Capítulo N° 13

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Hielo

Jade había pasado temprano a recoger a su amiga de su casa, como habían acordado hacer un par de días con anterioridad al teléfono, con la promesa de ponerla al día sobre sus buenas nuevas. En tanto hacían el recorrido de menos de cinco minutos hacia el café del centro, Marie le advirtió sobre Henry.

—No te vayas a sorprender de verlo —rogó y Jade sonrió despreocupada, sin tomar mucho en cuenta su advertencia.

—Ya comenzaba a preguntarme de dónde lo habías conocido —reconoció ella, Marie no respondió ante su tono acusatorio, no tenía una excusa con la que pudiera escudarse está vez, además, su amiga no había tenido oportunidad de preguntarle por aquello en su debido momento, por lo que no tenía de que preocuparse por haberse guardado información para sí a propósito. Jade continúo hablando cuando no obtuvo respuesta de su parte —¿Así que ya no está Gabriel a cargo del negocio? —inquirió lo que fue obvio para la otra.

—No, él se fue a estudiar a América —se limitó a responder Marie con tono duro.

Cuando cayó en cuenta de la seriedad y rencor con la que había pronunciado aquellas palabras, exhaló profundo, echándose hacia atrás en el respaldo del asiento y mirando en dirección de la ventana, viendo pasar las calles con lentitud, intentando templar su ánimo —Henry es su primo, está trabajando para él —explicó finalmente.

Jade asintió, entendiendo que para Marie seguía siendo cosa del presente la repentina pérdida de Gabriel en su rutina. Se había enterado del apego de su amiga hacia el chico unos cuantos meses después de que Marie le había conocido, cuando ella ya no pudo continuar ocultándolo en secreto por más tiempo ni a sus sentimientos, sin embargo, su amiga continuaba manteniendo dentro de un cajón bajo llave información acerca de lo que había sucedido unos meses atrás con él y probablemente Jade jamás llegaría a enterarse sobre aquello. Marie podía llegar a ser bastante reservada cuando quería, por ello le había sorprendido su atrevimiento de presentarse en Haz de Luz, accediendo a la invitación de un chico, que irónicamente, resultaba ser el primo de la persona que tanto le continuaba afectando, aún y estando a miles de kilómetros de distancia.

Ya habían llegado al café y aguardaban en un lugar frente a él en la calle, Jade miró a Marie recomponerse sobre el asiento —¿Te sientes bien? —preguntó con timbre preocupado, sintiéndose culpable por haberlo sacado a colación.

Marie suspiró, reteniendo las lágrimas y abanicando con sus manos su rostro, intentando alejar con aquello la bruma de sus pensamientos. No sabía si lo que sentía era enfado, tristeza o una combinación de ambas emociones. Asintió ante la pregunta de Jade, tragándose el nudo de la garganta.

—Sí —forzó una sonrisa sin mostrar los dientes y decayó al mirar a los ojos de su amiga y encontrarse en ellos lástima —. Había querido mantenerlo lejos de mis pensamientos, pero la verdad es que él se fue, continuó con su camino, está persiguiendo sus sueños y yo debería de hacer lo mismo.

—Deberías hacerlo —reconoció ella, mirando ahora sus manos sobre el volante del coche —. Pero también deberías sobreponerte ante su pérdida, como amigo y como cualquier otra cosa, eres fuerte Marie, dulce, inteligente y muy hermosa, puedes salir adelante. Un chico no va a detener todos tus planes, tus proyectos, no va a cortar tus horizontes.

—Lo sé —respondió Marie, sonriendo. Limpiando una lágrima traicionera que se le había escapado al parpadear.

—Además, dejémoslo en que te ha dejado un regalito —Marie no comprendió a que se refería, Jade soltó una carcajada, rompiendo de ese modo con la tensión reinante en el medio —Henry no está nada, nada mal.

AgridulceWhere stories live. Discover now