Capítulo 19

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Un mes más tarde

—Por Dios, que alguien mate ya a ese bebé y acabe con su sufrimiento —murmuró Jack, tapándose la cara con un cojín.

Intenté no reírme con todas mis fuerzas. En realidad, yo estaba tan cansada como él, solo que me lo tomaba con un poco más de filosofía. Tenía el llanto de Jane grabado en el cerebro. Y eso que estábamos en una habitación distinta. Escuché los pasos de Will hacia el salón con el bebé para no molestar a Naya. El problema era que el pobre Mike estaba ahí. No tardé en oír sus protestas.

—Se pasa las noches llorando y los días durmiendo —murmuré mirando el techo—. Es como si lo hiciera a propósito.

—Lo hace a propósito —remarcó Jack, irritado—. Es un niño. Es malo por naturaleza.

—¡No todos los niños son malos! —me reí.

—Lo son. Todos. Son como gremlins. Parecen muy adorables, pero no hay quien los aguante.

—¿Y qué hay de Jay y Ellie?

—He cambiado de opinión. Prefiero adoptar un perro.

Sonreí, divertida, cuando Jane volvió a llorar con fuerza y Jack soltó una palabrota. Para mi sorpresa, se quitó a sábana de encima, se puso unos pantalones y fue directo a la puerta.

—Espero que no vayas a matar un bebé —recalqué, incorporándome.

—Claro que no, ¿por quién me has tomado?

—Por alguien que tiene cara de querer ir a matar a alguien.

—Bueno, no estás tan equivocada. Voy a matar a los padres del bebé que no se calla.

Suspiré y me apresuré a seguirlo antes de que se tirara del pelo con Naya. En cuanto llegué al salón, vi que Will acunaba al bebé con los brazos intentando que se callara. Sue—también la habían despertado— y Mike estaban sentados en el sofá con cara de adormilados. Jack estaba de brazos cruzados a mi lado.

—¿Se puede saber qué le pasa? —preguntó el último, irritado.

—Si lo supiera —le dijo Will lentamente—, ¿te crees que no intentaría que dejara de hacerlo?

—Yo creo que nos odia a todos —comentó Mike.

—Pues ya somos dos —murmuró Sue.

—¿Dónde está Naya? —pregunté, confusa.

—Durmiendo —Will casi lo dijo con rencor—. No me puedo creer que pueda dormir con un bebé llorando justo al lado de su cama.

Él puso una mueca cuando Jane volvió a llorar, esta vez con más fuerza. Estaba a punto de ofrecerme a ayudarlo cuando alguien golpeó la puerta principal. Los vecinos. Genial.

En un mes, habían venido como diez veces para quejarse de Jane. Podía entender que les molestara el ruido, pero... ¿qué podíamos hacer nosotros? ¿Tener una habitación insonorizada o qué?

Hasta ahora habíamos tenido suerte. Normalmente, era yo quien les abría la puerta y les explicaba tan bien como podía que ya estábamos intentando calmar al bebé. Si hubiera respondido Sue, probablemente les habría cerrado la puerta en la cara.

Había un vecino en concreto, el de arriba, que tenía demasiado mal genio. Y se acentuaba cuando no podía dormir. Así que imagínate cómo estaba cuando bajaba, me decía de todo y yo tenía que mirarlo con mala cara y callarme las palabrotas que tenía en la punta de la lengua.

Por ese motivo —y porque parecía que Jack iba a matar a alguien de verdad— me adelanté y fui yo sola a la puerta, abriendo con la expresión más amable que pude encontrar en ese momento. Efectivamente, era el vecino de arriba. Y me miraba como si fuera a aplastarme de un momento a otro.

Antes de diciembre / Después de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora