032.

8.9K 689 52
                                    

Cinco.

Vi como Dot salió de nuestra oficina, después de hablar un buen tiempo con La Encargada, mientras que en sus manos llevaba uno de los tubos con un mensaje en el, seguramente para llevárselo a Gloria.

La seguí con mucha cautela y a algunos pasos de distancia para que no notara mi presencia, hasta que, como lo había adivinado, llego a la oficina de Gloria, la encargada de mandar o no los mensajes que los encargados hacían.

Me teletransporté al pasillo donde estaban todas las calderas en las que enviaban los pequeños tubos a sus receptores, ya que si me veía me atraparían y todo mi plan se arruinaría por completo. No podía permitir que eso sucediera. 

---Gloria, La Encargada sabe que Cinco trama algo.--- alcancé a escuchar, demonios.--- Envía esto a Hazel y Cha-cha cuanto antes.--- la mayor pareció titubear de lo que Dot le pedía, pero la morena volvió a insistir.--- ¡De inmediato!

---Sí, sí, de acuerdo.--- aceptó Gloria mientras tomaba el tubo entre sus manos.

Gloria estaba a punto de entrar a aquel pasillo en el que yo me encontraba, por lo que me teletransporté antes de que pudiera verme y aparecer justo atrás de ella mientras la golpeaba con una herramienta que había tomado antes en la cabeza, logrando que se desmayara y cayera al suelo.

Al ver a la mujer tirada, tomé rápidamente el tubo con aquel mensaje y me acerqué al escritorio de la mujer, decidí sentarme no sin antes mirar levemente la puerta para asegurarme que nadie pasaba por ahí, para después sacar el papel y poder leerlo. 

Re-asignación: proteger a Harold Jenkins.

Esto podría ser una pista, ¿y si ese tal Harold Jenkins era el causante del apocalipsis? Decidí no meterme más en mis pensamientos y poner manos a la obra; en la máquina de escribir que tenía Gloria en su escritorio, decidí cambiar el mensaje, o mejor dicho, hacer dos nuevos mensajes.

Para Hazel:

Eliminar a Cha-cha para extracción.

Para Cha-cha:

Eliminar a Hazel para extracción.

Ya listos los mensajes, me apresuré nuevamente a las calderas, para enviar ambos mensajes pero por diferentes caminos, para que ninguno de los dos agentes descubriera los propósitos del otro.

---Sabes que así no hacemos las cosas aquí.

Una voz me logró asustar, para darme cuenta que era nada más y nada menos que La Encargada, que me había descubierto por completo.

Estaba jodido.

---¿Dónde esta Gloria?--- preguntó la mujer.

---No lo sé, estuve buscándola.--- le comenté, tratando de parecer casual.

Aunque eso no sirvió de mucho, porque cuando La Encargada volteó hacía el escritorio, pudo ver como los pies de Gloria sobresalían de el, ya que la había movido ahí para que no estuviera tan a simple vista.

---Eres una gran desilusión para mí.--- me comentó la mujer, al ver y entender todo lo que había hecho.--- No puedes cambiar lo que esta por venir Cinco. Me cuesta tanto entender que no puedas deshacerte de esa fantasía, eres un perfecto pragmático. Perteneces aquí con nosotros.

Cada cosa que decía la mujer lograba alterar mis nervios un poco más conforme hablaba.

---Yo no pertenezco a ningún lugar gracias a ti.--- la ataqué.--- ¡Me convertiste en un asesino!

---Siempre fuiste un asesino.--- me interrumpió la mayor.

Vi como la mayor desabrochó parte de su falda para de ella sacar una pistola, probablemente la que me había mostrado cuando estaba en su oficina, para apuntarme sin perder tiempo.

---Yo solo te señale el camino.--- continuó la mujer.

Antes de que La Encargada consiguiera dispararme alcancé a teletransportarme, mientras me escondía, escuché como la alarma de evacuación sonaba, y diversos disparos aún se escuchaban.

Escuchaba como la mayor entraba entre los pasillos de las calderas, y cuando lo vi lo suficientemente cerca, lancé contra ella un carrito como de supermercado pero que llevaba en el varias cartas, pero La Encargada pudo detenerlo con uno de sus pies para volver a disparar sin control alguno.

---¿Cuál es la prisa Cinco?--- escuché que preguntó la mujer.--- Acabamos de empezar. 

Quizá no podía verla, pero estaba más que seguro que La Encargada me seguía buscando en la sala de tubos, y no del mejor humor que digamos.

---¿Así es como quieres que sea el último renglón de tu informe?

Decidí reaparecer en el pasillo en el que ella se encontraba, para enfrentarla cara a cara finalmente.

---Cuando muera ya no me importara.--- le aseguré.

---No puedes seguir con esto.--- me amenazó la mujer de cabello blanco sin dejar de apuntarme con su pistola.--- Ambos sabemos que hasta tú tienes un límite...y yo se cual es, o mejor dicho, quién.

No podía evitar enfurecerme ante sus comentarios, ¿se atrevía a amenazarme con mi propia familia?, ¿se atrevía a retarme poniendo en peligro a Amelia, la chica que amo? Eso no lo iba a permitir. Había cruzado mi límite.

---Te salvé de toda una vida de completa soledad.--- me recordó la mujer.--- ¡Me lo debes!

Entonces el momento llego; La Encargada intento disparar nuevamente hacía mi, pero ella olvidaba algo...yo conozco perfectamente sobre estas armas. Conocía su peso y cuantas balas contenía, por lo cual cuando comenzó a disparar conté el número de veces que sonaba el estallido, y al saber que sus municiones habían acabado, decidí aparecerme.

No me hubiera puesta en tal peligro si no tuviera un plan antes.

Sonreí con cinismo en su dirección cuando vi como La Encargada desesperadamente trataba de disparar nuevamente, sin éxito alguno.

---Tengo una deuda...

Me teletransporte ahora a un lado del escritorio de Gloria, en la entrada para el pasillo donde se encontraba La Encargada, pero antes había decidido tomar "prestada" la granada que antes me había mostrado en su oficina. Creo que fue mala idea que me mostrara artefactos como esos.

---...pero no contigo.

Le quité el seguro a la granada, y me despedí con una sonrisa de La Encargada, para después lanzarla en dirección a donde estaba la mujer, y correr para alcanzar a ocultarme afuera de aquella oficina, lo que se escucho después fue el estallido en su interior y montones de llamas saliendo del lugar. Pero me teletransporte.

[...]

Ahora me encontraba en la sala de los maletines, para tomar uno de los estantes, y salir de ahí, no sin antes quitarle el seguro a la otra granada que llevaba y arrojarla al interior de aquella sala.

Corrí hacia el exterior lo más rápido posible, ignorando los llamados del hombre que se suponía que llevaba el control de los maletines, pero no se escucho más cuando la granada finalmente explotó, y antes de que el impacto pudiera llegarme; me teletransporte nuevamente.

Pero ahora al día en que habíamos hecho el trato con Hazel y Cha-cha, tenía que ir junto con mi familia para hacer un plan.

Junto con Amelia. 

[1] Amelia | Número 5; The umbrella academy.Where stories live. Discover now