20- Desdichados sean los deseos.

109 20 78
                                    

20. Desdichados Sean Los Deseos.

Izan.

Todo empezó hace unas semanas atrás.

Me desperté y me puse a hacer las maletas en mi habitación. Ya que mi madre me había contado que volvíamos a Los Ángeles, California. Todo iba bien, al menos eso pensaba. Fui al aeropuerto y cogí el avión y llegué el 12 de Diciembre.

Me pude matricular en el instituto, a pesar de que estaba a finales del primer trimestre.

Todo era bastante normal, después de todo lo que había sucedido tiempo atrás, no sentía que nada pudiera ir a peor. Habia soportado un infierno por culpa de un absurdo deseo que pedí a una estrella fugaz.

A veces tenemos que ser coherentes con nuestros deseos, y mi deseo fue lo más coherente para un chico de catorce años que recién había perdido a su padre.

Hasta que la realidad me perseguía y me quemaba día tras día como el fuego del infierno.

Mi padre había muerto. Debia aceptarlo, aunque la idea de no verlo más doliera más, no quería ver la realidad, pero si no lo hacía cada día sería menos soportable.

Era comprensible mi deseo. Ya que quien no quiere estar con su padre para siempre, y que nunca lo abandone, a pesar de que no sea a posta.

Pero, lo viví tantas veces. Que tuve que tomarlo como una forma de despedida.

Me costó varios intentos ver lo que me faltaba por hacer, y caí que la única forma de afrontar la pérdida; era asumiendo que ya no se encontraba entre nosotros. Y que no podía hacer nada para remediarlo.

Fue difícil, y aún me cuesta día a día asumir que la persona que siempre me apoyó y estuvo para mí, el hombre que me educó y me enseñó a ser quien soy hoy en día ya no este conmigo.

Quien me arropaba de pequeño, quién se quedaba conmigo cada vez que tenía miedo y me contaba un cuento inventado por él para tranquilizar mis temores.

Ese hombre fue el mejor padre que un niño pudiera desear. Y yo fui afortunado de haberlo tenido.

Una lágrima se desliza por mi mejilla mientras conduzco la moto. Siento los brazos de Katnis aferrándose a mi cuerpo con fuerza, se que tiene miedo de caerse.

Es desconfiada, y ha tenido malas experiencias en la carretera por lo que he averiguado.

Siento el aire en mi cara mientras conduzco, me hace sentir libre. Seguramente el pelo estaría alborotado sino fuera por el casco azul que llevo puesto. También le he prestado uno rojo a Katnis.

-¿Cuánto queda?-pregunta Kat cerca de mi oído. - No me encuentro muy bien, estoy mareada.

-No te preocupes, ya casi hemos llegado. -le aseguro.

Cojo una curva en la siguiente rotonda y entramos por un camino que lleva hacia un bosque lleno de árboles grandes, y más adelante hay un lago cristalino hermoso.

Aparco mi moto en uno de los sitios que veo libre el aparcamiento. Ambos nos bajamos, y ella me mira con intriga en sus ojos marrones, y su ceño fruncido.

-¿Dónde me has traído? Estamos en medio de la nada. -dice mirando hacia todos lados menos a mí.

-Es un lago que a lo mejor te trae algunos recuerdos.

Alza unas cejas y se cruza de brazos, está pálida. Tomo su mano y ambos caminamos hacia delante, la voy llevando por un sendero lleno de tierra, y hierbas.

-Uf, odio la naturaleza a veces. ¿Por qué me has traído aquí?-pregunta y aparta una rama de un árbol para pasar.

-Porque quiero explicarte ciertas cosas. Para empezar, Andrew te ha estado engañando durante dos años.

Malditos Dieciséis ©✔ [COMPLETA] (CORRIGIENDO)Where stories live. Discover now