IX. El rayo y el equilibrio

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La sombra que se había creado tiró con fuerza a Artemisa mientras volvía a tomar forma de la diosa, sentándose sobre su vientre y sonriendo.
– Pequeña Artemisa, todavía te falta mucho para aprender. –sacó de debajo de su vestido un cuchillo enorme color plata.
– Los dioses no podemos morir. –trató de levantarse pero la fuerza de Nyx era más fuerte.
– Oh querida, esto no te matará. Te disolverá y quedarás hecha polvo por mucho tiempo... ¡Y por mientras lo disfrutaré!


Alzó el cuchillo hasta que una flecha dorada lo desvió, Apolo se abalanzó sobre ella poniendo la cuerda de su arco contra su cuello. La rabia se sentía por sus venas y respiraba fuertemente.
– ¡No te saldrás con la tuya!

Acercó más la cuerda de su arco tomando un color más brillante, el rubio sonrió haciendo aún más fuerza sobre ella.
– Rayos de sol puro, no creo que a tu sistema le venga muy bien.
Nyx forcejeaba pero la fuerza de Apolo era mayor.
– Macho asqueroso. –escupió sobre su cara haciéndolo retroceder.
– ¡Sólo yo le puedo decir así! –se quejó Artemisa, alzó su arco y flecha con otra munición plateada. La diadema en su cabeza tomó un brillo cegador.

La flecha salió volando, incrustándose en el brazo izquierdo de Nyx, emitió un quejido y se quitó la flecha.
– Tus flechas de indio no me harán nada, tengo aún más poder que tú y Apolo juntos.
Artemisa puso una mueca de terror cuando notó la flecha no había hecho el efecto suficiente en su brazo.

– A menos que... –a Will se le iluminaron los ojos y sacó su propio arco. – ¡Debemos ayudarlos!
Se dirigió a los demás dioses menores.
– ¿Disculpa? –Némesis miró frustrada al hijo de Apolo. – No tenemos ningún poder sobre ella y...
– ¡Sí lo tienen! –espetó mirando a su compañero Noam. – Ayúdame, Noam.

El nombrado miró a su madre, con decepción.
– Creí que darías equilibrio... O serías valiente. –sacó una navaja de supervivencia apuntando a Nyx.
– ¿Qué creen que harán? ¿Un hijo de Apolo y otro de Némesis? No me hagan reír. Dos debiluchos.
– ¡No están solos! –Nico se abrió paso entre ellos. – ¡No te dejaré destruir todo lo que amo!

Nyx iba a reír cuando otra flecha dio en su brazo derecho, una flecha solar de Apolo. Una luz dorada comenzó a esparcirse por su brazo de forma lenta. La luz invadía su cuerpo.
Apolo miró a Will en complicidad, como si dijera "Hazlo".
Will apuntó una de sus flechas y le dio sobre su pierna derecha, otra luz comenzó a salir de su piel.
– ¡¿Qué está pasando?!



Todos lo entendieron.
Percy miró a lo lejos unas copas doradas de las cuales utilizó el filtro dentro de ella para crear la forma de una jara hecha de agua, Jason hizo lo mismo con todas sus fuerzas sobre los rayos.
Nico había creado una con material de huesos y calaveras mientras un aura oscura lo rodeaba.
Noam miró a su madre y ella rodó los ojos.
– Sólo porque me llamaste cobarde. –en las manos de Noam apareció una flecha de color rojo, hecha de piedra caliza. – Sé mi orgullo.

Entre todos (incluyendo dioses menores), apuntaban con fiereza a la diosa de la noche. Ella entrando en pavor no se le ocurría ningún plan.
– ¿Últimas palabras? –Apolo sonrió victorioso.
– Eres un idiota. –azotó sus manos contra el suelo y un árbol de sombras apareció. Sus raíces tomaron vida propia y se dirigían a sus oponentes.
– ¡Cuidado! –Will logró esquivarlas y destruir las que iban detrás de él.
Noam hizo lo mismo, lamentablemente no sucedió igualmente que sus compañeros. Cada uno fue golpeado con una ola inmensa de dolor oscuro sobre sus cuerpos haciéndolos volar a lados contrarios del Olimpo.
–Hija de perra... –susurró Noam, alzó su navaja de supervivencia y corrió directo hacia Nyx.


