Capítulo 8

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Al día siguiente, Jack había desaparecido. Intenté disimular mi descontento saliendo a correr. Lo más probable es que tuviera una entrevista en algún lado. Seguía sin acostumbrarme a que todo el mundo lo conociera. Era muy extraño.

Al volver a casa, Mike estaba solo en la barra, mordisqueando un trozo de pizza fría mientras veía a Chris roncando en el sofá.

—¿Qué se siente al haber pasado de ser el parásito número uno al número dos? —bromeé, sonriendo.

—Tenéis suerte de que sea un hombre de moral alta —murmuró—. Si no, esos comentarios me hubieran derrumbado hace tiempo.

—Si solo bromeo —le guiñé un ojo—. Además, seguro que lo de Chris es temporal. Esta noche tiene una cita con Curtis. Bueno, eso intentaré. Tengo que hablar con él.

—¿Y quién es Curtis? ¿Qué me he perdido? ¿Por qué ya nunca me contáis nada?

—Es un amigo mío de clase. Te buscaría una chica a ti, pero ya te sirves tú solo en los conciertos.

—Sí, eso es verdad —sonrió ampliamente como un niño pequeño—. Pero el sexo indiscriminado cansa. A veces, lo que quiero es llegar a casa y encontrar una novia que me quiera y todas esas cursiladas.

—¿En serio? —no pude evitar el tono sorprendido.

—Sí, pero luego veo a Naya embarazada y a Will amargado y se me pasa —sonrió—. Por no hablar de que os veo a ti y a Jackie.

Negué con la cabeza, divertida, y me puse de pie para ir al cuarto de baño.

—Esos pantalones te quedan muy bien, cuñadita —añadió—. Te hacen mucho más... ¡eh! ¡Mi desayuno!

Chris le había lanzado una almohada a la cara y la pizza había caído dramáticamente al suelo.

—Intento dormir —le dijo, volviendo a hundirse en la otra almohada.

—¡Era mi desayuno! ¡¿Cómo te atreves...?!

Cerré la puerta del servicio para no oírlo y me di una ducha rápida.

No pude volver a ver a Jack en todo el día por culpa de mis clases. Y una parte de mí estaba un poco nerviosa. Nunca sabía qué Jack iba a encontrarme al llegar a casa. Algunas veces, dedicaba sonrisas fugaces —porque ya apenas sonreía— y otras era mejor ni dirigirle la palabra. Esperaba que hoy fuera de las primeras y fuera a la premiere de buen humor. 

Sí vi a Curtis, al que iba actualizando de mi vida amorosa vacía e inexistente. Él me escuchaba, como siempre. Era muy buen chico. Al final del día, le comenté lo de Chris y me aseguró que lo animaría a su manera antes guiñarme un ojo y marcharse felizmente.

Al volver a casa era ya muy tarde. Abrí la puerta y vi que había zapatos de tacón tirados por el pasillo, cosa que solo podía significar una cosa: Naya estaba arreglándose yendo de un lado a otro. Efectivamente, vi que salía con un vestido rosa precioso y el maquillaje a medio hacer. Puso una mueca al verme.

—¡Estoy muy estresada!

Me reí. Sue llevaba puesto un vestido, también. Y también le quedaba genial. Incluso se había pintado los labios. Will y ella estaban sentados en los sofás mientras esperaban pacientemente a Naya. Él llevaba un traje negro que le iba como un guante. No pude evitar sonreír al verlo.

Chris, por otra parte, estaba ocupando el cuarto de baño, cosa que no era del agrado de Naya, que le golpeaba la puerta como si fuera a derribarla.

—¡Chris! —gritó Naya, golpeándole la puerta—. ¡Abre la puerta, lo digo en serio!

Antes de diciembre / Después de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora