#133

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Tan espantoso descubrimiento es demasiado para ti, provocando que te desmayes.

Para cuando recobras el sentido, te descubres a ti misma recostada en el mullido lecho de una habitación infantil, con las paredes pintadas de color rosa y estantes repletos de animales de peluche.

— ¿Qué...? ¿Dónde estoy? —balbuceas, incorporándote lentamente de aquella cama, aunque todavía sintiéndote un tanto débil.

—Al fin despertó... —te contesta el señor Ruiz, presentándose en la habitación—. ¿Ya se encuentra bien, señorita?

—Sí...Ya me encuentro bien, pero... ¿En dónde estoy?

—Estamos en mi departamento. Esta es la habitación de mi hija Adela. La traje aquí, luego de que se desmayase en el departamento de la señora Muñoz...

—La señora Muñoz... ¡Oh, Dios mío! Ella está...

—Mejor no piense en eso, señorita... —se apresura en reponer el señor Ruiz, quien a pesar de su aparente tranquilidad, muestra un semblante casi tan pálido como el de un fantasma—. La policía ya viene en camino...Dejemos que ellos se encarguen de este asunto...

Volviendo la mirada, tú te encuentras con las cortinas cerradas de color blanco que recubren la ventana en dicha pieza, colándose unos débiles rayos de sol a través de las mismas.

Pero justo cuando estás a punto de apartar dichas cortinas, el señor Ruiz te detiene.

—Mejor no haga eso, por favor...No es algo muy bonito de ver lo que está allá afuera...

—Dios mío...No me diga que...

—Sí... Lo último que usted vio antes de desmayarse sigue estando allí. Ni siquiera me he atrevido a salir a la terraza. Que la policía se encargue de eso...

Una sonrisa infeliz surca el rostro del señor Ruiz mientras él se lleva una mano al rostro, cubriendo sus ojos.

— Gracias al Cielo mi hija Adela se encuentra en el jardín de infantes ahora... ¡Dios! ¿Se imagina lo que pudo haber pasado de haber estado ella aquí presente? Por poco la convenzo de quedarse en casa por el día de hoy, pero me dijo que quería estar con sus amigas...

El hombre se derrumba entonces ante tu presencia, cayendo de rodillas al lado de la cama, musitando con tono apesadumbrado la siguiente frase:

—Mi pobre Adelita... ¡Ella se hubiera muerto de terror!

El hombre apenas si puede guardar la compostura en cuanto los oficiales de policía llegan, interrogándoles a ti y a él. Los médicos forenses ingresan a la terraza, transportando la cabeza cercenada de la señora Muñoz dentro de una hielera al momento de retirarse.

A pesar de las cosas que ellos observan habitualmente en sus trabajos, cierto grado de turbación es de todas maneras perceptible en sus rostros, evidenciando su inevitable sobrecogimiento ante tan monstruoso crimen.

Pasan varias horas antes de que tengas finalmente la oportunidad de regresar a tu departamento, siendo ya casi de noche. En medio de toda la agitación por lo acontecido esa mañana, ya casi te habías olvidado por completo de esa caja con la muñeca siniestra que conservas dentro de tu casa, pero para tu total desconcierto, dicha caja ha desaparecido sin dejar el menor rastro.

La investigación sigue sin resultado alguno a lo largo de las siguientes semanas. No pasa mucho para que la prensa amarillista le dedique numerosos titulares al asesinato de la señora Muñoz, el cual es atribuido a una entidad demoníaca, una suposición que no te parece muy exagerada cada vez que haces memoria de lo que viste dentro del departamento de tan infortunada mujer...Recuerdo que darías cualquier cosa con tal de poder olvidarlo algún día.

Si deseas que esta historia continúe, lee la parte #88.

Si no, es el FIN.

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