Cediendo al deseo...

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Cuando Camila finalmente apoyó la cabeza sobre la almohada, lista para dormir y descansar, eran más de las 4hs de la mañana. Incluso intentó acostarse temprano, pero el anhelo y el deseo contenido por tanto tiempo, hicieron con que ella y Lauren ni siquiera pensaran en dormir, durante horas.

¿Qué había sido eso, por Dios? ¿Qué loca e insaciable lujuria era aquella que no permitía descansar, que hacía que el cuerpo pidiera siempre por más?

Ella estaba muy sorprendida con Lauren. No asustada, sino agradablemente sorprendida. No faltó cariño, besos o delicadeza, pero al mismo tiempo la delantera era voraz, salvaje.

Camila sintió un escalofrío recorriéndole la espalda al recordar esos labios que bajaban allí, su lengua recorría los rincones más íntimos de su cuerpo, lamiéndola por completo, tomándola de las más variadas maneras, dejándola más húmeda de lo que ya estaba.

Habían hecho el amor como nunca antes, medio boca abajo, medio de cuatro en la cama. Nunca había pensado en eso, porque tal vez ni siquiera lo habría hecho si se hubiera detenido a pensar. Pero esa noche, se dejó llevar por la calentura y se entregó completamente a Lauren.

La sintió jugar con esa lengua nerviosa en su sexo, penetrando lentamente, llevando consigo toda la humedad que seguía goteando por ella. Luego sus labios se dirigieron hacia su trasero, besándolo suavemente, oliendo la piel, como si quisiera guardar en la memoria el olor de su cuerpo.

Se volvió loca cuando la delantera cubrió su cuerpo con el suyo, su sexo rozaba su piel, sus labios buscaban ansiosamente los de ella. La respiración jadeante en su oído, los mordiscos en su oreja, y las manos de Lauren, curiosas, insaciables, entre sus piernas, la tomaron por completo, mientras se besaban.

La sensación de placer era indescriptible y abrumaba a Camila con una intensidad nunca antes sentida. No contuvo los gemidos. Se dejó temblar bajo el cuerpo de Lauren e incluso antes de recuperarse, la oyó susurrarle al oído.

-Estás mojadita, ¿eh? – preguntó, tocando nuevamente su vagina.

Camila se escuchó murmurando un sí desesperado.

Un beso con ganas y voracidad.

-Quiero probarte. Vendrás en mi boca, ¿verdad?

La levantadora sintió que toda la excitación volvía a su cuerpo a petición de Lauren. Consideró darse la vuelta, pero ella no lo dejó. En cambio, levantó las caderas de Camila y se acostó debajo de ellas, a la altura de su coño. Luego, sin mucha ceremonia, se lo llevó a la boca otra vez.

Devorada. Era la sensación que tenía Camila. Toda esa boca cubriendo su feminidad, la lengua invadiéndola y volviéndola loca con ese constante vaivén. Mientras tanto, las manos de Lauren presionándola hacía abajo, en un movimiento de ida y vuelta, frotándola aún más.

La excitación habló más alto e inmediatamente la levantadora fue nuevamente atacada por las contracciones y convulsiones producidas por los orgasmos. Ellos fueron que la hicieron menear, rozar, frotar, cada vez más rápido en Lauren, hasta que nuevamente sintió que la humedad chorreaba entre sus piernas y su cuerpo se relajaba lentamente.

Cayó cansada y sin aliento sobre la cama y la sintió levantarse, besando su cuerpo de forma tranquila y gentil. El beso fue tierno y sencillo, pero Camila sonrió ante el sabor en los labios de Lauren. Quería más. También quería tenerla.

Esta vez, frente a frente, cuerpos encajados, ambas se amaron y acariciaron nuevamente. Las manos palpando senos, sexos, espalda, trasero. Tomando, tocando. Todo era placer y deseo.
Sin descanso, se amaron durante horas. Agitadas, sudadas, temblorosas, jadeantes, pero felices.

Jugando Con El Amor ||Camren||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora