04: « Rose, no llores »

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04: « Rose, no llores »

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04: « Rose, no llores »

Justin despertó cuando sintió una mano acariciar su despeinado cabello. Se relajó pensando que su novia le hacia mimos, pero recordó que se encontraba en Nueva York, algo lejos de Chicago. De golpe levanto la cabeza, haciendo que su esposa saltara hacia atrás. Miro alrededor suyo, se encontraba todavía en su oficina, se había quedado dormido ahí, a propósito.

—¿Qué hora es? —bostezo, algo calmado.

—Son las ocho, querido.

Asintió, se levantó del sillón y estiro su cuerpo. Mientras tanto, Rose lo observaba embobada, como la mayoría de veces.

—Mm... ¿ocurre algo? —pregunto, cuando sintió su mirada.

—No —negó ella, con una encantadora sonrisa—. El desayuno está listo, cariño.

—Esta bien, ahí voy.

Agradeció que la discusión no saliera a flote, él sabía que Rose lo había perdonado hace horas. Siempre era así, un borrón, y cuenta nueva para no seguir molestándolo. Es algo que Justin le agradaba de ella.

Camino fuera de su oficina, y entro a la habitación principal, el cual compartía con su esposa a veces. Todo se encontraba arreglado, pero él no se detuvo a verlo. Se dio un baño caliente de unos minutos, se vistió y tomo su teléfono para enviarle un mensaje a su novia, diciéndole cuanto la amaba y extrañaba.

Bajo las escaleras tranquilo.

—Buenos días —saludo a Rose, y tomo asiento en la cabeza de la mesa.

—Buenos días, cariño.

Rose guardo un pequeño suspiro, recordaba cuando recién se casaron y mudaron, que su esposo le regalaba besos al inicio del desayuno. Después de un tiempo, dejo de hacerlo. Rose extrañaba esos momentos, pero no dijo nada. Y simplemente se alegró de tenerlo a su lado.

La empleada, la señora Martha, dejo el periódico del día, y se retiró sin hacer ruido. Hace muchísimo tiempo trabaja en la casa Bieber —aunque la verdad, Justin la había contratado en forma de desesperación, pero no para su casa, en realidad era para que le hiciera compañía a Rose, mientras él se encontraba de viaje—. La señora Martha respetaba al señor, pero definitivamente se le hacía raro que viajara tanto.

Justin comenzó a leer el periódico, mientras sostenía su café. Su esposa suspiro, lista para comentarle la idea que se le había ocurrido anoche.

—Estuve pensando...

Su esposo giro a observarla, esperando a que continuara, mientras bebía ahora su café.

—Creo que deberíamos tener un bebé.

Casi se ahoga cuando la escucho decir eso, tosió un poco y se limpió con la servilleta. Justin la miro sorprendido, pero también asustado. Rose jamás le había mencionado que deseaba tener niños desde que se casaron, y ahora salía eso.

SecretoWhere stories live. Discover now