IV. Acampando

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El camino fue largo, pero recorriendo toda la carretera notaron que la oscuridad parecía invadir todo el mundo. Escuchando la radio estaban informes de mortales tratando de explicar lo que sucedía, la ausencia del sol y la luna.

— Algunos científicos señalan que es una nube tan espesa de humo volcánico lo que impide el pase de luz. —decía la locutora dentro de un programa de debate.
— Entonces, ¿Por qué logramos ver las estrellas? No se han reportado problemas respiratorios, además, ningún evento volcánico ha sido registrado y más porque abarca todo el mundo esta oscuridad. —señalaba otro de los locutores.

Percy se había quedado dormido aunque no había mucha diferencia. Todo el país estaba sumido en caos y no había tenido tiempo de llamar a su madre para avisarle que todo estaba bien.
Miró hacia donde estaba Nico, recostado de igual forma contra la ventana, Will se había movido y charlaba animadamente con el hijo de Némesis que se notaba muy tímido. A decir verdad, ninguno nunca había hablado con el capitán de la cabina de Némesis, era un chico medio bajo, 1.56, cabello castaño oscuro corto y ojos café claro. Tenía algunas pecas en la mejilla izquierda, se le notaba que estaba en un peso ideal y su nariz era pequeña y pintiaguda. Siempre vestía pantalones negros y tenis del mismo color.

Percy miró a Jason, él miraba su navaja y trataba de encontrar una respuesta.
— Bro. —Percy sacó al rubio de sus pensamientos.— ¿Qué piensas?
— La verdad, sólo pienso en las razones para ir a la Caldera del Diablo. —frunció el ceño.— Si es la diosa de la oscuridad y la noche, ¿Qué haríamos dentro de esa cascada sin fondo?
— Bueno, la Caldera del Diablo era una de las entradas al laberinto de Dédalo cuando aún vivía... —tosió ligeramente.— Tiene pasadizos hasta el inframundo, esa zona es la zona más oscura del planeta y con una entrada sin vigilancia al inframundo.
— Tiene sentido ahora que lo explicas.

Rieron y miraron al pasillo, Nico se había levantado y se sentó del lado de Jason.
— No traje comida y...
— No se diga más.—de su mochila sacó un paquete de papas fritas con ketchup.
— Eh... ¿De dónde lo sacaste?
— Internet. —el rubio y el azabache rieron mientras el más joven comenzaba a comer de forma tranquila pero evitando la mirada de Percy.

Will y el hijo de Némesis se acercaron a ellos por el pasillo.
— Hey chicos, les presento a Noam Collingwood.
— Hola. —sonrió, se formaron hoyuelos en sus mejillas al momento.
— Soy Nico. —dijo el hijo de Hades al instante estrechando su mano.
— Soy Jason y mi bro de aquí es Percy. —se señaló a sí mismo y su compañero.
— Sí, los conozco.

Sacaron comida de la mochila de Will, se prepararon unos cuantos emparedados de jamón con queso y mayonesa. Sacó jugo de limón y lo repartió entre todos; Percy había traído consigo varias linternas y baterías para las mismas, encendió una e iluminó parte del camión.
— Me alegra convivir con ustedes. —Noam sonrió tímidamente.— A pesar de ser hijo de Némesis soy muy tímido y por alguna extraña razón fui escogido como capitán. Aunque hubiera preferido conocerlos en el campamento y no en una misión donde nuestras vidas peligren.
Jason asintió.— Eres muy agradable de hecho.

Las horas pasaron entre la oscuridad y de un momento a otro el autobús frenó.
Argos puso el freno de mano y ordenó bajar cuidadosamente.

Todos bajaron en silencio y con sus mochilas. Argos partió dejando a los  5 chicos cerca de la entrada al lago que conducía a la cueva submarina.
— Muy bien. —Jason miró su reloj, 9 PM.— Acamparemos aquí. Reúnan madera seca y pongan piedras a su alrededor para crear una fogata.

Se dividieron las tareas antes de ir a dormir. Noam juntaba las piedras, Will se había acercado al lago a traer botes llenos de agua, Jason colocaba las casas de campaña y bolsas de dormir, Nico y Percy fueron juntos por madera.
Nico recogía los troncos mientras que Percy los sostenía en sus brazos.
— Gracias por ayudarme... —susurró Nico esperando que no lo escuchara.
— No te preocupes Nico, siempre estoy a tu disposición. —el más joven se sonrojó pero gracias a la oscuridad no tuvo necesidad de cubrirse.
— Y, ¿Qué pasó entre tú y Annabeth? —soltó el ojos oscuros.
— No lo sé, de un día a otro se comenzó a comportar mal conmigo. Hoy antes de partir terminamos.
Nico se tensó.— L-Lo lamento... No quise.
— Está bien. No le tengo rencor, ya lloré lo que tenía que llorar. Lo extraño es que ahora tengo ese sentimiento de que en realidad nunca la amé. Es como si nunca hubiéramos sido novios.

Sonrió para sus adentros.
— Entonces me alegra que estés bien Percy. —comenzó acercarse dejando la madera.
— Creo que es suficiente, volvamos.

