I. El inicio

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- Por favor Afrodita, Eros, quien sea. Ayúdenme, ya no quiero seguir teniendo estos sentimientos prohibidos y no correspondidos. -rezaba Nico en su cama antes de ir a dormir.

La luna llenaba la habitación con luz, como si Artemisa peleara con Apolo sobre quién tenía la luz más confortante. Obviamente en esos momentos Artemisa no lo era.
Cubrió su rostro con una almohada ahogando sus lágrimas en un grito sofocado.

Mientras tanto, Percy preparaba su cama, Tyson había vuelto después de un buen tiempo y le alegraba su compañía.
- Hoy la luna está muy brillante. -comentó Tyson.
- Cierto, fuera del patio todo está iluminado de un color plata... Como los ojos de Annabeth.
- ¿Cómo te ha ido con ella? Se ven felices, y más montando los caballitos que vuelan en sus tiempos libres.
- No podría estar mejor. -se recostó sobre su cama, poniendo sus manos detrás de su cabeza.

Sonrió pensando en cómo sería este verano con Tyson y Annabeth, y más con las visitas de Jason, Hazel y Frank por el lugar. Una buena compañía.

Entre el pasto, una niebla color verde con tonos amarillos apareció. Se disipó rápidamente dejando ver la figura de una mujer alta de cabello castaño y ojos verdes.
- Ahora me arrepiento de esto. -se quejó Circe acomodándose el cabello. - Sólo tengo que poner esta poción en sus labios para que funcione. Una gota será suficiente.

En silencio entró a la cabina trece, observando a Nico dormir.
- A pesar de ser un hijo de Hades tienes facciones tiernas. -sonrió. Con delicadeza, abrió sus labios presionando su boca. Vertió la mitad de la pócima en sus labios.

Si Nico hubiese estado consciente hubiera clavado al instante su espada, pero Circe había puesto un rarísimo hechizo de sueño profundo. Lanzó el cuerpo de Nico sobre la cama y se digirió a la cabina del chico pez.
Notó que Tyson estaba con él, mala idea. A diferencia de los semidioses, un cíclope no era tan fácil de hechizar, y menos con hechizos tan bajos y distintos como los de Circe. En silencio lo tomó y vertió lo último de la poción en su boca, estando en un sueño profundo.

Salió de la cabina, encontrándose a Afrodita y Eros esperándola.
- Hice mi parte del plan. -susurró.
- Muy bien Circe, puedes retirarte, es nuestro turno. - Eros sonrió sacando su arco con flechas.

Tenía dos flechas doradas y una plateada.
- Bien, repasando el plan. -comunicó. - Las flechas doradas, son para hacer surgir el amor entre ellos dos; la plateada es para la rubia, que dejaría de amar a Percy.
- Excelente. -se alegró Afrodita, con sus manos pasó una luz rosada sobre las flechas. - Esto las hará aún más poderosas.

Eros se colocó en la ventana de la cabina de Percy y Nico, ambas flechas cayeron en sus pechos; mientras que con Annabeth, la flecha plateada se clavó de lleno en su corazón.
- Hecho.




...



Percy se despertó alegre, de alguna forma la noche anterior había descansado de una forma tan placentera que sus energías parecían ser infinitas. Se asomó por la ventana, un hermoso día soleado.
Entretanto, Nico despertó, con lagañas en sus ojos de llorar la noche anterior aunque no se sentía cansado. De hecho había sido el mejor descanso de su existencia. Se levantó estirando sus brazos y bostezando.
«Espero me hayas ayudado Afrodita, quizás Eros. No quiero más estos sentimientos.» pensó para sí mismo.

Salieron al mismo tiempo de sus cabinas, mirándose fijamente en el trayecto. El rey de los fantasmas bajó la mirada sonrojado.
"Dioses, Dioses, sólo empeoró este sentimiento."

La Poción de Circe (Percico)Where stories live. Discover now