#27

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—Supongo que no perdemos nada con intentarlo...—repones tú entonces.

Ustedes dos van en ascensor hacia el sexto piso, el cual se encuentra completamente a oscuras a esas horas.

Por un brevísimo instante, te da la impresión de que hay alguien moviéndose en medio de la oscuridad, pero no bien enciendes la luz del pasillo, el lugar se muestra completamente vacío ante tus ojos.

En seguida el señor Ruiz procede a llamar a la puerta del departamento 601, sin obtener respuesta alguna.

—A lo mejor esta noche ella no se encuentra en casa... —dices tú.

—Insistamos un poco más, y si nadie nos contesta nos vamos... —contesta el señor Ruiz, llamando a la puerta nuevamente, esta vez con mayor fuerza que antes, al tiempo que formula en voz alta el siguiente llamado:

— ¡Señora Muñoz! ¿Se encuentras usted en casa?

No hay más que silencio absoluto ante estas palabras.

—Creo que usted tenía razón... —comenta el señor Ruiz—. Tal parece que ella no se encuentra en casa...

Pero justo cuando ustedes dos ya estaban a punto de marcharse, la puerta del departamento 601 se abre, saliendo de su interior una anciana todavía mayor que la señora Jessner, cuyos ojos grisáceos en seguida se posan sobre ti, produciéndote un escalofrío.

Lee la parte #34.

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