Dieron media vuelta para regresar, Will tenía aproximadamente 20 botellas con agua, Noam había construido una fogata más compleja alrededor para evitar algún incendio, Jason tenía preparadas las casas de campaña y un saco de dormir; Percy dejó la madera en la fogata de piedra y comenzó a hacer fricción para tratar de encenderla.
— No funciona. —el ojiazul se rindió.
— Apártate niño pez. —Jason bromeó, estiró sus brazos y abrió sus manos.— Invocaré un rayo para encender la fogata.

Sacudió sus manos mirando a la fogata.
— Yo hijo de Júpiter, invoco un rayo, ¡Ahora! —nada, no ocurrió absolutamente nada.— ¡Ahora!
Todos miraban expectantes a ver si el rayo lograba caer.
— ¡Ábrete sésamo! ¡Witzy Witzy araña! ¡La vaca Lola! ¡Júpiter te lo ordeno! ¡Hasta el infinito y más allá! ¡Vuela vuela! ¡Dracuckeo! —intentaba con todas las frases posibles.
— Em, Jason, esa cosa no va encender si no invocas un rayo, eh. —Percy se burló, al rubio se le saltó una vena de su sien.
— ¡Rayo te invoco! —un rayo bajó del cielo y cayó de lleno en la fogata, haciendo que se incendiara.— ¡He creado el fuego!

Alzó los brazos al cielo riendo como un maniático. Tosió y se sentó alrededor de la fogata.
Con otra rama comenzó a mover la madera para avivar el fuego, la noche comenzaba a enfriar.
Jason sacó algunas cobijas y las repartió.
— Jason es como la mamá del grupo. —comentó el pequeño Nico.

Desde que Nico se había enterado que Percy había terminado con Annabeth, trataría de todo para enamorarlo aunque fuese muy tímido frente a él. Lo intentaría sólo por él.

— 10 de la noche. —Jason miró de nuevo el reloj.— Bien chicos, son sólo dos casas de campaña y un saco para dormir. Caben dos por casa de campaña y somos 5.
Entre todos empujaron a Jason contra el saco de dormir y entraron corriendo a las casas de campaña, cerrándolas por dentro.
— ¡¿Qué les pasa?!

Nico miró a su lado, había entrado con Percy en la misma casa de campaña, ahora se arrepentía de su plan para conquistarlo.
Espero a que Jason se metiera en su bolsa para salir.
— ¿A dónde vas? —preguntó Percy.
— Quiero... Lavarme la cara. Y-Ya regreso.

Salió en dirección al lago cercano, sintió una sombra tras de él y se puso en posición para pelear.
— Tranquilo, soy Jason. —se sentó a su lado.— Dormirás con Percy, eh.
— Ni me digas, estoy nervioso... Jason, duerme mejor tú con él, tengo mucho miedo.
— No puedo, él te espera a ti. —sonrió y le dio un medio abrazo rodeándolo.— Esta noche es para ti y con él. No pasará nada malo, tranquilo.

Nico sonrió, de forma sincera. Se levantó y caminó de nuevo hacia la casa de campaña.
Abrió el cierre y entró en silencio, sentía como el ambiente se ponía más caluroso o quizás sólo era él sumido en nerviosismo. Se acomodó en la cama improvisada junto a su amor platónico, Perseo Jackson.
— ¿Estás bien? —escuchó la voz de Percy entre la oscuridad.
— S-Sí, sólo quiero dormir, dormir en el autobús me dejó muy cansado.
Percy tocó su mano y al instante sintió al menor tensarse.
— ¿Nico?
— Perdón P-Percy. No estoy acostumbrado al contacto físico.
— Lo siento. Descansa. —no podía verlo bien pero notó su sonrisa entre la oscuridad.

Apoyó su cuerpo y acomodó la almohada. Se cubrió con la sábana que Jason había puesto y estuvo dispuesto a dormir, pero su corazón latía tan rápido que temía su compañero los llegara a escuchar entre el silencio de la noche.
— Te quiero mucho Nico. —susurró el ojiazul.— Me alegra hayas venido a esta misión, así podríamos conocernos más.
Nico aflojó sus músculos y un alivio recorrió su pecho.— También te quiero... Percy.—lo último fue en un susurro casi inaudible.

En una nube cercana, un guapo dios los miraba completamente emocionado, Eros.
— ¡Ay qué lindos! —decía con emoción tomando sus mejillas.
— Eros. —una voz femenina resonó, entre la brisa apareció la imagen de Afrodita en una niebla.
— Oh madre, ¿Ahora qué?
— Tenemos problemas en el Olimpo y tú sólo juegas a los soldaditos del amor. —reprendió Afrodita.
— Tú fuiste la de la idea. Yo no pertenezco al Olimpo. Hasta la próxima. —sonrió moviendo la mano quitando la visión, volviendo a su antigua posición.— Si nadie interfiere, en tres días se volverá amor verdadero. Ups, van dos.

Rió fuerte mientras se movía fuertemente en la nube.
— Amo hacer esto.
Con un chasquido de sus dedos desapareció en una leve brisa, con un olor a perfume de hombre.

La Poción de Circe (Percico)Where stories live. Discover now