Todo ocurrió tan rápido, otra de sus sombras surgió y se abalanzó sobre Noam, sin protección alguna tomó pronto la forma de un objeto punzocortante que atravesó su pecho.
Se escuchó el ruido de huesos rompiéndose y las sombras se comenzaron a disipar, mostrando la forma del cuchillo que Nyx tenía antes.
– ¡Noam! –gritó Will.
El cuerpo de Noam cayó mientras su vida escapaba. Tosía y trataba de recuperar oxígeno para seguir viviendo, Nyx se acercó sonriendo y se agachó a su altura.
– No te metas con Nyx...
– Tú... ¡Tú! –con sus últimas fuerzas clavó la flecha roja que su madre le había dado en su cuello.

El arma atravesó toda su cavidad dejando salir la punta del otro lado, comenzó a toser y ahogarse.
– Muere...
Cayó completamente mientras sus ojos avellana se tornaban grises y sin brillo, la diosa de la oscuridad se tiró tocando su garganta mientras un brillo rojo envolvía la zona.
Las lágrimas invadieron a Will, no podía apuntar bien pero sabía no tenían mucho tiempo antes de que intentara recuperarse. Sus compañeros se empezaron a erguir completamente desorientados.



– ¡Lo mató! ¡Ella lo mató! –secó sus lágrimas apuntando a su enemiga. Sus compañeros entendieron el mensaje y apuntaron al mismo tiempo.
Las flechas comenzaron a salir volando sobre su cuerpo, dejando más brillos de colores sobre su piel mientras intentaba gritar de dolor con su tráquea completamente inundada en sangre.

Will corrió sobre su compañero y lo tomó en brazos. – ¡Noam! ¡Mírame!
Sonrió el de ojos oscuros, un hilo de sangre salía de su boca.
– Yo, no... –del esfuerzo tosió sangre sobre su amigo.
– ¡No te disculpes! ¡Estarás bien! ¡Sólo mírame! –miró a su padre desesperado. – ¡Ayúdalo!
– No puedo... –miró al suelo con tristeza. – Nico lo sabe.

Su rostro se puso rojo y su mirada se centró en Nico, él sólo lloraba en silencio. Los ojos de Noam se cerraban y perdía el color y fuerza. El hijo de Hades se acercó y puso su mano derecha sobre su mirada, rezó en griego y cerró sus párpados.
Una lágrima de Nico cayó sobre sus mejillas pecosas seguida de Will quien se apoyó en su pecho a llorar sin control.
Jason echó un vistazo con tristeza la escena y después se dirigió a Percy y Artemisa.
– Percy y, mi señora. –hizo una reverencia. – Debemos terminar con Nyx de una vez por todas.
La diosa asintió y se dirigió a lo que quedaba del cuerpo de su enemiga común, sus ojos rogaban por piedad pero Artemisa tenía de todo menos piedad al sucumbir al dolor ajeno.
Cerró sus ojos y la luna se irguió sobre su cabeza, seguido del sol de Apolo, formando un eclipse completo dejando que los rayos cayeran sobre ella.
– Diviértete en el Tártaro. –acercó su pie y estuvo a punto de empujarla al vacío del Olimpo cuando una mano la detuvo.
– Déjamelo a mí... Después de todo somos familia. –sonrió Némesis y se acercó susurrando a su madre. – Nunca te perdonaré lo que le hiciste a un gran hijo mío, zorra.

Empujó con fuerza su cuerpo quedando a la orilla, cuando ella rió.
– ¡No me iré sola al Tártaro! –otra sombra surgió y tomó a Jason.
– ¡Jason! – Nico intentó tomar su mano pero todo sucedió tan rápido.
Giró su cuerpo y se dejó caer al vacío tomando la vida de Jason entre sus garras, se perdieron entre la oscuridad de las nubes y el eclipse terminó, dejando en su lugar una bella luna, tan brillante como nunca nadie antes la haya imaginado.


Nico corrió a la orilla del Olimpo mientras gritaba y lloraba el nombre de Jason, golpeó el suelo de mármol y recibió un abrazo de Percy.
– ¡Lo perdí Percy! ¡Lo perdí! ¡Jamás me lo perdonaré! –Percy sintió su corazón romperse, una melancolía lo invadió. Un recuerdo fugaz de Bianca llegó a su mente y abrazó con más fuerza a Nico.
– Yo lo haré por ti. –se acercó dando un suave beso en su mejilla cargado de culpabilidad mutua.




Eros sonrió al fondo al punto de casi gritarle a Circe que su plan había funcionado, Circe con su mano tomó los labios del dios susurrando "Cállate o te convertiré en un cerdo".

La Poción de Circe (Percico)Where stories live. Discover now