Capítulo 9

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Cuando me desperté esa vez, estaba sola en la cama. Oh, no. Tragué saliva, mirando a mi alrededor. La almohada olía a él, cosa que me distrajo un momento, pero... ¿dónde se había metido Jack? ¿Se había ido? ¿Otra vez? ¿O...?

El ruido de la ducha. Menos mal.

Mira que eres paranoica, chica.

Volví a dejarme caer en la cama, un poco agotada sin saber por qué, y decidí que no iría a correr por un día. Spencer iba a matarme si seguía sin entrenar. Bueno, tenía tiempo para ponerme en forma en caso de emergencia antes de verlo.

Me puse de pie felizmente y fui a la cocina a hacer café para todos, ya que seguramente ellos no estarían en condiciones físicas de hacerlo por sí mismos después del estreno de Jack. Estaba de buen humor. Seguía sintiendo su beso en la comisura de mis labios. Habíamos avanzado mucho en poco tiempo. Quizá, esa noche volvería dormir a la cama. Nunca había tenido tanta prisa porque fuera de noche.

Estaba tomando el primer sorbo de mi café cuando llamaron al timbre. Le di un trago mientras abría la puerta distraídamente.

Me quedé muy quieta al ver que era el señor Ross.

Durante un momento, los dos nos miramos de arriba a abajo. Él iba vestido tan bien como siempre, pero yo... mierda, iba en mi pijama de siempre. Parecía una vagabunda. Me puse roja al instante, pero el color desapareció de mi cara cuando pasa por mi lado hecho una furia, chocando con mi hombro. Casi se me cayó el café.

—B-buenos días —murmuré, sorprendida, cerrando la puerta.

Él se quedó de pie en medio del salón y miró a su alrededor antes de girarse hacia mí con los labios apretados.

—¿Dónde está mi hijo? —preguntó directamente.

—¿Cuál de los dos?

—Sabes perfectamente cuál de los dos, Jennifer.

Me sorprendió un poco la agresividad de sus palabras.

—Está en la ducha —señalé la puerta, confusa—. Pero, si espera un momento, puedo llamarlo y...

—Déjalo en paz —me cortó con un gesto—. He venido a hablar contigo.

Parecía un poco tenso, pero no decía nada. Me aclaré la garganta.

—Si no le importa, voy un momentito a vest...

—No —me cortó de nuevo—. Siéntate.

Parpadeé, sorprendida por la orden, pero lo hice igual. No quería discutir. Quizá algo estaba mal y por eso se comportaba así. Me senté en uno de los taburetes de la barra y él se quedó de pie con las manos en las caderas. Clavó en mí una mirada que hizo que me encogiera un poco.

—No sabía que habías vuelto —me dijo, y casi sonaba a reprimenda.

Removí mi café lentamente, haciendo tiempo para buscar una respuesta y no parecer idiota.

—Vine hace unas semanas —murmuré.

—Sí, lo sé —me dijo—. Tenía entendido que habíamos llegado a un trato, Jennifer.

—¿Un trato? —repetí, confusa.

—Me dijiste que querías a mi hijo, ¿no? —se acercó—. Dijiste que harías lo que fuera por su futuro.

—Y lo hice —le recordé—. Lo dejé.

—Sí, pero has vuelto.

Me quedé mirándolo un momento, confusa.

Antes de diciembre / Después de diciembreWhere stories live. Discover now