08

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Cinco meses antes del nacimiento del bebe.

Crowley estaba sentado en la sala, recargando su rostro en la palma de la mano. Llevaba así casi treinta minutos, mirando a la nada al parecer. Si mirabas fijamente al pelirrojo podías notar que respiraba suave y pausadamente. Si escuchabas, ignorando el canto de las avecillas de fuera, podías escuchar que el demonio realmente roncaba apenas audiblemente.

—Crowley. —Se escucho que Aziraphale llamaba desde el segundo piso. El demonio no respondió, estaba profundamente dormido. El ángel bajó los escalones, con una mano sujetada al barandal y la otra sosteniendo su vientre. Cuando llegó a la planta baja sonrió orgulloso, había bajado sin inconvenientes de mostrándose así mismo y al demonio que no necesitaba ayuda para subir o bajar las escaleras: Era totalmente funcional.

Sus pasos que hacían crujir levemente la madera barnizada del piso se dirigieron a la sala de estar. No escuchaba la televisión encendida o alguno de los horrorosos discos de música que Crowley disfrutaba de vez en cuando, solo había un Pacífico silencio. Cuando lo vio sentado en el sofá que estaba frente al ventanal que daba al jardín sonrió de lado. Los lentes oscuros del demonio colgaban de uno de sus oídos estando a cualquier simple movimiento de caer. Se acercó a él y le retiro los lentes con cuidado, dejándolos sobre la mesa de café al centro de la habitación. Cuando volvió la vista hacia el demonio, este abría poco a poco sus ojos.

—Lo siento, ¿Te desperté? —Crowley sonrie.

—Tranquilo... — Se estira como un mínimo, intentando espabilar.

—Deberías ir a la cama. —El ángel se inclina levemente para besar la mejilla de su... Amigo. La piel que sus labios tocaron se sentía algo rasposa, pues, hacía unos cuantos días que no se afeitaba.

—No, no. Estoy bien. — Se pone de pie, pone la palma de su mano en el vientre del ángel, así como le da un corto beso en la frente. — Ven, hay algo que quiero enseñarte. —Tomo la mano del de ojos zafiro y lo llevó al jardín.

Cuando Aziraphale observó, noto un hermoso par de columpios así como una pequeña casa de madera en la rama de un árbol que daba a una resbaladilla. Sintió sus ojos escocerle y un nudo formarse en su garganta.

—Crowley, esto es...

—Pensé que te gustaría. — Interrumpió. — Lo hice yo mismo. Como ahora te pasas todo el tiempo durmiendo... Creí que podría sorprenderte. — Peinó su cabello hacia atrás, así como infló el pecho lleno de orgullo. — Fue difícil, no podía usar ninguno de mis "milagros demoníacos" pero creo que hice un excelente trabajo. Extraordinario, me parece el término correcto.

—Es hermoso. —Interrumpió el ángel. —Pero se que no lo hiciste por tu cuenta, no todo. Sabes que no soy la gente de tu oficina, se que te gusta alardear. —El demonio finge no escuchar lo último. — Es en verdad perfecto. Gracias.

—Ni lo agradezcas, Ángel. Solo quiero que nuestro hijo tenga... No lo se, ¿un patrimonio? —Ladea la cabeza, dudando si es la palabra correcta. — El punto es, que mientras esté feliz, haría todo por el...

—Sigo creyendo que necesita un nombre... — Comenta con cierto tono que hace entender al demonio que va a seguir insistiendo con el asunto del nombre hasta hacerlo enloquecer.

—Supongo que ya habrás pensado en uno...

—Quizá... Pensaba en algo como Dariel, o quizá Isaias...

—¿Es enserio, ángel? — Arquea ambas cejas.— Ponerle a mi hijo "El león de dios" o el nombre de un estúpido profeta, no es precisamente lo que más me llena de felicidad.

A unexpected miracle. //Innefable Husbands//Mpreg//जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें