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Movida por la curiosidad, echas entonces una mirada al interior de la caja, viendo por fin a la muñeca de la que estaba hablando el señor Ruiz, pareciéndote la misma muy bella, con su cabello rubio y ojos azules como zafiros.

La muñeca se encuentra dispuesta en medio de un montón de rosas de papel, detalle que inevitablemente te hace pensar en una niña fallecida, impresión reforzada por el vestido que lleva puesto, el cual se asemeja a la indumentaria que usaría una chiquilla para asistir a una ceremonia religiosa de carácter formal.

— ¡Qué muñeca más linda! —No puedes evitar comentar luego, a lo que el señor Ruiz te responde:

— ¿Usted cree que es bonita?

—Bueno, no es precisamente la clase de muñeca que yo esperaría ver en una película de terror...

—Como dije antes, a mí me da un poco de grima...

— ¿Qué deberíamos hacer con ella?

—Yo me llevaría esa caja a otra parte...A lo mejor podríamos dejarla en el cuarto piso, que se encuentra desocupado. Allí no estorbaría el paso...

— ¿Y qué tal si esa muñeca le pertenece a la señora Muñoz? ¿No se molestaría ella con nosotros por haberla dejado allí sin avisarle?

—Bueno, si usted lo desea, podemos llevar la caja al sexto piso y dejarla allí en caso de que no encontremos a la señora Muñoz...

Si llevas la caja con la muñeca al sexto piso, lee la página #64.

Si la llevas al cuarto piso, lee la parte #67.

Ojos de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora