Malditos Dieciséis ©✔ [COMPLETA] (CORRIGIENDO)

8-¡Pide un deseo!

Después de lo que me acababa de confesar Melody estuve reflexionando y dándole vueltas durante toda la noche a aquello.

No podía concentrarme en otro pensamiento que no fuera aquellas palabras.

"Cuándo me fuí se os veía tan unidos. Estaban juntos. ¿Pasa algo entre ustedes?"

—Perdona, creo que me estoy confundiendo —intervino rápido apurada. —Hace tanto tiempo que he debido confundirte con otra de mis amigas que salía por aquel entonces con Andrew...

Ella juega con sus cabellos y su expresión es bastante seria. La noto confundida, y siento que hay algo más detrás de todo esto.

Además, si Andrew hubiera estado cercano a alguien me hubiera enterado. Como buena stalkeadora que soy...

Espero no haber dicho eso en voz alta. Me ruborizo al pensarlo.

—¿Estás segura?—pregunté alzando una ceja.

Melody asiente y dice: —Bueno Kat, me ha encantado volver a verte, tengo que ir a por unas cosas a mi casa y vuelvo. ¿Vale?—se despide con dos besos en la mejilla.

—Okay, pero no olvides volver. ¿De acuerdo?—me despido con la mano extrañada.

Melody camina hacia la puerta de salida bastante decidida, sin mirar atrás un solo instante.

Andrew a lo lejos, me llama para que me acerque a dónde está él. Pero, no puedo moverme debido al cansancio, y dolor de cabeza que me produce la música.

Sigo pensando que hay algo que no encaja en lo que me ha dicho Melody, porque parecía muy convencida al hablar de Andrew y de mí. Y después, de la nada dijo que se había confundido.

Últimamente, hay fragmentos de mis recuerdos que van volviendo.

Aún así, pienso que todos me están ocultando una gran parte de mi verdad. ¿Tal vez para no salir lastimada? Pero, que más daba. Yo solo quería completar la pieza que le faltaba al rompecabezas de mi historia.

He tratado de buscarla por todos lados. Pero, nunca encuentro la llave a resolver el enigma de mi historia. Por ahora, solo se que es un recuerdo que acecha en lo más profundo de mi ser.

Y no pararé hasta descubrirlo.

☀️☀️

Una vez llega el momento de soplar las velas, cojo el micrófono para llamar la atención de todo el mundo y hablo a través de él. —¡Hola a todos!¡Gracias por asistir a mi fiesta significa mucho para mí, ya que es mi cumpleaños número 16! No se cumplen todos los días—digo riéndome para romper el hielo. Los demás me miran atentos, algunos ríen y otros mantienen la mirada fija en mí. Lizzy mientras esta colocando la escalera para subirme a soplar las velas de la tarta. Izan la ayuda y enciende la llama de las velas. Algunas chicas susurran algo entre ellas y hay un chico que no me saca la mirada. Es Zack, un compañero de clase. —Como iba diciendo no todos los días se cumple esta edad, así que espero que esta sea una fiesta inolvidable tanto para mí como para ustedes. ¡Ha llegado el momento que todos ansiabamos con ganas! ¡Es hora de soplar la tarta!

Escucho a mucha gente gritar de emoción, incluso parecería que se les van a salir los ojos de la emoción que hay en ellos.

¡Caray! ¡Que pasada! Nunca había provocado ese efecto en ninguno de mis cumpleaños.

Cuando vieran la tarta se quedarían aún más congelados.

A la cuenta de tres, Lizzy y mi hermano mellizo destapan la tarta quedando a la luz de todos. Mi hermano, y yo nos acercamos juntos a la tarta. El va por una escalera diferente. También estas sus velas. En un lado pone 16, y en el otro 16.

En total, si nos sumamos serian 32. Vale, es broma.

Están todos los ingredientes de mi lista de deseos. Así que esta bastante grande.

Al final, la estatua de mi cara quedó descartada porque lo vi demasiado infantil, no me agradó demasiado la idea. Ya que eso lo pensé a los doce años, y ya no pensaba igual.

Me conforme con mi nombre en la cima de la tarta, y el de mi hermano a un lado también.

Habia llegado el momento de soplar las velas.

Ambos nos subimos a nuestras escaleras a soplar las velas. Nos miramos segundos antes, le sonreí y el me sonrió, haciendo que se le vieran sus hoyuelos. Mi hermano al igual que yo tenía ojos marrones y cabello castaño. Hoy llevaba un esmoquin negro, con una pajarita azul.

Hablando de la tarta, había olvidado lo enormes que pueden ser esas tartas.

Y yo tampoco tenía una altura que ayudase mucho. Mi hermano quizás, pero por si acaso se subió a las escaleras.

Todos empezaron a cantar "las mañanitas que cantaba el rey David" y luego "cumpleaños feliz" en 3 idiomas, italiano, inglés, español y francés.

Una vez que por fin acabaron procedí a apagar las velas. Mi rostro estaba rojo de tanta emoción.

Además que normalmente me quedo sonriendo como tonta cuándo me cantan en los cumpleaños, no se ni cómo reaccionar. Asi que toco las palmas uniendome a mi fiesta. Así, que canto también para desearle un feliz cumpleaños a mellizo, el me sigue a mi también. Y me toma de las manos con cuidado de no ponerlas encima de la tarta.

—¡Pide un deseo!—grita alguien antes de que sople las velas. Asiento.

Pido un deseo en voz baja.

"Desearía congelar este momento para siempre. Me gustaría quedarme con mis dieciséis años para siempre. Ser joven eternamente".

—Te contare mi deseo. He pedido un Ferrari por navidad. ¿Y tú?-—me pregunta en un susurro.

—Este año no he pedido nada material. —le confieso sonriendo. Él asiente extrañado.

Después de soplar las velas todos aplauden y al bajar de las escaleras.

Tropiezo y siento mi cuerpo caerse hacía el suelo. Cierro los ojos asustada y de pronto siento unas manos en mi cintura sujetandome y evitando que mi cabeza choque contra el suelo.

—Andrew... —digo sonriendo, esta hermoso con ese esmoquín.

—Kat, deberías tener más cuidado. Un poco más y no estarías aquí, sino camino a un hospital.

—Pero, tu si estabas aquí para rescatarme. ¡Gracias!—mis ojos brillan bastante sin dejar de mirarlo.

—Me lo puedes compensar.

—¿Cómo?

Entonces siento sus labios impactados contra los míos.

Es como un sueño.

Un hermoso sueño.

Le correspondo el beso.

—Katnis, tengo que decirte algo-dice separándose.

—¿Qué?

—Trata sobre nosotros.

—¿Qué pasa Andrew?

Él mira hacia un lado y luego entrecierra los ojos

—Perdona, no debí besarte. Me tengo que ir —dice corriendo a la puerta principal. Intento alcanzarlo pero es tarde, se ha ido a su casa. Le dejo varias llamadas perdidas, pero salta el contestador.

Una lágrima se desliza por mi mejilla.