Prólogo

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Circe estaba sentada en la sala de estar, con muebles blancos. Las paredes llenas de hierbas y otros libros con letras doradas enfocados en la magia.

– No sé porque sigo contigo, sentada sin hacer nada. –se quejó la diosa tomando una almohada blanca.
– Vamos Circe, te invité para que convivamos un rato. No tenemos por qué ser enemigas. –sonreía escribiendo sobre un cuaderno.

Alrededor del cuarto volaban velas y salían brillos de distintas copas, cosas muy irreales.
– Sabes que no me gusta hablarte, y menos que me invites.
– Entonces, ¿Por qué sigues en mi sala? –su tono sonaba sarcástico pero esa no era su intención.
– Cierra el pico madre, me obligaste a venir. Estaba jugando con los mortales a las cartas y de la nada aparecí aquí.
– ¿Jugar con los mortales te refieres a secuestrar chicos y amenazarlos de convertirlos en conejillos de indias? –hicieron contacto visual.

Circe frunció el ceño y se cruzó de brazos.
– Iré por ahí.

Salió del lugar, odiaba el olimpo, sabía que no pertenecía ahí. En esos momentos podía estar transformando gente y dando pociones a cualquier persona con engaños. Miró de frente, encontrándose con Afrodita hablando con su hijo, Eros.

– ¡Vaya! Circe, milagro que vienes por acá. Hace siglos no te veía. –sonrió, mostrando una belleza irreal, sobrenatural.
– Buenas Afrodita y Eros...

Sonrieron aún más y se acercaron.
– Desde hace tiempo Eros y yo tenemos un plan. De tantas plegarias, sólo he prestado atención a una sola. Un semidiós pidiéndome que por favor deje de amar a quien le guste.
Alzó una ceja. – ¿Quién?
– Nico Di Angelo. –contestó.
– Te preguntó. –reprimió una carcajada.

Eros comenzó a reír y puso un semblante serio de nuevo.
– Es un hijo de Hades, enamorado de un hijo de Poseidón. Percy Jackson.
– Ah, lo conozco. Escapó de mi isla y se llevó con él a una linda chica rubia que pudo haber sido un buen aprendiz. ¿Qué tiene que ver conmigo?
– Pues... –Eros tomó su mano con una linda sonrisa. – Desde hace tiempo, siendo Cupido, el mismo hijo de Hades me lo confesó y sabemos que es un romance que nunca pasará, Jackson tiene novia y es una hija de Atenea.
– Repito, ¿Qué tiene que ver conmigo?
– Ese romance sería imposible. –argumentó Afrodita moviéndose el cabello. – Pero ellos no son Afrodita, la diosa del amor. Y quería junto con mi querido hijo y muñeco, Eros.
– Basta madre, me sonrojas. –tocó su rostro.
– Queríamos unir a Hécate en nuestro plan, pero es tan "correcta" después de la segunda guerra con Cronos. Entonces, tú, siendo su hija y diosa menor de la magia y pociones, queremos hacer un trato.

Circe alzó ambas de sus cejas escuchando la propuesta que ambos dioses le tenían en manos.

La Poción de Circe (Percico)Where stories live. Discover now