Capítulo XXVIII

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Tenía que irme, necesitaba con urgencia abrir el diario de Allie y verificar que lo que había recordado era real y no otro juego de mi mente. Nadé rápidamente hacia la orilla e intenté exprimir mi ropa, pero era inútil.

ㅡ ¿Estás bien? ㅡpreguntó Aidenㅡ ¿necesitas ayuda?

ㅡTe... tengo que irme ㅡrespondí tiritando.

ㅡImposible, tenemos que esperar un poco más. Al menos, una hora más.

Había sacado un par de novedades de ese recuerdo: a) ahora sabía de dónde había sacado la libreta de Allie y b) ella era quien había hecho que yo sacara toda la fuerza que tenía dentro para matar a Erik.

Matar a alguien no era mi motivación principal, y no voy a negar que se me pasó ciertas veces por la cabeza durante mi cautiverio, pero estaba segura de que sin ella no hubiese logrado salir de allí, así no hubiese puesto un dedo físicamente en ello.

Ver a mi hermana me hizo entrar en razón y si quería algún cambio en mi vida, tenía que hacer algo por mi cuenta, tomando todo riesgo y asumiendo cualquier consecuencia.

Me preguntaba cuál había sido su plan original, ¿estaba tan segura de que la policía no llegaría a tiempo que tuvo que tomar la valentía de seguirnos? La admiré, pero lamentablemente su plan no había funcionado, había tenido que recurrir a la segunda parte del plan: matarlo.

Un sentimiento de odio se formó dentro de mí, quería que alguien me dijera la verdad de una vez por todas. Si lo hubiesen hecho desde el principio, estoy segura de que recordaría todo de un solo golpe, aunque quizá eso no fuese tan bueno.

Después de secarme el cuerpo y dedicarme a secar durante casi una hora mi ropa con el secador de pelo de los sanitarios, salí a reencontrarme con Aiden y traté de sostener el dolor contenido. No dejé que supiera que estaba pasando por un mal momento, pues la situación me resultaba insoportable. No quería estar allí. Estaba ansiosa por marcharme, pero sabía que no podía.

Se hacía la hora de volver al edificio, de modo que, aunque mi ropa estaba un poco húmeda todavía, colgué mi grueso abrigo caliente sobre mis hombros y salimos rumbo al hospital. Aiden garantizó siempre que me encontrara bien en nuestro regreso y no tuve que hacer mucho esfuerzo para hacerlo, pues me mantuve callada la mayoría del camino y no necesitaba demasiado aire en mis pulmones por esa misma razón, no lo estaba perdiendo por medio de una charla. No me encontraba en el mejor momento para tener una conversación con alguien que no conocía, pero creía que tal vez me hubiese hecho bien volver a ver a Lorent.

Aunque, seguramente, a él no le habría hecho nada bien verme.

Algunos chicos estaban regresando de la fiesta en silencio. Me asustaba que fuéramos descubiertos. Alcé un poco la vista, pero no había señales del chico del que me estaba enamorando perdidamente, pensé que ya había entrado y estaba en su habitación. Nuestra atracción pendía de un hilo, pero yo no quería dejarla caer.

Tuve que volver sola al tercer piso, ya que era la única que no encajaba en el grupo de los del primer piso. En cuanto volví a mi habitación con el corazón en la garganta, me aseguré de cerrar la puerta primero para luego encender las luces, me cambié de ropa a una más cómoda y caliente, y lo segundo que hice fue sostener el diario de Allie entre mis manos, queriendo encontrar las palabras que habían aparecido en mi cabeza mientras estuve bajo el agua.

Lo abrí con la certeza de que lo que iba a encontrar allí, no me gustaría ni un poco. Pasé las páginas con destreza hasta llegar a la última que había leído sobre mi supuesta muerte, que fue cuando no tuve el valor de seguir leyendo unos días atrás. Una página más allá de ese relato, encontré otro que me dolió mucho más. No me había percatado de que la historia seguía.

Buscando estrellas muertas © COMPLETA ✔️Where stories live. Discover now