V. Bajando

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Nico sintió cómo lo movían entre las sábanas.
— Despierta Nico, es hora de irnos. —Percy lo removía de forma calmada.
— Ya voy, ya voy... —se talló los ojos y se sentó, miró alrededor en completa oscuridad.— ¿Dónde estás?
— Aquí. —Percy tocó de nuevo su mano.— Vamos, tenemos que irnos.

Levantó a Nico y salieron de la casa de campaña, sus compañeros ya estaban acomodando todo para partir lo antes posible a la Caldera del Diablo.
Recogieron todo y comenzaron a caminar en línea recta hacia el este siendo dirigidos por Jason.
— Llegaremos dentro de poco, no se preocupen.

Percy iba detrás de Nico, tenues luces de las mismas estrellas que los iluminaban mientras caminaban. Will venía charlando en voz baja con Noam.
Escucharon el murmullo de la corriente a lo lejos, mirándose sorprendidos aceleraron el paso llegando a la entrada del río que los dirigía a la cueva donde planeaban llegar.
Caminaron río abajo, llegando a una pequeña cascada que se dividía en dos, la continuación del río y la entrada al inframundo.

— Bien chicos, yo me encargo. —Percy dio un paso adelante y alzó los brazos para desviar la corriente cosa que no pasó, con esfuerzo se concentró en las gotas de agua yendo en dirección contraria, pero nada.— ¿Qué sucede?
— Supongo el agua de aquí tiene algún maleficio. —Will miró el agua, tomó un poco juntando sus manos en un cuenco y acercó su oído.— El agua murmulla cosas en griego; está encantada.

Todos lo miraron confundidos.
— Bueno, siendo hijo de Apolo tenemos el don del oráculo y las profecías.
— El agua está con un maleficio... Entonces, ¿cómo cruzaremos sin ser devorados por cinco mil litros cúbicos de agua por segundo? —Jason miró hacia el fondo, posó su mirada en Nico y sonrió.— Oye, Nico.
Nico tragó saliva. — Tu padre es Hades, es parte de la tierra y tú puedes crear grietas...
— Sé a dónde vas.

Suspiró poniéndose frente a la catarata, respiró hondo y separó las manos formando un cráter donde el agua de la catarata dejó de caer sobre la entrada.
El de ojos oscuros tambaleó un poco siendo sostenido por Jason.
— Gracias, Superman. —rieron levemente y la mirada de Nico se fijó en Percy.

Respiraba pesadamente pero parecía tener una gran calma y pasión en el brillo de sus ojos (incluso bajo la oscuridad), el cabello despeinado y con algunas gotas de rocío de la misma catarata, el corazón de Percy dio un vuelco.
“¿Por qué...?”
No pensó mucho, pues Will lo movió.
— Tenemos que bajar, aunque no entiendo cómo lo haremos.
— No haré un viaje en las sombras. —Nico se cruzó de brazos.

Jason sacó de su mochila una soga, presionó un botón y en una de sus puntas apareció un gancho enorme y comenzó a crecer más y más.
— Un regalo de Leo. —sonrió, clavó el gancho entre varias rocas y árboles para asegurar que cinco chicos bajaran con cuidado.
— ¿Y si nos quedamos sin cuerda? —Nico miró el fondo.
— Es mágica, crecerá cuando le des la orden.
Tenía cinco arnés en sus manos con cinturones, los ató a sus compañeros y se anclaron sobre la soga. Jason comenzó a bajar primero, seguido de Will, Noam, Percy y Nico.

— ¡Esperen! —Jason paró, tomó una roca y la tiró.— Contaré cuanto tarda en llegar al fondo.
Trascurrieron segundos sin sonido alguno, pasó un minuto y seguía sin escucharse nada.
— Bueno, tengo miedo. —comentó Solace en un tono tranquilo.
— Estaremos bien.

Daban pasos firmes contra la pared de la cueva mientras bajaban de poco a poco, comenzó a volverse más oscuro y Jason sacó una lámpara, trató de iluminar el fondo pero sólo se consumía en una completa oscuridad.
— Vamos más rápido chicos. —Jason ordenó mientras bajaba dando saltos largos y desplazándose.
— J-Jason, no se ve seguro. —comentó Noam bajando tras ellos pero con saltos pequeños e inseguros, algún error y todos caerían al vacío sin ningún tipo de protección.
— Vamos Nico. —Percy trató de animar a Nico a bajar saltando pero el ojos oscuros se negaba rotundamente meneando la cabeza de un lado a otro y apretando los puños.
— N-No, no quiero, ¡No puedo!
— ¡Sí puedes Nico! Yo creo en ti, eres valiente.

El rostro de Nico se iluminó y comenzó a bajar decidido a impresionar a Percy.
— ¡Eso!

Comenzaron a bajar más rápido, perdiendo la entrada y noción del tiempo cada vez que se acercaban al fondo.
— Chicos, ya bajamos diez kilómetros y parece que falta mucho, además llevamos 9 horas enteras bajando. Necesitamos descansar.
Nico tomó la linterna y abrió una pequeña grieta en la pared donde se sentaron a descansar.
— Descansamos media hora y volvemos para bajar. —anunció Jason tomando su mochila.
Sacaron unos aperitivos y comieron poco junto con las botellas de agua.
— Estoy cansado. —comentó Will.— Y también hace un tremendo calor aquí dentro.
— Dentro de poco llegaremos, eso espero.

