#147

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La dirección indicada por la nota que te dejó la señora Muñoz se encuentra ubicada en una de las calles más antiguas de la ciudad: Se trata de una vieja casona de lúgubre aspecto, cuya mera contemplación basta para producirte escalofríos.

Una melodía semejante a la de una cajita musical se oye en cuanto presionas el viejo timbre de dicha residencia, escuchándose a través del intercomunicador una voz cascada de mujer, preguntando quien eres tú:

—Buenas tardes...Vengo de parte de la señora Vera Muñoz... Ella me dio esta dirección...

— ¿Qué es lo que desea?

—Yo...Yo quiero saber más acerca de Mariana. La señora Muñoz me dijo que si yo venía aquí podría saber la verdad sobre ella...

Tras un breve instante de silencio, las rejas de aquella casona se abren, invitándote a pasar la voz cascada que habla a través del intercomunicador: Es así como ingresas a un descuidado jardín, sitio donde las plantas han crecido de tal forma que casi te da la impresión de haber ingresado a una suerte de bosquecillo.

Una vez dentro de la casona, no tardas en ser recibida por un par de ancianas vestidas de una forma un tanto anticuada, quienes rápidamente te conducen hasta una sala de estar, empezando allí a hacerte preguntas, sin siquiera tomarse la molestia de presentarse primero:

—Primero que nada, díganos quién es usted. ¿Y cómo es que sabe acerca de Mariana?

En seguida tú procedes a presentarte, narrando luego a grandes rasgos lo sucedido aquella extraña noche dentro del departamento #601, esperando que tu historia no le resulte excesivamente descabellada a tus dos interlocutoras.

Las dos mujeres te escuchan en absoluto silencio, mostrando sus rostros una expresión grave en cuanto tú mencionas cómo es que fuiste atacada por un ser monstruoso al momento de abandonar el apartamento de la señora Muñoz, apenas consiguiendo salvar tu vida de milagro.

—Mientras estaba en el hospital, la señora Muñoz me dijo que Mariana era la hija de conocido, y que ella había muerto hace mucho, pero yo no le creí... Hasta este momento, sigo estando plenamente segura de que lo que sucedió esa madrugada no fue ninguna clase de sueño o alucinación. Mariana de veras estuvo conversando conmigo, y fue su medalla la que impidió que ese monstruo me matase—afirmas, completamente segura de lo que dices.

—No fue un sueño, ni tampoco una alucinación... —te contesta una de las ancianas, poniéndose de pie—. Por lo menos, no era usted la que soñaba...

— ¿Qué quiere decir?

—La señora Vera Muñoz no le mintió cuando le dijo que Mariana murió. Ella falleció muchos años atrás, y se encuentra enterrada en un viejo cementerio de su pueblo natal. Sin embargo, no era solamente la hija de un simple conocido como le fue dicho, sino que formaba parte de nuestra parentela...

—Nuestra sobrina... —agrega la otra anciana, de manera un tanto melancólica—. Y también era sobrina de la señora Vera Muñoz, quien a su vez es nuestra prima por parte de madre...

Lee la parte #153.

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