17: « ¿De qué estás hablando? »

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17: « ¿De qué estás hablando? »

Rose se encuentra contándole con emoción a la señora Martha —quien prepara el almuerzo—, el sueño que ha tenido: se vio junto a su esposo, ambos mirando a sus hermosos hijos corriendo por el jardín de la casa, y disfrutando de una vida sin complicaciones.

—Siento que es una señal, Martha.

—Ojalá suceda, señora.

Y claramente, Martha no tiene nada que decir en contra, solo asiente a todo lo que Rose le dice. Cada día que viene a preparar el desayuno, almuerzo o cena, escucha como la joven señora siempre tiene algo nuevo que contar de sus sueños. Desde que trabaja para los Bieber, se ha acostumbrado a Rose, le parece una persona muy adorable, y sobre Justin, no lo conoce bien, pero sabe qué hace su mejor esfuerzo para darle a su esposa todas las comodidades, aun así, siente que algo raro sucede.

—Señora, debo retirarme esta vez temprano —Martha apago la cocina—. Pero regresaré a las seis, para preparar su cena.

—Gracias, Martha. Ten un buen día.

Martha se retiró de la casa, y mientras se monta en su auto, recibe una llamada. Con una gran sonrisa y animada, contesto.

—Hola, hija.

—¡Mamá! —chillo muy emocionada—. ¿Por qué no me contaste? ¡Es una gran noticia!

—Espera, Amy....

—No te hagas la desentendida, pero eres buena guardando secretos, he. ¿Cuándo sucedió...? ¡Oh, que importa! —chasqueo su lengua—. Qué alegría que el señor y señora Bieber hayan tenido un bebé.

Martha frunció el ceño, muy confundida.

—...¿De qué estás hablando?

—Del bebé, mamá —respondió con obviedad su hija—. Hace dos días vi al señor Bieber en la clínica Health Heart, y un amigo suyo lo felicito por hijo. Él llevaba una cesta lleno de cositas monas de color azul.

La señorita Martha abrió su boca de golpe, y se sintió algo mareada por recibir esa información. ¿Un bebé? La señora Rose no está embarazada, y el señor Justin se encuentra lejos... muy lejos. Dios mío, no puede ser real, pensó la mujer, mientras analiza las palabras a pesar del shock.

—Pero lo extraño es que nació aquí, en Chicago —hablo la joven sin saber que a su madre recién se entera de la gran noticia—. Pero que importa... ¡Mamá, tienes que contarme más!

—Amy, cariño... —susurros apenas.

—¡Mamá, deja de fingir! Espero para el próximo bebé de los señores Bieber, me avises.

Martha no puede creerlo.

Pero sabe que es imposible que su hija se confunda, porque Amy conoce muy bien el rostro de los Bieber. Ella misma la había presentado unas cuantas veces al matrimonio.

—¡Mamá! ¿Sigues ahí...?

Martha volvió a reaccionar.

—Hija, tienes que prometerme algo —escucho como el otro lado de la línea se queda en silencio—. Los Bieber quieren guardar el secreto de su... hijo durante un tiempo, no puedes decirle a nadie. Y por favor, no les vaya a enviar ningún obsequio o carta a la casa. La señora Rose se molestara mucho si sabe que su secreto alguien lo sabe.

—Está bien, mamá —acepto la joven—. Pero avísame cuando puedo hacerlo.

—Sí, hija. Te llamaré más tarde, cuídate.

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