Capítulo 3

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El Cáliz Envenenado

Diana se encontraba observando el bello amanecer que coloreaba el cielo con sus matices rosados y naranjas; sus labios, portadores de una sonrisa, estaban entreabiertos, dejando escapar una dulcísima melodía:

- 🎶Under your spell again.
I can't say no to you.
Crave muy heart and is bleening in your hand.
I can' t say no to ypu.
Shouldn't let you torture me so sweetly.
No, i can't let go this dream.
I can't breathe but i feel good enough🎶

- Buenos días, Diana. ¿Por qué tan contenta?- se escuchó una hermosa voz femenina que acababa de entrar por la puerta abierta de la estancia.

- Buenos día, Morgana. Gwen- saludó Diana, mirando a las dos mujeres con una sonrisa.

- Buenos días, mi lady- dijo Gwen, haciendo una reverencia.

- No te regaño por las formalidades porque estoy muy feliz- dijo Diana, acercándose a ellas con una expresión radiante- La vida es hermosa, chicas.

Morgana y Gwen se miraron intrigadas.

- Tus ojos brillan- comentó Morgana.

- La bella melodía que estaba cantando era muy romántica- añadió Gwen.

- ¿Te gustó? Acabo de componerla. Fue algo espontáneo- dijo Diana.

- Mi lady canta como los ángeles- elogió Gwen.

- Así es; pero, ¿en quién te inspiraste?- inquirió Morgana con sospecha.

Antes de de Diana pudiera dar su excusa, Arthur irrumpió en su habitación.

- Chicas, menos mal que las encuentro juntas. Deben arreglarse para asistir al recibimiento de Lord Bayard de Mercia- dijo para después marcharse.

- ¡Qué fastidio!- rezongó Morgana- Hablaremos luego, Di.

Cuando ella y Gwen abandonaron la estancia, la princesa emitió un suspiro de alivio.

[******]

Diana había ido junto a su padre para recibir al rey Bayard. Ese tipo de eventos le aburrían, por lo que se retiró en cuanto pudo. En el pasillo se encontró con Merlín y Gaius, quienes no alcanzaron a verla porque estaba casi oculta por una de las columnas; pero ella sí vio claramente cuando Merlín, quien llevaba en sus manos los atuendos reales de Arthur para la recepción de esa noche, tropezó con una hermosa sirvienta de Bayard y se entretuvo en coquetear con ella mientras le ayudaba a recoger las cosas que se le habían caído en el choque. La sonrisa de Diana se esfumó, sintiendo una gran molestia y enfado por esto, porque parecía que para él no contaban las noches que habían pasado juntos durante esas últimas semanas, contemplando las estrellas e intercambiando miradas que ella creyó que significaban algo. A la vez, le daba mala espina la hermosa doncella. Algo no andaba bien.

- Mi nombre es Kara- dijo la mujer.

- Soy Merlín- se presentó este con una sonrisa.

- Eres el criado de Arthur. Debe ser un honor- comentó Kara.

Merlín y la Princesa del DestinoWhere stories live. Discover now