Capítulo 8

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El principio del fin

El sonido de las campanas llamó la atención de Merlín, quien sabía que eso solo podría significar una cosa: hechicería. Salió al patio del castillo para investigar, cuando una asustada voz infantil, resonando en su cabeza, lo hizo mirar en todas direcciones.

- Ayúdame- suplicaba la voz.

Merlín observó que los guardias del palacio buscaban por todas partes a alguien.

- Me buscan a - aclaró la voz, y Merlín pudo ver a un precioso niño de expresivos ojos azules y cabellos castaños ondulados escondido bajo una manta, cerca de unas cajas.

- ¿Por qué?- a Merlín le sorprendió ser capaz de hablar mentalmente con el pequeño.

- ¡Van a matarme!- fue la respuesta llena de miedo- ¡Por favor, ayúdame!

Merlín miró hacia todos lados y asintió con la cabeza.

- Por aquí- indicó, señalando una entrada del castillo- ¡Corre! ¡Corre!

El niño obedeció y corrió, metiéndose en el pasadizo junto con él; pero, por desgracia, los guardias lo vieron y empezaron a perseguirlo. En un impulso, Merlín tomó de la mano al niño e irrumpió con él en la primera habitación que encontró, que resultó ser la de Morgana.

- ¿Has olvidado cómo se llama a la puerta, Merlín?- le regañó Morgana, quien estaba en compañía de Gwen y Diana.

Los ojos asombrados de las tres jóvenes se posaron en el niño. Merlín lo notó.

- Lo persiguen los guardias- habló con rapidez- Por favor, ayúdennos.

En ese momento, tocaron a la puerta. Morgana señaló las cortinas.

- Ahí detrás- indicó.

Merlín y el niño se ocultaron en el lugar señalado, mientras Morgana abría la puerta.

- Mi lady, lamento molestarla- dijo el guardia- Es que hay un druida suelto en los alrededores. Cierre con llave y tenga cuidado.

Tras marcharse el guardia, Diana y Morgana abrieron las cortinas y vieron que el niño se había desmayado en los brazos de Merlín. Estaba herido y sangraba.

- Por un momento, creí que nos entregarías a los guardias- dijo Merlín a Morgana, mientras Diana acostaba al niño en la cama y examinaba su herida para después proceder a limpiarla.

- Agradezco tu fe en mí, Merlín- dijo sarcásticamente Morgana- ¿No pensaste que Diana también podría haberte delatado?

Diana la miró ofendida y le arrojó el trapo que utilizaba para tratar la herida del pequeño.

- A Diana le confiaría mi vida sin dudarlo- soltó Merlín sin pensarlo, sonriéndole a la princesa, quien lo miró tiernamente.

Morgana los contempló boquiabierta durante un momento y luego sonrió.

- Oh, ustedes...- trató de decir.

- Nosotros nada, Morgana- le cortó Diana aún enfadada- Habla menos y ayuda más.

Gwen estaba igual de sorprendida, pero no dijo nada. Solo las ayudó a curar al niño.

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El rey presidía la ejecución de un druida, que resultaba ser el padre del niño quien, asustado, se aferraba a Diana, recostado en su regazo. Ella lo acariciaba para tratar de calmarlo. Morgana y Merlín miraban por ls ventana.

Merlín y la Princesa del DestinoWhere stories live. Discover now