2- Las mejores amigas no cuentan secretos

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Capítulo 2: Las mejores amigas no cuentan secretos.

Katnis.

—Ehh sí, por mi mochila. —lo fulmino con la mirada. ¿Es que acaso estaba ciego? Se veía perfectamente que mi mochila estaba sobre aquella silla.

En fin, era el día de mi cumpleaños y ni siquiera podía contener aquellos nervios que solía tener cada vez que tenía que interactuar con cualquier persona a mi alrededor.

Aquel miedo que me da que la gente conozca todas mis facetas, porque si las conocieran todas tal vez saldrían corriendo. Siempre he sido la chica diez, que solía tocar muy bien el piano, que he tenido amigos, la redactora jefe, aunque también hay veces que incluso teniendo todo eso me siento fuera de lugar.

A pesar de todo, todavía a mis Dieciséis años de edad no he tenido ningún novio. Nadie que haya removido mi mundo y me haya hecho volar y trasladarme al espacio con solo una mirada que me traspase el alma.

Trato de mantener la calma y respirar. Cuándo de repente sus labios empiezan a moverse para hablar.

—¿Tanto te sorprendes de que me siente a tu lado?—dice esa misma voz varonil.

—No, quiero decir. Nunca te he visto por aquí y ¿por qué querrías sentarte conmigo? ¿Eres nuevo? —pregunto arrugando la nariz, él levanta una ceja.

Acto seguido vuelvo a colocar mi mochila en el pupitre, frunzo mi ceño y miro hacia un lado molesta por su comportamiento.

—Ah sí, que modales los míos. Me llamo Izan—sonríe ampliamente — Supongo que debo decir, ¡felicidades Katnis! Ya que hoy es tu cumpleaños, y creo que soy el único que faltaba en felicitarte. ¿No es así?

Asiento con la cabeza y muestro una leve sonrisa. Mis mejillas al instante se sonrojan, me pongo nerviosa cuándo entre nosotros se produce un choque de miradas que hace que colisionen intensamente.

—¡Gracias I-Izan...!

—No hay de que Katnis—me devuelve la sonrisa y saca de la cartuchera un bolígrafo para escribir en su cuaderno.

Es simpático, aparentemente no se le ve el tipo de chico que es capaz de hacer pedazos tu corazón. Es tierno, incluso eso me atrevería a decir. De ese tipo de personas que transmiten una confianza desde el primer momento en que le ves. Es una sensación tan extraña que me asusta y al mismo tiempo que me agrada.

Es la primera vez que me pasa una situación como esta.

—¿Por cierto, ¿De dónde vienes? Tienes un acento un poco peculiar.

—Sí. —dice soltando una leve carcajada, agacha la vista. — Vengo de Suecia, pero nací aquí. Hacia muchos años que no venía y mis padres se han vuelto a trasladar por temas de trabajo.

—Interesante. —apoyé mis codos sobre el pupitre y me puse a juguetear con un mechón de mi cabello. -
—Cuéntame más...

—¿Qué más podría contarte? Mi vida es una monotonía.

Bufo y niego con la cabeza. —No lo creo, al menos en comparación con la mía.

—Silencio a la parejita de atrás. Es el primer aviso, sino me veré obligada a tomar medidas drásticas.

Asiento con la cabeza y trago saliva avergonzada. Creo que esta profesora la tomado conmigo, le molesta todo lo que hago. Incluso que respire.

Podrán llamarme exagerada, pero no es la primera vez que me ha pasado. En algunas otras clases, siempre que me quedaba en blanco haciendo un ejercicio en la pizarra, ponía en evidencia mi inteligencia delante de toda la clase.

Malditos Dieciséis ©✔ [COMPLETA] (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now