Capítulo 13

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Hola! Os Traigo este nuevo capítulo. Por cómo terminó la cita imagino que todas habeis llegado a la conclusión correcta pero por si acaso dejo un pequeño aviso. En este capítulo hay una escena de agresión sexual. No es explicita pero si no os gusta leer ese tipo de escenas saltaos la parte de la fiesta.
Gracias por su atención.

XIII

Universidad de Boston, 5 años antes.

Salía de la facultad tras un largo día de clases, por fin era viernes aunque tampoco le importaba mucho. Era su segundo año cursando empresariales y le encantaba, siempre le había gustado moverse entre acciones y empresas, le entretenía y le obligaba a no pensar en nada más. Era una estudiante excelente y lo sabía, su madre estaba orgullosa de ella al igual que su padrastro, feliz del potencial que la castaña ostentaba ya que su propia hija había decidido tomar un camino muy distinto, la educación.

Inés sabía que al terminar sus estudios se uniría a Iván Villacis en la empresa familiar, no era una idea que le desagradase en absoluto ya que con el tiempo había aprendido a tolerar a ese hombre que se había casado con su madre.

Iba perdida en sus propios pensamientos, en exámenes que se avecinaban, cuando ante ella se detuvo aquel muchacho de quinto curso tan arrogante y presumido, se llamaba Xavier y desde el primer día que pisó la facultad había intentado conquistarla sin éxito. No entendía qué veían en él todas esas muchachas que suspiraban cuando pasaba, era un chico guapo pero estúpido, estudiaba ahí porque su padre era el gran benefactor de la facultad ya que no tenía más cualidades que jugar a fútbol y contar a cuantas chicas había conseguido llevarse a la cama, Inés no sería una de ellas.

Lo miró intentando descubrir qué demonios buscaba de ella, él le sonrió abiertamente con esa sonrisa que creía irresistible pero con ella era completamente indiferente.

-Buenas tardes Arrimadas, por fin es viernes.

-¿Qué quieres Xavi?

-Corre el rumor que en tu instituto eras la reina, sin embargo aquí en la universidad no te codeas con nosotros que somos los más populares.

-Será por que vine a Boston a estudiar y no a hacer vida social.

-Vamos Inés, no seas aburrida, las clases no han hecho más que empezar y vamos a celebrarlo con una fiesta en nuestra residencia ¿Por qué no vienes?

Sus ojos avellana se clavaron en la clara oscura de ese muchacho, él tenía razón desde que entró en la facultad no había hecho muchos amigos y tampoco vida social, solo se llevaba bien con su compañera de cuarto Cristina, que estudiaba ingeniería mecánica y aun así apenas hablaba con ella. Lo pensó unos instantes, durante un breve momento recordó el poder que sentía siendo la número uno y la nostalgia la invadió, tenía claro que no quería volver a ser esa persona y aun así una parte de ella clamaba por ser aceptada en las altas esferas, a pesar de ser una don nadie venida de un pueblo pequeño.

Aceptó tras unos minutos deliberando y la sonrisa de Xavi se ensanchó, se despidieron quedando que se verían en unas horas y ella se marchó sin reparar en la sonrisa triunfante de ese hombre, sin imaginar un solo instante que él estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para poner el nombre de Inés Arrimadas en su lista.

Llegó la hora de la fiesta y se presentó sola, ya que nadie le dijo si podía llevar a alguien, no se había arreglado en exceso pero tampoco dejaba indiferente, tenía un magnetismo extraño que atraía todas las miradas. Divisó a Xavier y fue a saludarlo, a pesar de que se sentía incómoda, su anfitrión la agarró por la cintura, feliz de verla y con evidentes síntomas de embriaguez, le dio un vaso con cerveza amarga y casi por obligación tuvo que tomárselo, había hecho acto de presencia en esa fiesta y solo a los diez minutos ya quería marcharse, ese no era su mundo, no encajaba en él. Estudiantes borrachos devorándose los labios para no volver a mirarse al día siguiente, se sentía tan fuera de lugar que intentó marcharse, cuando Xavi la atrapó por el brazo impidiéndole salir corriendo aunque era lo único que deseaba.

