03

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Después de aquello, Crowley envío a Aziraphale a dormir. Entraron juntos en la cama que compartían, usualmente el ángel leía por horas antes de dormir, pero en ese momento apenas tocó la almohada calló rendido. El demonio espero a que la respiración de su ángel se hiciera más acompasada y lenta antes de salir de la cama con cuidado.

Tenía mucho en que pensar.

Dio vueltas por la casa, llendo de arriba a bajo con las cejas fruncidas y la mente perdida en otro lado. Era una locura.

Salió de la casa y se lío un cigarrillo, disfrutando del sabor del tabaco y la sensación que el humo le causaba en la garganta.

—Se que no quieres saber nada de mi, pero... Dios, ayúdame. —Murmuró intentando que la burla no se colara por sus palabras. — Aziraphale confía en ti, Apesar de todos los errores que has cometido y como te empeñas en arruinar el mundo con tu simple nombre. —Dio un largo suspiro. — Quizá quieras castigarme pero no le hagas lo mismo a Aziraphale, el nunca ha hecho nada malo... Déjanos vivir tranquilos.

Tiro el cigarrillo y lo piso. Se sentía tan idiota de solo haber pensado en eso, y aún más por haberlo dicho. Quizá solo era desesperación y temor de un futuro incierto. Más que nada, temor por perder a su amado ángel.

Regreso a la cama, sintiendo como el ángel se removia suavemente.

—Apestas a cigarrillo. —Murmuró Aziraphale arrugado la nariz.

—Si, angel, lo sé.

—No me gusta. — Se dio la vuelta, dando la espalda al demonio. —Piensa en tu hijo, demonio cabeza de chorlito.

Y así, Crowley no pudo dormir el resto de la noche.

.

Anathema apretaba fuertemente su maleta mientras llegaba al pequeño poblado casi olvidado que agnes había especificado en la carta. Según lo que decía, era que ambos estaban en una casa bastante alejada, casi oculta entre los arboles. Paso un mechón de cabello tras su oído y solo empezó a caminar.

Todo ese asunto no parecía tener sentido. En primer lugar, ¿quién diría que los sujetos de ese día serían relevantes en algún punto? ¡Además de ser un ángel y un demonio! Parecían demasiado cercanos como para ser enemigos desde casi el inicio de los tiempos. Además, siempre creyó que serían criaturas hermosas, no un par de —Ancianos— adultos.

Odiaba tener que dejar a Newton, odiaba tener que dejar Tadfield, pero si lo que decía Agnes era real, no tenía más opción que ayudarlos... Ayudarlos a lo que fuera que estuviera pasando.

Camino casi hora y media antes de divisar una casa campirana, rodeaba de un bellos jardín, solo que Anathema ignoraba que las plantas estaban aterrorizada a más no poder. Era duro para ellas tener que aguantar los reclamos y amenazas de Crowley, al menos Aziraphale era amable con ellas.

Una pena que casi nunca saliera a verlas. Después de todo, el ángel estaba convencido de que Crowley era muy bueno cuidando plantas.

La joven se acercó a la puerta y tocó dos veces. Cuando abrieron, vio al sujeto de gafas y cabello rojo. Este le dio una mirada de arriba a bajo y volvió a cerrar la puerta.

—¿Quién era? —La joven escucho la voz del ángel.

—Una vagabunda. —La joven frunció el ceño.

—¡Santo cielo, Crowley! No debiste cerrar la puerta, podíamos ayudarla.

—Olvidalo, ya se fue. —La bruja volvio a tocar. —Carajo... —Bramo el demonio.

Cuando volvieron a abrir la puerta, Aziraphale le recibió esta vez.

—Tu eres la chica de ese día. —Dice Aziraphale algo confundido. Pero Anathema no respondió. Miraba al "hombre" con los ojos exorbitados y la boca abierta.

—Así que por esto me envió. —Murmuró poniendo su mano en la barriga de Aziraphale. —Esto es imposible...

—¿Que estas...?

—No hay tiempo, vine desde lejos por que necesito hablar con ustedes.

*

Los tres estaban sentados en la mesa, cada uno tenía una taza de té frente a él, así como había un plato de galletas en el medio. Anathema y Crowley se miraban fijamente así como ignoraban sus respectivas bebidas y los bocadillos, Aziraphale por otro lado estaba encantado, eran de sus galletas favoritas.

—¿Que quieres? —Pregunto bruscamente el demonio. Aziraphale miró a la chica sin bajar la taza de la altura de sus labios.

—Se que ustedes, son...

—¿Pareja..?— A completo Crowley con la ceja arqueada.

—¡Crowley! No digas eso.

—¿Que? No, no quería decir eso. Bueno, si, es obvio que son pareja pero no es a lo que me refería. — Los tres bebieron un sorbo del té para aliviar la tensión. — Solo, se que tu estas esperando, y no se que es mas extraño, que seas un ángel o un hombre que está esperando un niño o que el padre sea un demonio.

—Eso no te incumbe, niña. ¿Que haces aquí?

—Malas cosas pueden sucederles. Lo que está pasandoles puede no agradarle a Dios. — Saca de su bolsillo un pedazo de papel, que es la carta que recibió de Agnes. Se la da al ángel.

El bien  y el mal darán al mundo un milagro. La promesa de la paz y unión eterna.  Pero, el cielo y el Infierno aún querrán su guerra, para ello, eliminarán al pequeño milagro antes de ser entregado al mundo. Nunca habrá una tregua y la humanidad sucumbira en odio.

Aziraphale leyo y releyo.

—Por lo que entiendo, lo que sea que esta dentro de ti, puede funcionar como una unión.

—Como un tratado de paz. —Concluyó el ángel.

—Si, pero para eso, hay que evitar que se deshagan de ti.

Crowley tomó el papel y deseo con todo su ser haber escapado a Alpha Centauri.

*

Aveces ni yo entiendo de donde se me Ocurren estas estupideces.

Bell Gut

A unexpected miracle. //Innefable Husbands//Mpreg//Where stories live. Discover now