Volvieron a su misión de bajar, ya eran las 11 de la noche según el reloj de Jason.
— Chicos, ¿Por qué se dejaron de mover? —fijó su mirada hacia arriba y todos estaban colgados completamente dormidos, soltados de la pared.— Dioses.
Tomó la linterna y la apuntó hacia el fondo, notaba pequeños destellos amarillos y azules en el fondo, lanzó una roca y se escuchó el eco del suelo.
— Setecientos metros. —guardó su linterna y movió la cuerda de sus compañeros.— Chicos, ya casi llegamos, no se duerman.

No hubo respuesta de ellos, entonces escuchó a lo lejos cómo algo se quebraba. La cuerda tembló desde su inicio.
— Alguien está... ¡Chicos! —comenzó a gritar despertando a Will.
— ¿Qué? ¿Qué?
— ¡Alguien está cortando la cuerda desde afuera! ¡Reacciona!
Sus ojos se abrieron como platos y miró hacia arriba, la cuerda se seguía moviendo con esfuerzo.
— ¡Noam! ¡Nico! ¡Percy!

Se acercó a la orilla y dio un salto haciendo mover a los semidioses restantes despertándolos de su sueño.
— ¡¿Qué pasa?!
— ¡Intentan cortar la cuerda y quedan setecientos metros! ¡Debemos saltar o asegurar la cuerda en otro lugar!
Nico despertó confundido pero entendiendo la situación al momento, con terror aferró su brazo dentro de una grieta que estaba justo a su lado.
De pronto la cuerda se soltó y comenzó a caer, el brazo de Nico se quebró dejando el eco de su grito y sus huesos en la cueva mientras caían de lleno sobre el pozo con contenido desconocido.

— ¡N-Nico! —gritó Will escuchando su dolor.
— Si esto será lo último de nosotros, les tengo que confesar algo. —gimoteó Percy.— ¡Yo lavaba los baños con sus cepillos de dientes!
— ¡Eres un asqueroso! —Jason gritó y se escuchó como chocaba contra el agua.

¡Splash!
Percy tomó a Nico y lo abrazó fuertemente.
— ¡Caigan en forma de bala!
Llegando al agua, el hijo de Hades no sintió dolor ni tampoco mojarse, Percy lo había cubierto con una burbuja de oxígeno.
— P-Percy...
— ¡Tengo que buscar a los demás! —el ojiazul se separó de sus brazos separándose de la burbuja, comenzó a elevarse. — ¡Busca una orilla, metes la mano y la mueves para detectarte!
— ¡Espera, quiero ayudar!
— ¡No puedes Nico! ¡Vete antes de que me culpe si te pasa algo!

La burbuja comenzó a elevarse y Nico salió a la superficie, nadó hasta una roca cercana y se aferró a ella respirando pesadamente.
— P-Percy...
De todos sus compañeros lo había salvado primero a él, en un abrazo y dentro de una burbuja.
Percy había encontrado a Jason consciente buscando a Will entre la oscuridad del agua, Percy tomó a Jason llenándolo de oxígeno dentro de una burbuja.
— ¿Estás bien?
— Estoy bien. —tosió. — Pero no encuentro a Will, Nico y Noam.
— Nico está a salvo, toma oxígeno que buscaremos a los otros dos.
— Oh Dioses. —respiró profundo y la burbuja se reventó.

Nico esperaba arriba moviendo sin cesar la mano que todavía tenía sana en el agua.
“Por favor, por favor, por favor.”
Del agua salieron Percy y Jason junto a Will y Noam tosiendo, las mochilas estaban dispersas alrededor de la roca y todos subieron.
— ¡Nico! —Jason corrió abrazarlo y Nico gimió de dolor.
— E-Estaré bien.
— No Nico, no estarás bien. —Solace sacó unas hierbas de su mochila y las colocó en su brazo, pronunció unas palabras y después lo vendó.— Estarás bien pero trata de no moverlo.
Nico asintió temeroso, al menos el dolor había desaparecido.

— ¿Dónde estamos? —Noam encendió una lámpara, iluminando el lago en el que estaban, era cristalino y con piedras que brillaban en la oscuridad en el fondo.
Cerca de ellos pasó un pez gigantesco (sin conocer la especie) de color naranja con manchas negras, no se percató de su presencia y siguió su camino por el agua.
— Estamos en el Érebo. —dijo Jason.
— ¿Érebo?
— Es la oscuridad absoluta entre el inframundo y el mundo mortal... Aquí es el reino de Nyx.

Miraron alrededor buscando alguna salida, encontrándose con una grieta iluminada con una antorcha de fuego griego color verde.
Nadaron hasta ella (Percy más bien caminó), Noam tomó la antorcha en su mano derecha iluminando el camino.
— Si morimos, consíganme una esposa y díganle que la amo. —Noam tragó saliva y entró primero en el pasillo oscuro.

La Poción de Circe (Percico)Where stories live. Discover now