-¿Dónde vas? Acabas de llegar.

-No me siento muy bien, será mejor que me vaya.

-Entonces deja que te acompañe.

No pudo decirle que no puesto que aumentó su agarre, arrastrándola entre la multitud hacia las escaleras. Intentó decirle que quería marcharse a casa pero estaba mareada, empezó a verlo todo borroso y le echó la culpa a la cerveza ya que ella jamás tomaba alcohol.

Apenas se dio cuenta de dónde estaba, no entendía lo que sucedía a su alrededor ya que estaba difuminado y distorsionado, solo escuchaba risas de hombre, había más de uno, no los podía contar.

Estaba segura de que vivía una pesadilla, de que despertaría en su cama y todo estaría bien. Intentó luchar mas carecía de la fuerza suficiente, con los sentidos embotados por algún tipo de droga que habían metido en su bebida, sentía las manos de Xavier sobre su cuerpo, intentaba gritar pero sabía que era en vano, la música en el piso de abajo amortiguaba sus súplicas y su desesperación, no pudo hacer nada cuando él arrancó su ropa, su olor a sudor y alcohol la mareó aún más, intentó pegarle, arañarle, pelear por mantener su dignidad pero no estaba solo, sus amigos incondicionales lo acompañaban, sujetándola, encontrando la situación la mar de divertida.

-Quédate quieta anda, si dejas de luchar a lo mejor te gusta.

-Suéltame... ¿Tan poco hombre eres que tienes que drogar a una mujer para tenerla?

La rabia se había apoderado de ella, se sentía indefensa pero no iba a quedarse callada, su comentario mordaz enfureció a Xavi que descargó un puñetazo sobre su estómago, cortándole el aliento.

-Iba a ser dulce contigo pero me has cabreado...

Intentó contestarle, intento liberarse pero todo quedó en un intento, él era mucho más fuerte y ella había herido su orgullo. Intentó ser de piedra, que no notaran su humillación, su dolor, mas no lo consiguió, nadie escuchó sus gritos, gritos de dolor que terminaron en llanto cuando se resignó, cuando simplemente dejó de pelear y miró hacia otro lado, cuando pasó de ser una mujer con sueños a un alma rota imposible de reparar.

No contó el tiempo pues parecía haberse detenido, tampoco contó cuantas veces ese hombre la degradó, furioso e incitado por el alcohol y las palabras sórdidas de sus amigos, miró hacia otro lado sabiendo que jamás volvería a ser la misma, que esa herida jamás iba a poder curarla.

Cuando se dio por satisfecho, le tiró su ropa y se marchó, dejándola sola empañada en lágrimas. Ella se vistió como pudo y salió corriendo sin mirar atrás, sin poder soportar las nauseas, el asco, la rabia y el dolor, corrió hasta perderse y al sentirse sola el pánico se apoderó de ella, no sabía a quién acudir y cogió el teléfono marcando el primer número que le vino a la memoria.

Tras varios toques, la voz entre asustada y asombrada de su hermanastra Begoña sonó al otro lado de la línea.

-¿Inés? Son casi las tres de la mañana, si es una broma es de muy mal gusto.

-Begoña... necesito que me lleves a casa.

-¿Estás loca?

Las lágrimas empezaron a fluir sin control mientras el miedo se iba apoderando de ella una vez más, Begoña al escucharla sollozar se alarmó y entendió que algo grave le había pasado a su hermana.

-Por favor, llévame a casa, necesito ir a casa.

-Está bien Inés, dime dónde estás, iremos a casa.

-Estoy cerca de tu facultad, en el parque.

-Entonces no te muevas de ahí, voy a recogerte.

Actualidad:

Entre sudores fríos y un grito ahogado Inés se despertó en su cama, hacía años que no soñaba con esa noche, esa fatídica noche... Las lágrimas empezaron a brotar y se marchó antes de despertar a Iván. Su pasado, sus fantasmas una vez más se hacían presentes en ella, destruyéndola. Había perdido la oportunidad de empezar algo sincero, algo bello con una persona que la quería por miedo, Irene no iba a perdonarla, no después de lo mal que la trato esa noche.

Continuará...

La última miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora