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-Lo mejor será que se mantengan al margen... Quiero decir, hay que evitar a toda costa que...

-No tienes que decirlo, haré lo que sea para cuidar de Aziraphale. - Interrumpió el demonio a la bruja. -El y yo podremos lidiar con esto, ¿No es así, Ángel? -No hubo respuesta- ¿Ángel? -Aziraphale ya no estaba. Frunció el ceño, pero se sorprendió al ver a la bruja levantarse de golpe. ¿Que demonios le sucedía? La siguió, estando a punto de gritarle que se largará.

Al ver que ella salía por la puerta trasera, se sintió aliviado, aunque claro, al ver a Aziraphale sentado en la mesa que tenían en el jardín para cuando estaban de ánimos para un picnic, lo hizo entender. Ella parecía estar dispuesta a proteger a su ángel, ¿o era sólo a lo que había dentro de él? Camino suavemente hasta dirigirse a la segunda silla, la cual movió para sentarse al lado del de albinos cabellos.

—Ángel...

–¿Que pasa, Crowley? —El demonio mordió su labio, pero después de un suspiro, tomó la mano del ángel para entrelazarla con la suya, agradeciendo que la intrusa se mantuviera alejada de ellos durante un momento privado.

—Eso mismo quería preguntarte. Solo quiero saber que estas bien...

—Lo estoy. —Sonríe. — Admito que estoy aterrorizado pero, esto es una buena oportunidad. ¿No crees? — Crowley no responde. — Si lo que ella dice es verdad, este niño podría evitar que haya más guerras. ¿Entiendes? No más anticristo ni armagedones. Solo paz.

—Ángel... Es muy lindo que pienses eso, pero, se honesto. ¿En verdad crees que la rivalidad que existe desde el principio solo desaparecerá por un bebé?

—Si lo creo. —Crowley suspira.

—Esta bien, esta bien. —Se quita los lentes y soba el puente de su nariz. — Solo, no seas testarudo y ayúdame a cuidar de ti... —Aparta su mano de la del ángel y la dirige al vientre de este. — Por qué no sólo te estaría perdiendo a ti...  —Los ojos del ángel se llenaron de lagrimas y una dulce sonrisa adorno sus rosados labios.

—Crowley...

—Aunque, no se si tu barriga es por el bebé o por los bocadillos que tanto te gustan.

—Enserio eres demasiado cruel conmigo.

—Basta, Ángel. Sabes que no puedo evitarlo...

Y se dieron un corto beso.

*

El cielo mostraba un hermoso crepúsculo. El pelirrojo hombre había puesto en la cama a su ángel, diciéndole que iría en algunos minutos. Bajo junto a la bruja y abrió una buena botella de merlo, tomó una copa para servirse un poco pero, dejó la copa y Bebio directo de la botella.

—¿Que sigues haciendo aquí? —Pregunto al limpiarse los labios.

—Supongo que me mudare cerca de aquí. Creo que mi deber es cuidar de ese niño. — Anathema se acerca al demonio y le quita la botella. — Escucha, se que, por alguna razón que no me interesa, no te agrado. Pero ambos tenemos un propósito en común, cuidar del bebé.

—¿Que hay de Aziraphale? ¿Crees que no note que sólo hablas del niño? —La bruja bajo la mirada

—Mi deber solo es cuidar del niño. Aziraphale no entra en mis responsabilidades. —Confiesa. Crowley suelta una amarga risa. —Pero, mientras aún no nazca, debo proteger a ambos. Después de todo, Aziraphale es quien lo lleva en su interior.

—No te quiero cerca de nosotros. El no te necesita, me tiene a mi.

—Lamento decir, que, en este caso particular, también necesitará de mi. Si es que quieres que viva.

—¿Insinuas que no soy capaz de proteger a la persona que amo?

—Eso mismo. — Se miraron densamente por un largo rato. —Se por que lo digo. No intento tacharte de incompetente, pero ese bebe es mas importante de lo que crees.

—Entonces, dejame cuidar de Aziraphale. Soy el único que puede hacerlo. —Anathema noto como la violencia de las palabras del pelirrojo iba disminuyendo hasta convertirse casi en una súplica.— Esta muy estresado y eso no es bueno. Ni para el ni para... Mi hijo. —Saboteo la última frase, sintiendo algo cálido en su pecho. Una curvatura en sus labios se formó sin que el hubiese querido. Había estado tan precupado que no había tenido la oportunidad de disfrutar de la noticia.

El y su Aziraphale iban a ser padres.

Una familia.

—Al menos dejame estar cerca... —Interrumpió la bruja.

—Sabes que no depende de mi... Si Aziraphale no se siente cómodo con ello...

—Si, si, entiendo.

Ambos se sonrieron.

—Supongo que entonces, tenemos un convenio. —El demonio sonrió.

—Eso creo.

A unexpected miracle. //Innefable Husbands//Mpreg//Kde žijí příběhy. Začni objevovat