Capítulo XXI

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Toqué la manilla de mi puerta con la yema de los dedos y todo el calor de la mano de Lorent se desvaneció. Instantáneamente el frío metal recorrió cada poro de mi cuerpo. Mi sonrisa aún no había sido borrada, en unas horas volvería a encontrarme con él para nuestra tercera cita. Extrañaba el olor de su abrigo y su bufanda, que tuve que devolverle antes de entrar al edificio para no levantar sospechas.

Por supuesto, Robin me esperaba dentro de mi habitación, me puso los medicamentos que mi cuerpo necesitaba y escuché uno de sus sermones a los que le presté poca atención. Comentó algo sobre mi tratamiento y las actividades sociales que habían preparado para mí al día siguiente. Yo solo pensaba en qué iba a ponerme para ver a Lorent más tarde esa noche. Habíamos quedado en vernos en tres horas, cuando las luces del hospital estuviesen apagadas y los vigilantes hicieran el cambio al turno nocturno.

Unos minutos después, tras las advertencias de Robin de no salir de la habitación fuera del horario permitido, sustituí mi ropa por un abrigo peludo con un vestido de tela gruesa color mostaza debajo que cubría lo suficiente para ocultar mis brazos amoratados, mis piernas las escondí debajo de medias panty negras de microfibra especiales para el invierno que camuflaron muy bien mis moretones azul violáceo y amarillo verdoso, un gorro gris de invierno me cubrió las orejas y unas botas negras. Mi madre había empacado muy bien toda mi ropa nueva, así que tuve que pasar un largo rato ordenando mi habitación del desastre que había hecho.

Por primera vez en mucho tiempo me sentí conforme con lo que veía en el espejo. Incluso usé los esmaltes de uñas y el maquillaje que me había regalado Robin para cualquier ocasión que no fuera esta. Cubrí los defectos de mi cara con una gruesa capa de base tan pálida como mi piel y hasta algunas de mis pecas quedaron escondidas bajo el maquillaje.

Si Robin se enteraba que iba a salir con Lorent, me mataría.

Habían pasado más de dos semanas desde el día de mi huida y, después de todo, no sabía lo que era vivir, pero sí entendía lo que era sentirse con vida al estar cerca de Lorent. Él me hacía sentir cosas y yo no era de las personas que sentían cosas.

Se hicieron las doce y, puntualmente, escuché un sonido parecido al de un chasquido de dedos que provenía de la ventana de mi habitación, luego le siguió otro y fui directo a ver qué ocurría. Miré hacia abajo y mis ojos se encontraron con los de Lorent.

Me sonrió y pensé que tenía excelente puntería desde aquella distancia, me hizo una seña para que bajara y luego señaló el ala B del edificio, eso quería decir que me esperaría allí, así que asentí dejándole saber que lo había entendido.

Iba recorriendo los pasillos de un lado a otro con una sonrisa en mi rostro. La distancia del ala A al ala B quedaba tan lejos como están el oriente del occidente, cada remoto sonido hacía que me sobresaltara y los pasillos oscuros me ponían nerviosa. Cuando estaba a punto de llegar a la salida, mi cabeza se tropezó con alguien que, sin dudarlo, también estaba fuera de su habitación a escondidas. Un chico de piel oscura se detuvo frente a mí casi con la misma cara aterrada que yo había puesto, ambos creíamos que alguien nos había pillado y estuvimos a punto de gritar, pero él logró taparme la boca. Un gesto que me pareció haber vivido anteriormente en situaciones más aterradoras.

Lo reconocí enseguida.

ㅡOh, gracias a Dios ㅡexclamóㅡ. Pensé que lo había arruinado todo otra vez.

ㅡ ¿Otra vez? ㅡpregunté.

ㅡSí. No es la primera vez que arruino mi escapada a una fiesta.

ㅡ ¿UNA FIESTA? ㅡesta vez mi tono de voz sonó tan agudo que casi despertó a todo el hospital.

ㅡShhhttt ㅡsusurróㅡ. Hey, no te preocupes, no es tan malo como parece. La primera vez que fui pensé que me metían a una secta satánica, pero ahora que lo sé todo, no es tan descabellado como parece.

Buscando estrellas muertas © COMPLETA ✔️Where stories live. Discover now