ocho

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OCHOtrátame bonito, McCall

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OCHO
trátame bonito, McCall

Los ojos de la morena viajaron al par de personas que estaban en el pasadizo de la escuela.

La escena había cambiado. Ciertamente Lara no había planeado ver a Scott con Allison. Sus ojos habían estado viendo a Lydia, la cual estaba presentándole chicos a Allison. Irónicamente Lara se sintió ofendida. La chica era nueva y tenía más pretendientes de los que ella tenía (o eso pensaba). En cuanto Lydia se fue, Allison había visto a Scott y se había acercado a hablarle. No parecía molesta con él por no llevarla a su casa el día de la fiesta y Lara se preguntó en qué momento él se habrá disculpado.

Aunque la conversación en la que ambos estaban parecía ir bien, pronto cambió. Scott había adquirido una mueca molesta y Allison parecía repentinamente asustada. Sus ojos se desviaron viendo a alguien que la sacara del apuro y para su suerte, Lara estaba ahí.

Aunque la morena no sentía aprecio por la blanca, sintió la sororidad abundar su cuerpo al ver como parecía pedirle auxilio con la mirada.

Lara se acercó cautelosa con los brazos cruzados y es cuando se percató de la casaca que la joven llevaba en sus brazos.

—Hey, eso me pertenece —señaló tocándole el hombro con delicadeza.

Era una excusa pero a la vez era cierto, la casaca era suya.

—Sí, lo sé. Estaba en mi casillero, creo que Lydia la dejó ahí. Se habrá confundido pensando que era mía. Yo tenía una parecida —dijo Allison con rapidez—. En fin, tómala. Tengo que ir a clases ya, voy tarde —fingió ver un reloj imaginario en su mano y sonriendo incómoda se fue.

Mientras Allison pensaba que Lydia había sido, Lara sabía que no, recordaba darle la casaca a Derek Hale esa noche. Inconscientemente pensó en el atractivo del hombre, ignorando por un momento a Scott.

— ¿Enserio fue Lydia la que lo puso el el casillero de Allison? —preguntó el chico con brusquedad.

—Sí, ¿algún problema con eso? —la chica enarcó una ceja pero no contó con que el chico pudo escuchar sus latidos.

— ¿Segura? —se acercó peligrosamente a ella.

El tono de voz que empleaba demostraba ira, lo cual colocó ciertas preguntas en la chica. Las pocas personas a su alrededor comenzaron a notar lo que parecía una futura pelea.

—Sí, ¿lo entiendes o debo decirlo en otro idioma? —espetó con irritación.

Se sorprendió internamente cuando se sintió así. Hace un tiempo ya no se irritaba con facilidad, de hecho, le gustaba no irritarse. Parecía como si flotara en una nube de relajación.

El chico, furioso, se acercó dejando casi nada de distancia. Le arrebató la casaca con fuerza y la olió. Y por si eso no fuera lo suficientemente raro, dijo:

— ¿Por qué huele a Derek?

La chica, un poco confundida, lo fulminó como la mirada y le arrancó buenas la casaca de las manos. Tomó distancia y lo apuntó con el dedo.

—A ver, McCall. A mí háblame y trátame bonito si quieres alguna respuesta, ¿entendido?

Antes de que el chico responda, la joven emprendió su camino hacia su siguiente salón, con un millón de preguntas rondando en su cabeza.

DIE TRYING | Scott Mccall¹Where stories live. Discover now