Quiero ser feliz también...

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Cuando finalmente llegaron al restaurante, Keana dio un respiro de alivio. El coche del cual había visto salir Camila no estaba más estacionado. Estaba casi segura que la levantadora ya se había ido.

Lauren apenas estacionó el auto y se bajó apresurada, entrando al local tan intempestivamente, que varios clientes se volvieron hacia ella.

-¿Algún problema? – preguntó la dueña del establecimiento detrás de un mostrador.

La jugadora de voleibol buscó a Camila con la mirada, pero no la encontró.

-¡Ella ya se fue! – dijo al sentir a su prima atrás de sí.

-Te lo dije. Hace tiempo que salí de aquí – explicó Keana – Vamos a tu casa, Laur. ¡Ella te lo explicará todo a la tarde!

-¡Todavía no! – insistió la atacante acercándose al mostrador. Su tono de voz volvió a ser tierno y dulce – Buenos días, tal vez usted pueda ayudarme.

La dueña del establecimiento sonrió con simpatía.

-¿En que puedo ayudarte, hija mía?

-Estoy buscando una amiga mía. Morena, alta, ojos marrones. Olvidó su bolso con todos los documentos y el celular en mi casa. Y realmente quería devolvérselo. – inventó Lauren – Mi prima dijo que ella estuvo aquí hace rato. Quizás te acuerdas de ella.

La mujer frunció el ceño, como si estuviera recordándose. Pero luego balanceó negativamente la cabeza.

-No, querida. No recuerdo a nadie así. Pero, ¿por qué no le preguntas al muchachito que cuida los coches ahí enfrente? Él está aquí desde temprano.

Lauren sonrió agradecida.

-Muchas gracias, señora.

-¡Laur, lo que estás haciendo es ridículo! – dijo Keana al darse cuenta de la intención de su prima de habla con el chico. – ¿Por qué no esperamos a que Camila vuelva a casa y que te lo explique?

-Porque si ella mintió antes, puede mentir de nuevamente – dijo Lauren, acercándose al niño que cuidaba los coches. –Hola– dijo sonriendo.

Él lo miró con recelo.

-La dueña del lugar dijo que estás aquí desde temprano.

-Sí estoy, ¿por qué?

-Porque me perdí de una amiga. Y necesito encontrarla. Puede que la hayas visto ya que ella estuvo aquí de mañana. Ella es alta, morena, ojos marrones... ¿Recuerdas a alguien así?

El niño pensó por un momento.

-Lo recuerdo, Señora. Pero te costará 5 dólares.

-¿Cinco dólares por una información? – Lauren se espantó, hurgando en el bolsillo de su pantalón. En su prisa por salir de casa, se había olvidado de su bolso. Por un milagro, encontró dos dólares en uno de los bolsillos traseros. –Salí de mi casa a toda prisa, solo tengo ésto – le explicó al niño. – ¡Ayúdame y luego te traigo lo que falta!

El niño miró a Lauren atentamente. No parecía gustarle mucho la idea, pero terminó cediendo.

-Escuché a la mujer comentando a la morena algo sobre el gimnasio, señora. – dijo para luego señalar – ¡Se fueron en esa dirección!

-¿Gimnasio? – extrañó Lauren – ¿Qué querría Camila en un gimnasio? ¿Y quien es la otra mujer?

-¡Eso lo no sé! – dijo el niño encogiéndose de hombros y alejándose de la chica.

Jugando Con El Amor ||Camren||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora