Capítulo XXXI

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Me mantuve con Robin en el teléfono mientras le explicaba el exacto lugar donde nos encontrábamos Lorent y yo, pues me había pedido que le enviara la ubicación en tiempo real y no tuve idea de cómo hacerlo. Me sentía inútil.

Robin no podía creer que estuviéramos tan lejos. Casi de inmediato, en menos de tres minutos, vi un equipo de paramédicos atravesar el bosque detrás de nosotros, todos pasaron frente a mis ojos en cámara lenta, como en el rodaje de una película trágica. Robin fue la primera que apareció en la escena con el móvil todavía pegado a su oído y conmigo en la línea. Dejé caer mi mano cuando la vi. Ella se acercó a Lorent para tomar su pulso e inyectarle lo que supuse que era un sedante. Pude ver que daba la orden de que me alejaran de él haciendo un gesto brusco con las manos. No podía escuchar las voces de los demás, pero veía cómo gesticulaban las palabras en sus labios.

Unos brazos me rodearon por la espalda levantándome con mucha facilidad del suelo, pero no sentí el tacto, sino el empujón de mi pecho hacia atrás. Tuve la sensación de que no había aire en la atmósfera y que mi cuerpo flotaba como el de un astronauta.

Las incontables lágrimas seguían corriendo por mis mejillas hasta el borde de mi mentón. Levantaron a Lorent para acostarlo boca arriba en una camilla de color naranja y lo envolvieron en una capa de aluminio térmico para controlar su temperatura.

Me llené de una fuerza sobrehumana cuando se alejaron del lago y pude zafarme de los brazos que me rodeaban. Me estaban alejando de una parte de mí, de algo que me pertenecía, de sus ojos azules que no estaba dispuesta a dejar ir.

Así pues, los seguí hasta la ambulancia que nos esperaba en un camino de tierra que estaba detrás de los árboles, me subí y en cuestión de segundos, la ambulancia comenzó a subir la colina hacia el hospital. No aparté la mirada de su rostro en ningún momento con la esperanza de que sus ojos se abrieran y todo habría acabado. Pero eso no ocurrió.

ㅡNo responde. La temperatura es muy baja ㅡescuché a alguien decir.

Quise preguntar qué era lo que no respondía. ¿Su corazón? ¿Su cabeza? ¿Su cuerpo entero? Pero nada salió de mi boca, estaba petrificada.

Parecían haber pasado segundos cuando ya no estuve cerca de él. Me quedé sola en el medio del pasillo sin darme cuenta, todos se alejaron de mí, sin llamar la atención de nadie. Comencé a dar pasos de un lado a otro frente a las puertas del ascensor mientras le hacía seguimiento a medida que ascendían de un piso a otro.

Sin tiempo a digerir lo que estaba pasando, el móvil me tembló en las manos. Al principio pensé que era yo misma la que temblaba, pero resultó ser una notificación de la aplicación que Robin le había descargado a mi móvil para organizar mi nuevo cronograma de actividades.

Sesión con el Dr. P. Sanders

45 minutos restantes

Consultorio

ㅡQue le den al Dr. Sanders ㅡdije entre dientes con molestia, no sabía quién era el Dr. Sander y no me interesaba saberlo en absoluto.

Pulsé el botón de silenciar con fuerza unas diez veces, estando consciente de que ya se había silenciado y estuve a punto de lanzar el móvil contra una pared.

Estaba fuera de mis cabales, sin pensar conscientemente sin opciones y con verdades a medias. En ese punto comencé a desconfiar de Lorent, ¿cómo sabía él el nombre de mi hermana? ¿Qué tenía que ver con ella? La única que no me había mentido a esas alturas era Allie, y eso porque sus verdades estaban escritas en un diario y porque ni siquiera sabía que yo estaba viva. Necesitaba respuestas, pero sabía que mi psiquiatra no estaba disponible para mí, estaría atendiendo a Lorent.

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