando eso pasa, enviamos a uno de nuestros agentes a...eliminar la amenaza.

Ante sus palabras rápidamente volví a levantar mi arma para apuntarla nuevamente, ¿esa tal Comisión me tomaba como una amenaza?, ¿por eso estaba ella aquí?

---No, no, no, no, no lo interpretes mal.--- comentó la mujer mientras soltaba pequeñas risas ante mi acción.--- No eres una amenaza.--- me aseguró.--- Eres un recluta. Vine a ofrecerte un trabajo, número Cinco. Te hemos estado observando desde hace tiempo, y creemos que tienes un gran potencial...tus habilidades de supervivencia te han hecho famoso en la sede central, eso y que puedes saltar en el tiempo.

¿Ellos sabían sobre mi poder?, ¿desde cuando me han estado vigilando?

---¿Estas diciendo...que yo podría irme?--- le pregunté.---¿Qué yo podría...regresar?

---A cambio de cinco años de servicio.--- pidió la mujer.--- Cuando finalicé tu contrato, puedes retirarte en el tiempo al lugar que más te guste con un buen plan de pensiones. 

---Si pueden alterar el tiempo...¿por qué no impiden que todo esto pase?--- le pregunte sin entender el propósito de esta tal Comisión.

---Me temo que eso es algo imposible. Verás... todo esto, estaba destinado a pasar.--- me explica la mujer.

---Es una locura, ¿el fin de todo?--- le pregunté confundido y sin poder creerlo. 

---Te equivocas.--- me interrumpió.--- Tan solo es el fin...de algo. Pero bueno, ¿tenemos un acuerdo?

La mujer estiro su mano en mi dirección, para hacer por hecho el pacto. Veía a Dolores en busca de ayuda, de algún consejo sobre si tomar la propuesta o no, pero creo que ella estaba pensando en todo como yo. Tenía muchas dudas, pero solo pensaba en volver a mi hogar, con mis hermanos, el estúpido del viejo, con...con Amelia.

Después de aceptar el trato, me convirtieron en un instrumento perfecto para rehabilitar a la línea temporal, o a corregirla, como le dicen ellos. No era el único, había otros como yo; seres fuera de tiempo, fracturados, extraídos de las vidas que conocen...no se como llegaron ahí. Pero si sabía que ninguno era tan bueno como yo.

Mi último encargo había sido asesinar a un hombre muy importante en ese tiempo, nada más y nada menos que al presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy. Todo ese tiempo, durante mis "misiones" llevaba conmigo una pequeña libreta con demasiadas anotaciones para que mi viaje en el tiempo no fallará y pudiera volver con mi familia. 

La Comisión no sabía que solo estaba ganando tiempo, tratando de resolver la ecuación...para poder volver. Siempre me faltaban datos para que mi ecuación estuviera perfecta, hasta ese instante, estuve a nada de matar al presidente, hasta que la solución de mi ecuación había llegado a mi cabeza por arte de magia.

Sabía que si lograba regresar, podía impedir el apocalipsis. Anoté la respuesta a mi ecuación en mis apuntes antes de que pudiera olvidarla, al darle un vistazo rápido, y asegurarme de que los números fueran correctos, decidí romper mi contrato con La Comisión. 

---Entonces... ¿eres un sicario?--- me preguntó Amelia, quien era a la que le estaba contando toda mi historia con La Comisión, mientras me ofrecía uno de los dos sándwiches que había hecho anteriormente.

---Sí.--- le respondí con simpleza mientras tomaba el plato con la comida. 

---¿Tenías códigos, no?--- me preguntó, mientras se sentaba en un sillón frente a mí, sin despegar su mirada de la mía.--- Quiero decir, no matabas a cualquiera.

---Sin códigos.--- le confesé.--- Mataba a cualquiera que se metiera con la línea temporal.

---¿Gente inocente también?--- me preguntó, sorprendida ante mi confesión, pero en su mirada notaba tristeza.

---Era la única manera de volver.--- me defendí, no quería que me viera con otros ojos.

---Pero era asesinato...

---Diablos, Amelia.--- la interrumí.--- Claro que lo pensé, un montón de veces, antes de cada misión que me encargaban lo pensaba, te lo juro que lo hacía.--- le confesé.--- Pero solo pensaba en una cosa...en volver, y tenía que hacerlo, tenía que madurar para poder cumplir con mi trabajo, aunque quisiera, en esos momentos ya no era un niño. Ya no existen los superheroes y villanos, solo existen personas...ocupándose de sus vidas. Pero cuando el mundo acabe, todos van a morir...incluyendo nuestra familia.

Amelia guardo silencio por unos segundos, hasta que menciono algo, que por poco no lo escuchaba por lo bajo que había hablado, pero después algo hizo click en mi cabeza, algo me permitió entenderle, rompiendo un poco mi corazón.

---No quiero morir, Cinco.

---Escúchame, escúchame Amelia.--- me paré de mi lugar para tomar de las manos a la chica rápidamente, sentándola a un lado mío en la cama.--- Por eso he vuelto, por eso no me rendí, por eso hice todos esos trabajos sin pretextos...lo vamos a resolver, te lo aseguro.

Mientras le decía eso, no solté sus manos en ningún momento, pero ella no me mirada, su vista estaba fija en el suelo, hasta que con una de mis manos tome sus barbilla levantando su rostro, para darme cuenta como en sus ojos se acumulaban pequeñas lágrimas luchando por salir.

---Tengo miedo, Cinco.--- me susurró la chica, tratando de mirarme sin derramar alguna de sus lágrimas.

Solté un suspiro.--- Créeme, yo también, pero lucharemos...juntos, para evitar todo lo que se avecina. 

Notaba como Amelia trataba de lidiar con toda esta información, sentía como sus manos comenzaban a temblar levemente, probablemente por el miedo, ella evitaba llorar a toda cosa, probablemente porque estaba conmigo, pero a mí no me molestaría verla así, puedo asegurar que aún en el peor caso, ella se seguiría viendo igual de hermosa.

No pude contenerme más y lo hice.

La besé.

[1] Amelia | Número 5; The umbrella academy.Where stories live. Discover now