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Asustado corrió lo más rápido que sus delgadas piernas le permitían intentando escapar de sus perseguidores, escuchaba las risas de esos asquerosos seres a su espalda quienes parecían disfrutar plenamente de cazar la integridad del Omega. Ya llevaban cerca de cinco cuadras tras él siendo ayudados por las calles vacías de esa madrugada, por más que corría no podía alejarse de ellos y ya estaba cansado. 

En esa parte de la ciudad había muchos lugares a oscuras, y su cerebro pareció elegir que uno de estos podía ser el mejor escondite, teniendo en cuenta lo desolada que estaba esa zona. La lluvia golpeaba fuertemente contra su cuerpo cuando se escondió junto a un bote de basura, ahí estaría a salvo por un tiempo y esos alfas perderían el interés en él.

— Apestas a miedo ¿Crees que no te encontraremos así? —habló uno de los alfas, aparentemente el más alto.

La voz se notaba adulta, madura y hasta algo pastosa, alargando las letras de manera torpe. Se notaba a kilómetros que estaba completamente ebrio.

— ¿Qué hace un omega tan hermoso solo a estas horas? —habló el otro, pateando una caja solo para asustar aún más al omega, para mantenerlo paralizado en su lugar— Debieron decirte que es peligroso~

El omega tragó con dificultad cuando uno de los hombres se paró frente a él. Se le veía sumamente agitado, la camisa del trabajo mojada y desarreglada, el cabello empapado ya pegado a su rostro, pero los ojos m no se despegaban de su cuerpo. El otro alfa hizo acto de presencia, vestido de manera idéntica a la de su compañero, esta vez con un saco negro mal colocado y la corbata colgando de sus hombros.

Ambos alfas apestaban a excitación, ver correr al omega solo los había ayudado en su estado, cazar a su presa despertaba sus más profundos instintos. Verlo ahí, encogido en sí mismo mientras lloraba en silencio, el olor del celo siendo tan potente que los inhibía de cualquier otro, estar en un lugar tan apartado siendo este perfecto para lo que querían hacer.

De solo de pensar todo lo que le podían hacer se les hacía la boca agua.

Como si tuvieran una conexión telepática ambos se movieron al mismo tiempo, tomando el delgado cuerpo del joven entre ambos.

El hombre más alto acorraló al chico contra la pared iniciando a besar el lechoso cuello de este, buscando sentir el aroma natural que debería portar. Pudo sentir el gruñido que soltó cuando no encontró este aroma en su piel, sin embargo en ese momento no tenerlo era la última preocupación del Omega.

El otro por su parte se había lanzado por uno de los premios mayores, despojando rápidamente al chico de sus prendas de vestir interiores y empezando a tocarlo en su parte trasera.

Las quejas del joven omega eran calladas por la gran mano que cubría su boca, estaba inmovilizado contra la pared mientras esos hombres jugaban de manera sucia con su cuerpo; gruesas lágrimas caían por sus mejillas mientras su cuerpo iba perdiendo fuerzas, esperando simplemente a que llegara su final pronto.

Su ropa terminó en el suelo desgarrada, los dos alfas poco a poco se acercaban a lo que ellos llamaban premio mayor, sin notar que el omega había liberado una gran cantidad de feromonas pidiendo auxilio como última esperanza.

Esa era la triste realidad de los omegas en la actualidad, está situación se repetía algunas veces al día. El gobierno aunque lo sabía, prefería ignorar todo aquello; los alfas se protegen entre ellos.

Hasta que algo los daña. Claramente.

Cuando el más alto parecía ya cansarse de marcar el cuello del chico un gruñido se escuchó sobre la lluvia torrencial. Unos ojos rojos brillaron sobre la oscuridad y el cuerpo de un gran lobo se acercó a ellos lentamente. De un tamaño descomunal, con un pelaje tan oscuro como la noche misma, sus dientes de un resplandeciente blanco, afilados y mortales.

Broken TieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora