XXXII

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Ese viernes me salto la clase. Sé que es una actitud inmadura pero siento que necesito ese tiempo para saber cómo actuar. A decir verdad no saco nada en claro, pero aun así decido recoger mi orgullo e ir el lunes de la semana siguiente.

Llego antes de la hora para estar allí cuando ella llegue y así poder observar desde mi sitio sin llamar su atención, y así ocurre. Dinah me invita a salir con ellos después de la clase y acepto para distraerme; un rato después, Lauren entra en el aula y, aunque estaba preparándome para ese momento, me duele de todas formas. No me dirige la mirada en ningún momento durante las dos horas de clase y cuando salgo de allí me siento agotada. Me acerco a Dinah y Shawn para irnos juntos y, mientras estamos cruzando el pasillo, un aroma que conozco bien perfuma el aire a mi izquierda un segundo antes de que Lauren pase por mi lado tan apresurada como siempre y desaparezca escaleras abajo.

Esto se repite muchas veces más durante las semanas siguientes. No es como si me ignorase, pero hace algo que me sienta aún peor: tratarme como al resto. Me saluda, a veces incluso me sonríe, y se despide de mí, al igual que de todos los demás. No hablamos de nada que no tenga que ver con pinturas, trabajo, arte en general, exceptuando algún qué tal que pasa por saludo aunque a veces parezca que tras sus ojos reside el deseo de una respuesta sincera.

Dinah me invita a ir con ellos siempre que salen y casi siempre digo que sí. En ocasiones paso toda la clase sin intercambiar palabra alguna con ella, ni con Shawn, ni con nadie. Creo que es mi forma de castigar a Lauren, realmente sigo resentida. No concibo cómo puede tenerse en tan poca estima como para querer alejar de su vida a la única persona que quiere ayudarla, sólo porque crea que le está haciendo un favor. No entiende que no es ningún favor. No entiende que yo ya no recuerdo en qué invertía mis tardes sólo un tiempo atrás, que se ha abierto paso en mi mundo desbaratándolo y no puede irse como si nada. Que quiero ser la que se preocupe por ella cuando ella se preocupa por todos.

***

La música está tan alta que no escucho mis pensamientos, lo cual termino agradeciendo. Ariana y Dinah bailan juntas, especialmente juntas, como si nada más existiera a su alrededor, y veo tanta complicidad en sus ojos y sus movimientos que por un momento se me olvida el mareo. Aun así, no puedo decir que éste sea desagradable. No estoy pensando en Lauren y eso ya hace que valga la pena.

Me giro en la silla apoyándome de nuevo en la barra y vacío lo que queda de mi bebida mientras escucho la conversación de Austin y Shawn a mi lado, quienes hablan de cosas tan extrañas que parecen ser ajenos al sitio en el que están. No comprendo cómo pueden mantener una conversación en medio de todo el ruido y entenderse a la perfección.

– ¿No bailas? –me pregunta Carmen, quien acaba de volver del aseo.

Respondo con una mueca de rechazo y una sonrisa.

– Qué va, no es lo mío –contesto sacudiendo la cabeza.

– ¿Y eso qué más da? –replica ella.

Al advertir que no encuentro respuesta sonríe y me coge de las manos arrastrándome a la pista. Nada más levantarme noto que el suelo se mueve y que las luces son más intensas de lo normal.

– Oye, ¿qué haces? –protesto entre risas–. Déjame.

– Venga, deja de resistirte –se queja conduciéndome hasta donde están Dinah y Ariana quienes se acaban de separar de lo que me ha parecido un beso.

– ¡Mila! –Exclama alegremente Dinah saltando a abrazarme como si no hiciera diez minutos que nos vemos–. Vamos, ven a bailar.

Yo no me muevo del sitio, pero eso le basta para retomar su baile ahora conmigo mientras Ariana y Carmen están a su aire aunque cerca de nosotras. Dinah baila a mi alrededor, cogiéndome de la mano a veces y arrancándome algunas risas. Su forma de moverse un tanto arrítmica me da a entender que está borracha, pero yo también lo estoy y cuando me doy cuenta estoy bailando con ella. Pronto nuestros cuerpos se rinden al juego, rozándose a veces con algún paso un poco más insinuante, y me doy cuenta de que la música nos da igual, de que todo me da igual, y me siento bien bajo su mirada intensa que se me clava ardiente en los ojos, y su sonrisa dulce que ahora es en parte provocativa, y su pelo corto saltarín me parece adorable, y su cuerpo me parece magnetizante.

El arte en una mirada; CamrenWhere stories live. Discover now