Capítulo 10

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Cuando abrí los ojos, tardé un momento en saber qué estaba pasando.

Parpadeé al notar un a mi alrededor. Y que mi mejilla estaba apoyada en alguien. Entonces, todos los recuerdos de la noche anterior vinieron a mi mente.

Me aparté con cuidado de Ross, que seguía durmiendo plácidamente. Le puse su brazo encima y salí de la cama sin hacer un solo ruido. Cuando dormía, parecía un verdadero angelito. Fui de puntillas hacia mi armario y me puse ropa interior y mi ropa de deporte.

Y eso que estaba agotada.

Y no de correr.

Eché una última ojeada a Ross antes de salir de la habitación y no pude evitar sonreír. Si fuera siempre así de tranquilito...

No estuve tanto tiempo como de costumbre, así que me detuve para comprar un café para todos y un bote de mantequilla de cacahuete para Sue. Mientras entraba en el edificio, me detuve al notar que me vibraba el móvil. Dudé un momento al ver que era Monty.

Entonces, sin saber muy bien por qué, decidí no responder.

Al entrar en el apartamento, me encontré a Sue rebuscando en la nevera. Ross estaba bostezando en la barra —solo se había molestado en ponerse unos pantalones de algodón, nada más—. Will y Naya llegaron entonces salón con cara de sueño.

—Mirad lo que traigo —sonreí ampliamente, dejándolo en la encimera.

—Creo que te quiero —Naya se acercó.

—¿Café? —Sue me puso mala cara.

—Y un bote de mantequilla de cacahuete para la señorita —dije, sacándolo de la bolsa.

Sue esbozó una sonrisa malvada mientras lo agarraba e iba a por una cuchara. Miré a Ross y le pasé su café. Él me dedicó una sonrisa misteriosa antes de tomar un sorbo.

—Siento el ruido de anoche —dijo Will, sentándose junto a Ross. Yo me coloqué al otro lado de la barra, metiendo azúcar a mi café—. Es que mi cama está rota y hace ruido porque sí...

—¿Porque sí? —repitió Ross, mirándolo con una ceja enarcada.

—Porque sí —le dijo Naya—. Espero que no os haya molestado.

—Yo he dormido muy bien —dijo Ross, antes de mirarme—. ¿Y tú?

Me estaba sonriendo abiertamente. Me puse roja sin saber muy bien por qué. Bueno, sí lo sabía. Él sabía qué implicaba esa pregunta. Como no sabía qué decirle, tomé un sorbo del café.

—Bien —dije al final, aclarándome la garganta.

—¿Bien? ¿Solo bien? —preguntó, ofendido.

—Bastante bien.

—¿Bastante? ¿Eso qué quiere decir?

—Un aprobado —dije, levantando la barbilla—. Muy justo.

—Venga ya. Eso era un sobresaliente.

—Un cinco.

—Un diez.

—Un siete.

—Un nueve y medio como mínimo.

Los demás intercambiaron una mirada confusa.

—¿Ponéis nota a vuestro sueño? —preguntó Naya, confusa.

—Es una afición que tenemos —sonrió Ross.

—Mierda —escuché decir a Sue.

Nos giramos los cuatro hacia ella, que tenía una mueca.

—Está atascado —dijo, viendo cómo el agua del fregadero no bajaba—. Y yo no voy a arreglarlo.

Antes de diciembre / Después de diciembreWhere stories live. Discover now