Capítulo 14

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XIV

Llegó el lunes e Irene entró impaciente en su despacho esperando encontrar a Inés, no había podido dormir nada desde la fatídica noche en la que salió corriendo de su coche y no la había vuelto a ver. Estuvo llamándola pero ella no respondió así que decidió dejarle su espacio, esperaba encontrarla en la oficina y recibir algún tipo de explicación a su comportamiento, al menos saber qué había hecho para alterarla de ese modo, mas al entrar en su despacho la mesa que usualmente ocupaba su secretaria estaba vacía y sobre su propia mesa una nota de Gloria diciendo que había llamado para avisar que estaba enferma y no acudiría a trabajar.

Con el ánimo por los suelos al saber que no la vería y convencida de que no había acudido a su puesto por lo ocurrido el sábado, se sintió desfallecer, no podía entender por qué todo había cambiado de la noche a la mañana.

La necesidad de saber, de entender a la castaña le quemaba las entrañas, estaba segura de que su comportamiento se debía a episodios del pasado, recuerdos y fantasmas que la atormentaban y ella necesitaba conocer, quería saberlo todo para poder aliviar ese pánico que pudo vislumbrar en sus ojos avellana.

Finalmente y sin poder seguir con su trabajo, cogió el teléfono y llamó a la única persona que podía arrojar luz en medio de ese caos de tinieblas que componía la vida de Inés.

Los tonos del teléfono fueron sonando mientras ella repiqueteaba con sus dedos sobre la mesa de caoba hasta que la voz alegre de Begoña sonó al otro lado de la línea.

-Irene, qué bien que llames ¿Cómo estás?

-¿Podemos vernos Bego? Es importante.

-Claro... termino las clases a las tres ¿Quieres que nos veamos en algún sitio en especial?

-Ven al despacho cuando acabes.

Colgó tras quedar con Begoña que en un rato se verían y se puso a trabajar para matar las horas, a pesar de que no podía apartar de su mente el recuerdo de la mirada de Inés, cargada de terror, se le encogía el corazón cada vez que pensaba en cómo la había empujado con fuerza, muy fuerte había sido su miedo para hacerla reaccionar así.

Casi cerca de las cuatro, su amiga Begoña apareció en su despacho, asombrada al ver la mesa auxiliar ya que la última vez no estaba. Se abrazaron con fuerza y Befoña en seguida notó lo inquieta y perturbada que estaba su amiga.

-Aquí estoy, Ire ¿Qué sucede? Te veo alterada.

-Necesito que me hables de Inés.

-¿Al final vas a contratarla? Creo que encontró trabajo aunque no ha comentado nada en casa así que no sabemos de qué.

-Inés trabaja para mí desde hace meses.

-No me lo habías contado, así que al final me hiciste caso.

-Bego tú la conoces mejor que yo, al menos has vivido con ella, sabrás los detalles que a mí se me escapan y quiero que me los cuentes.

-No entiendo por qué quieres saber más de Inés si ya trabaja para ti.

-Simplemente cuéntamelo todo, eres mi amiga y no sabía a quién más acudir.

-¿Por qué no le preguntas a ella?

-¿Por qué no me dijiste que era madre?

Begoña se quedó en silencio, conocía bien a Irene y leía en sus ojos la urgencia de saber sobre Inés, suspiró dándose por vencida y esperando que la información que Irene le pidiera no afectase a la castaña en ningún modo.

-¿Qué quieres saber?

-Empieza por el principio Begoña, por el instituto, la mujer que conozco ahora no se parece en nada a la niña que fue, quiero saber qué motivos la llevaron a ser así contigo y conmigo.

La última miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora