Capítulo 1

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—Entonces... —Shanon me miró a través del espejo, sentada en mi cama—, ¿estás nerviosa?

Yo también me miré a mí misma. ¿Era cosa mía o ese día nada —absolutamente nada— me sentaba bien? Estaba horrorosa. Estúpida ropa. Estúpido cuerpo. Me quité la sudadera de un tirón y la lancé al suelo junto con el ya considerable montón de ropa que había ido descartando en tiempo récord. 

Mi hermana mayor, Shanon, pareció divertida al verme tan agobiada.

—Me lo tomaré como un sí —dijo.

—¿Por qué estoy tan fea con todo?

—Solo te ves fea por los nervios. Y por tu ropa —puso una mueca—. En serio, necesitas renovar tu armario.

—Mi ropa está bien —protesté entre dientes, rebuscando.

—Jenny, cariño, sabes que te aprecio mucho y que eres la mejor hermana que tengo, pero tu sentido de la moda...

—Un momento, soy la única hermana que tienes —la miré de reojo.

—Exacto.

Puse los ojos en blanco.

—¿Te gusta este? —pregunté, enseñándole un jersey rojo oscuro.

—No está ma... un momento, ¡eso es mío!

Lo pegué a mi pecho cuando hizo un ademán de quitármelo.

—Estaba en mi armario —enarqué una ceja—. Ahora es mío.

—¿Qué...? ¡No!

—Ley de propiedad privada. Lo siento.

—¿Ley de propiedad privada? ¿Y eso qué es?

—Lo que me acabo de inventar.

—¿Y es válido?

—Sí. Porque estás en mi habitación. Mi habitación, mis normas.

—Si te quedas eso, tus botas con plataforma son mías. Y el collar azul.

—Sí, claro. Y el armario entero, si quieres.

—¡Pues devuélvemelo!

—¡No!

Forcejeamos un rato antes de que ella se diera por vencida.

—Bueno —puso los ojos en blanco—. Da igual. Sigue quedándome mejor a mí.

—Eso te crees tú.

El rojo oscuro no me sentaba mal. Iba a ser el elegido. Me apresuré a agacharme y empezar a meter apresuradamente en la maleta todo lo que había desechado. Shanon se puso nerviosa al ver que lo dejaba todo arrugado y se agachó para arreglar el desastre. Ella iba doblando la ropa a medida que yo la tiraba —literalmente— en la maleta.

—Cuando te pones nerviosa, estás insoportable —murmuró.

—Pues tú estás insoportable siempre.

Ella se rio, poco ofendida.

—Owen estaría de acuerdo contigo —murmuró.

Owen era su hijo pequeño, el cual había sido un pequeño accidente que había tenido con solo diecinueve años. Es decir... mi edad actual. Mi madre se había puesto bastante intensa —por no decir pesada— con eso de asegurarse de que tuviera cuidado a la hora relaciones sexuales. Mi padre era menos disimulado y me había regalado, directamente, una caja de condones.

Si supieran cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había hecho algo así... bueno, no se molestarían en darme condones. 

—Esto no cierra —protestó Shanon, devolviéndome a al realidad.

Antes de diciembre / Después de diciembreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora